cap 11

39 4 0
                                    

un poco, Apuesto a que Scott la rodeó con el brazo. Apuesto a que Jake se acabó el porro para no tener que pensar en ello.

Agarro a alex de la mano y me lo llevo, Lejos de clara, lejos del mercado, Tiro de él para bajar
por la escalera que hay detrás de los puestos y da al camino de sirga que bordea el canal.

-¿Adónde vamos? –se queja él.

-Cállate.

-Me estás asustando.

Lo miro a la cara y no me importa, aveces sueño que deambulo por la casa, saliendo y entrando de las habitaciones, y que nadie me reconoce.

Me cruzo con papá en la escalera y me saluda con la cabeza cortésmente, como si hubiera ido a limpiarle la casa, o como si realmente fuese un hotel. alex me mira con suspicacia cuando entro en mi habitación. Dentro, han desaparecido todas mis cosas y hay otra chica en mi lugar, una chica que lleva un vestido floreado y tiene los labios brillantes y las mejillas firmes como manzanas, Creo que es mi vida paralela,  Una vida en la que estoy sana, en la que Jake se alegraría de conocerme.

En la vida real, arrastro a mi hermano por el camino hacia la cafetería con vistas al canal.

-Será estupendo. Vamos a tomar helado, chocolate caliente y Coca-Cola.

-Tú no puedes tomar azúcar, Se lo diré a papá.

Le aprieto la mano con más fuerza, Poco antes de la cafetería hay un hombre en el camino, Va
en pijama y está mirando el canal. En la boca se le consume un cigarrillo.

-Quiero ir a casa –dice alex

Pero yo quiero enseñarle las ratas del camino de sirga, la manía de la gente por evitar lo que es difícil, el hecho de que ese hombre en pijama sea más real que clara, que viene al trote detrás de nosotros con su enorme bocaza y su estúpido pelo negro.

-Vete –le espeto sin darme la vuelta.

Ella me agarra por el brazo.

-¿Por qué ha de ser todo tan complicado contigo?

La aparto de un empujón.

-No lo sé, clara, ¿Tú qué crees?

-No es ningún secreto, Mucha gente sabe que estás enferma, A Jake no le importó, pero ahora
cree que eres un bicho raro.

-Soy un bicho raro.

Ella me mira entornando los ojos.

-Creo que te gusta estar enferma.

-¿Eso crees?

-No soportas ser normal.

-Sí, claro, tienes razón, es estupendo, ¿Quieres cambiarte conmigo?

-Todo el mundo muere –dice, como si acabara de ocurrírsele y no le importa que le pasara a ella, alex me tira de la manga.

-Mira.

El hombre del pijama se ha metido en el canal, Chapotea con los pies y las manos en el agua.
Nos observa inexpresivamente, luego sonríe mostrando varios dientes de oro, Noto un
cosquilleo en la columna.

-¿Les apetece nadar, señoritas? –nos grita. Tiene acento escocés, Nunca he estado en Escocia.

-Ve con él –dice clara - ¿Por qué no te metes?

-¿Me estás pidiendo que lo haga?

Ella me sonríe maliciosamente.

-Sí.

Echo un vistazo a las mesas de la terraza de la cafetería, La gente nos observa, Creerán que soy
una yonqui, una psicópata, una pirada, Me enrollo el vestido y me lo meto por las bragas.

-¿Qué estás haciendo? –pregunta alex, asombrado-. ¡Todo el mundo nos mira!

-Pues haz como si no me conocieras.

-¡Ya lo creo!

Se sienta resueltamente en la hierba mientras me quito los zapatos.

Hundo el dedo gordo en el agua. Está tan fría que se me queda toda la pierna dormida.

Clara me toca el brazo.

-No lo hagas, karol. No lo decía en serio, No seas idiota.

¿Es que no lo entiende?

Me meto hasta los muslos y los patos se alejan alarmados. No hay mucha profundidad; el agua
está un poco turbia, seguramente por la porquería del fondo, En este canal nadan ratas, La
gente arroja aquí latas y carritos de la compra, jeringuillas y perros muertos,Los dedos de los
pies se me hunden en el lodo.

Dientes de Oro me saluda con la mano, ríe avanzando hacia mí, golpeando el agua a los lados.

-Buena chica –masculla.

Tiene los labios azulados y la dentadura le brilla. Tiene una brecha en la cabeza y la sangre le mano desde el nacimiento del pelo hacia los ojos, Viéndolo, siento aún más frío.

Un hombre sale de la cafetería agitando una servilleta.

-¡Eh! –grita-. ¡Eh, sal de ahí! –Lleva delantal y le tiembla el vientre cuando se inclina hacia mí para ayudarme a salir-. ¿Estás loca? Podrías pillar algo en esa agua. –Se gira hacia clara-. ¿Es
amiga tuya?

-Lo siento –contesta ella-. No he podido impedírselo. –Se echa el pelo hacia atrás para que entienda que no es culpa suya, Detesto que haga eso.

-No es amiga mía –le digo al hombre-. No la conozco.

Clara aprieta la boca y el hombre se vuelve de nuevo hacia mí, desconcertado. Me tiende la
servilleta para que me seque las piernas, Luego me dice que estoy loca Y que todos los jóvenes son unos drogadictos.

Veo a clara alejándose mientras él me reprende, Se hace cada
vez más pequeña hasta desaparecer  El hombre me pregunta dónde están mis padres; pregunta si conozco a Dientes de Oro, el cual trepa ahora por la orilla opuesta del canal y ríe a carcajada. El hombre chasquea la lengua varias veces, pero luego me lleva a la cafetería, me obliga a sentarme y me trae una taza de té, Le echo tres cucharitas de azúcar y lo tomo a sorbitos, La
gente me mira, alex parece muy pequeño y asustado.

-¿Qué haces? –susurra.

Voy a echarlo de menos que me entran ganas de darle un buen coscorrón, También me entran
ganas de llevarlo a casa y dejarlo con papá antes de que por mi culpa nos perdamos los dos, pero
en casa todo es aburrido.

Allí puedo decir a todo que sí porque papá no me pide que haga nada real.

El té me calienta el estómago.

El cielo pasa de un gris apagado a un tono luminoso y de nuevo
al gris en un instante, ni siquiera el tiempo sabe muy bien qué hacer y se mueve a trompicones
de un ridículo acontecimiento a otro.

-Cojamos al bus –digo.

Me levanto, me sujeto a la mesa y vuelvo a calzarme los zapatos, La gente finge no mirarme, pero noto sus ojos clavados en mí y Eso hace que me sienta.........viva.

ahora y siempre (Ruggarol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora