Con la entrada del sexto mes, Dazai había proclamado el nuevo estado de Chuya como su favorito, no solo porque Chuya había engordado mucho más de la noche a la mañana, sino porque sus hormonas habían alcanzado un punto cumbre y ahora Chuya quería acostarse con él a todas horas.
Oh sí, a Dazai le encantaba su nuevo estado.
Fue gracioso cuando ocurrió por primera vez.
Esa tarde se libró rápidamente de su trabajo y de camino a casa compró —Con el dinero de Chuya— todo lo que el pelirrojo le había ordenado comprar. Su lista de la compra no iba más allá de la comida basura, pues Chuya se negaba a comer todas esas porquerías, pero era lo único que la niña parecía querer comer, así que era de lo único que se estaba alimentando Chuya, eso y carne, mucha carne.
Llegó a casa y abrió la puerta con la llave que Chuya le regaló unos meses atrás, y con la cual llevaba un llavero que le compraron sus compañeros de trabajo con una frase única que decía "Futuro papa" y él sabía que era peligrosa, ya que alguien podría verlo ¡Pero es que le hacía tanta ilusión! Puede que no lo demostrase abiertamente, sin embargo, estaba ansioso por conocer a su hija.
Entró en su casa sin avisar de su llegada, Chuya solía llegar tarde por lo que dio por hecho que él no estaba en casa. Dejó las compras en la cocina y, cuando salió, le pareció escuchar la voz de Chuya.
Se asomó al salón y al no verlo, buscó en su habitación, la voz se hizo más fuerte así que intuyó que estaba el cuarto de baño que tenían en su habitación. En silencio, Dazai se apoyó sobre el marco de la puerta del baño, sin llamar la atención de Chuya quien estaba teniendo una conversación con el hombre al otro lado del espejo.
—No, me niego, es que no puedo, no pienso pedirle nada —Dijo, intentando auto convencerse a sí mismo, sus cejas cayeron y una mirada triste hizo presencia— pero es que tengo tantas ganas...y él tiene pene.
Dazai frunció las cejas, intentando deducir sobre que hablaba el pelirrojo.
—Pero es un gilipollas.
Ah, estaba hablando sobre él.
—¿Por qué mi mano no puede ser suficiente? —Sus mejillas se pusieron rojas, al mismo tiempo que las lágrimas de frustración intentaban salir— ¿Por qué tengo la necesidad de más? —Inspiró sorbiendo las sustancias que también querían caer por su nariz.
Chuya inspiró intentando calmar sus sollozos para que estos no llegasen a más.
—Dazai...—Lo llamó en un tono que el mencionado interpretó como una súplica.
—¿Sí, Chuya? —Respondió.
El pelirrojo apretó sus manos sobre el lavabo, sin darse la vuelta.
—Follame.
Cuando Chuya se dio la vuelta, con su cara sonrojada, por una mezcla de frustración y vergüenza, se encontró con su compañero tirando su camiseta al suelo y luchando por quitar sus zapatos.
—Ese fue un buen día —Murmuró al aire.
No obstante, en su opinión podría haber sido mejor, después del polvo bestial que Chuya le echó, descargando todas sus ansias en bruscos rebotes contra su pene, hicieron una especie de pacto, más bien, Chuya estableció una serie de normas.
—Que conste que esto no significa que vaya a haber algo entre nosotros, no me interesas nada de cintura para arriba, así que ni se te ocurra besarme.
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Nueve Meses (Soukoku) [M-preg]
أدب الهواةCuando Chuya le dio la inesperada noticia solo lo hizo con animo de informarlo ¡No para que el bastardo vendado se colase de nuevo sin permiso en su vida!