Capítulo 23

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Me dejé caer en el suelo del baño mientras jugaba con el jabón en forma de pato que había sobre el lavamanos. Estaba como nuevo porque lo acababa de sacar del paquete y olía a vainilla. No pensaba usarlo nunca. Mientras yo lo acariciaba y observaba lo bien que lo habían hecho, Jimin estaba secándome el pelo con la toalla. Cuando la apartó, sacudí la cabeza cual perro.

—¿Cuántas veces te he dicho que no hagas eso?

—Mm... —lo miré como si pensara, aunque no estaba haciéndolo. Solo me quedé observando cómo él llevaba el pantalón de su pijama y yo la camisa. Me la arremangué, bajé la mirada al pato y lo moví por mis piernas— Hoy ninguna.

—Pero ya te lo había dicho.

—Sí —el patito subió hasta mi rodilla izquierda y dio un salto enorme hasta la derecha. Hice una mueca con los labios. Los patos no podían dar saltos como ese. Dejé de pensar para volver a mirar a Jimin, que se había levantado y me miraba seriamente. Moví la cabeza de lado a lado y lo señalé con un dedo— Pero hoy no.

—Pero antes sí —insistió.

Le di la razón.

—Pero hoy no.

—Ya, pero la última vez te lo advertí.

—La última vez no era hoy.

—¿Me estás llevando la contaria?—alzó una ceja.

Levanté al pato en el aire y sonreí ampliamente. Estaba contento, feliz, porque ya era día 31 y esa noche iba a celebrar el Año nuevo con mi daddy. Evité a toda costa pensar en que la fiesta posiblemente sería aburrida, en que no conocía a nadie y en que no podríamos hacer lo que hacen las parejas ese día especial. Ignoré esos pensamiento y simplemente me centré en disfrutar del día.

—Sip.

—¡Pequeño!

—¡Daddy!—Me reí.

Puso los ojos en blanco. Movió la cabeza de lado a lado y supe que estaba conteniendo las ganas de reírse porque oí una pequeña carcajada y luego se tapó la boca con una mano. Dio media vuelta para buscar el peine. Y cuando lo tuvo se arrodilló frente a mí y comenzó a pasarlo por mi pelo. Yo podía hacerlo solo, pero me gustaba que lo hiciera él, era tan suave y delicado, como si temiera arrancarme los mechones si daba algún tirón más fuerte de lo debido.

—Tenemos que ir a comprarte el traje para esta noche. He llamado a una tienda y tienen algunos preparados.

—¿Para mí? —abrí la boca sorprendido al verlo asentir con seguridad— ¿Tengo que llevar traje?

Terminó de peinarme y me acarició la cabeza, metiéndome los mechones tras las orejas para que no me taparan la cara.

—Es una fiesta de etiqueta. Los hombres llevan traje y corbata, y las mujeres vestido. A mí también me gustaría ir en vaqueros.

—Mentira —alargué el labio inferior—. Tú vas siempre con traje.

—Porque mi trabajo lo pide —se levantó y estiró sus manos hacia mí. Dejé el patito en el bolsillo de la camisa para poder cogérselas sin aplastarlo. Me ayudó a levantarme y sonrió dulcemente— Tú también vas todos los días con uniforme al instituto, ¿no?

Crucé los brazos sobre el pecho. Tenía razón, así que asentí. Enseguida entendí lo que quería decir e hice a un lado las pocas ganas de usar un traje para pensar que íbamos a ir de compras juntos.

—¿De verdad han escogido trajes para mí? Si ni siquiera me han visto.

Me estiró la mano para que se la tomara, cosa que hice sin pensar mientras esperaba una respuesta. Me llevó fuera del baño, a la habitación donde Óscar ya se había unido a la familia. Me soltó y yo me senté en la cama a lo indio mientras él buscaba nuestra ropa.

Daddy ✧ JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora