cap 7

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-¡Levántate! ¡Levántate! –grita alex, Me tapo la cabeza con el edredón, pero él lo aparta de un
tirón- ¡Papá dice que si no te levantas ahora mismo subirá con una toalla mojada!

Me giro para poner distancia, pero él rodea la cama y se planta delante de mí sonriendo.

-Papá dice que deberías levantarte todas las mañanas y hacer algo contigo misma.

Le doy una buena patada y vuelvo a taparme la cabeza con el edredón.

-¡Me importa una mierda, alex! Ahora sal de mi habitación.

Me sorprende lo poco que me importa cuando se va, Me invade el ruido: el estruendo de sus pies en la escalera, el estrépito de los platos en la cocina cuando él entra y deja la puerta abierta, Me llegan incluso los sonidos más débiles: la leche al salpicar los cereales, una cuchara rozando cristal, papá chasqueando la lengua mientras limpia con un trapo la camisa del colegio de alex, la gata lamiendo el suelo, se abre el armario del recibidor y papá saca el abrigo de alex, Oigo la cremallera y el corchete del cuello, que mi padre le abrocha para que no se le enfríe la garganta, Oigo el beso, luego el
suspiro, la gran oleada de desesperación que inunda la casa.

-Ve a decirle adiós –susurra papá.

Alex sube las escaleras a saltos, se detiene un momento frente a mi puerta, luego entra y se acerca a la cama.

-¡Espero que te mueras mientras estoy en el colegio! –sisea- ¡Y espero que te duela un
montón! ¡Y espero que te entierren en algún sitio horrible, como la pescadería o la consulta
del dentista!

“Adiós, hermanito –pienso-. Adiós, adiós.”

Papá se quedará en bata y zapatillas en medio de la sucia cocina, pidiendo a gritos un afeitado y frotándose los ojos como si le sorprendiera encontrarse solo, Durante las últimas semanas ha establecido una pequeña rutina matinal.

Cuando alex se va, se prepara un café, luego limpia la mesa de la cocina, friega los platos y pone la lavadora, EN eso tarda aproximadamente veinte
minutos, Después viene y me pregunta si he dormido bien, si tengo hambre y a qué hora voy a
levantarme, Por ese orden.

Cuando le contesto: “No, no y nunca”, se viste y luego baja para sentarse delante de su ordenador, donde se pasa horas tecleando, navegando por la red en busca de información para mantenerme con vida, Me han dicho que hay cinco etapas de la enfermedad, y si eso es cierto, entonces él se ha quedado en la primera: la negación.

Extrañamente, hoy llama a mi puerta más temprano, No se ha tomado el café ni se ha
arreglado, ¿Qué pasa? Me quedo muy quieta mientras él entra, cierra la puerta sigilosamente y se quita las zapatillas.

-Hazme sitio –dice, y levanta una esquina del edredón.

-¡Papá! ¿Qué haces?

-Me meto en la cama contigo.

-¡No quiero!

Me rodea con el brazo y me sujeta, Es fuerte, Noto sus calcetines en los pies desnudos.

-¡Papá! ¡Sal de mi cama!

-No.

Le aparto el brazo y me incorporo para mirarlo, Huele a humo rancio y cerveza, y parece más viejo de lo que recuerdo, También oigo su corazón, cosa que no se supone que debo oír.

-¿Qué demonios haces?

-Nunca hablas conmigo, karol.

-¿Y crees que así vas a conseguirlo?

Se encoge de hombros.

-Quizá.

-¿A ti te gustaría que me metiera en tu cama mientras duermes?

-Lo hacías cuando eras pequeña, Decías que era injusto que tuvieses que dormir sola, y todas
las noches mamá y yo te dejábamos meterte en nuestra cama.

Seguro que eso no es cierto; yo no lo recuerdo. Puede que se haya vuelto loco.

-Bueno, pues si no sales de mi cama, saldré yo.

-Bien, Eso es precisamente lo que quiero.

-¿Y tú vas a quedarte aquí?

Sonríe y se acurruca bajo el edredón.

-Se está estupendamente y calentito.

Las piernas no me responden, Ayer no comí mucho y siento como si me hubiera vuelto
transparente, Me aferro al poste de la cama y me acerco renqueando a la ventana para mirar fuera, Aún es temprano: la luna se desvanece en un pálido cielo gris.

-Hace tiempo que no ves a clara–dice papá.

-Ya.

-¿Qué ocurrió la noche que saliste? ¿ pelearon?

Abajo, en el jardín, la pelota naranja de fútbol de alex parece un planeta desinflado en la
hierba,en el jardín de al lado está el vecino otra vez, Aprieto las palmas contra el cristal.

Todas las mañanas está ese chico ahí haciendo algo: pasando el rastrillo, cavando o trajeando
en una cosa u otra, Ahora mismo está cortando zarzas junto a la valla y amontonándolas para
quemarlas.

-¿Me has oído, karol?

-Sí, pero paso de ti.

-Tal vez debería pensar en volver a clase  Así verías a tus amigos.

Me giro para mirarlo.

-No tengo amigos, Y antes de que los sugieras, no quiero tener ninguno, No me interesan los
entrometidos que quieren conocerme para luego atraer simpatías en mi funeral, Papá suspira, se mete el embozo bajo la barbilla y sacude la cabeza.

-No deberías hablar así, El cinismo es malo para ti.

-¿Lo has leído en alguna parte?

-La actitud positiva fortalece el sistema inmunológico.

-Así que es culpa mía estar enferma, ¿no?

-Ya sabes que no pienso eso.

-Pues te comportas como si todo lo que hago estuviera mal.

Se incorpora con esfuerzo.

-¡No es verdad!

-Sí, sí lo es, Es como si no estuviera muriéndome correctamente, Siempre vienes aquí para decirme que me levante o que me anime, Y ahora me sugieres que vuelva a clase, ¡Qué ridiculez!

Cruzo la habitación pisando fuerte, cojo sus zapatillas y me las pongo, Son demasiado grandes, pero me da igual, Papá se apoya en los codos para mirarme, Parece dolido.

-Espera. ¿Adónde vas?

-Lejos de ti.

Disfruto dando un portazo, Que se quede con mi cama, Que se quede ahí tumbado y se valla a la mierda.

ahora y siempre (Ruggarol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora