Capítulo 12

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Me llevé el bolígrafo a los labios, pensando. Los deberes de historia eran siempre un asco. Entre lo mal que explicaba la profesora y lo mucho que Yoongi y yo nos entreteníamos intercambiando notas como si hablásemos por Whatsapp, no me enteraba de nada. Nunca. Lo dejé entre los dientes, cruzando las piernas a lo indio sobre la silla y crucé los brazos. Quizá debía ponerme a hacer los de matemáticas o los de inglés. Aunque me daba mucha pereza. 

Lo miré de reojo. Jimin revisaba unos papeles una y otra vez, escribía cosas en el ordenador, trazaba dibujos súper difíciles en hojas azules con lápiz blanco y a veces incluso se dejaba caer en el respaldo y hablaba con alguien por teléfono. Era increíble que él trabajara tanto en tres horas y yo llevase respondida solo una pregunta sobre la Segunda Guerra Mundial. Deseé que su despacho tuviera una de esas paredes de cristal para poder mirar por ella y distraerme un rato. 

Dejé caer el bolígrafo sobre la libreta y solté un bufido. 

Él no me hizo caso. Dejó un papel sobre la mesa, cogió un bolígrafo negro y escribió sobre la letra impresa. Así que volví a bufar, más fuerte. 

Siguió leyendo las hojas de detrás, cogiendo más y revisando su portátil. Fruncí los labios. Me rasqué el cuello. Miré mis deberes y volví a convencerme de que podía hacerlos al día siguiente. Nadie hacía los deberes un sábado. Me había ofrecido ir con él al trabajo para que no me quedara solo en casa y realmente había pensado que el llevarme la mochila solo era para luego dejarla en el suelo. 

Pues no había sido así. 

Y encima por mucho que resoplara, no me hacía caso. 

Ni siquiera cuando apoyé los codos sobre la mesa, de rodillas en la silla, y lo miré fijamente. ¿Lo estaba haciendo adrede? 

—Jimin —dije, alargando las letras. 

—¿Mm? —respondió sin siquiera levantar un poco los ojos. Hice un mohín. 

—Me aburro. 

—¿Has terminado los deberes? 

—Eh... sí —mentí. Moví una mano para cerrar la libreta y apoyé la barbilla sobre las dos— ¿Qué estás haciendo? 

—Revisar el papeleo. 

—Hum... 

Con pequeños empujones, hice que la silla se pegara a la mesa y llevé los codos más cerca de él, tanto que pude meter mi cabeza entre su mirada y los papeles. Traté de leer al revés, pero no entendía nada. Así que levanté la cabeza hasta toparme con su expresión divertida y sus cejas levantadas. Me aparté el pelo de la cara con un movimiento de cabeza, sonriendo un poco nervioso; no le había molestado que hiciera eso, ¿verdad? 

—¿Qué intentas hacer? 

Miré el techo como si en el estuviera la respuesta. Qué intentaba hacer; llamar su atención. Lo que quería era que me hiciera caso porque él me había llevado a su despacho y él estaba haciendo que me aburriera. Sí. Exactamente eso. 

—Hazme caso —fruncí los labios. 

Él se rió, movió los papeles y se inclinó hasta mí. Pero solo habló cerca de mi nariz. 

—Estoy trabajando, pequeño. 

Se echó hacia atrás sobre el respaldo, cruzó las piernas y sonrió mientras se ponía a mirar los papeles otra vez. 

¡Increíble! 

Me deslicé hasta estar arrodillado sobre la silla y recto y crucé los brazos sobre él pecho. Lo miré durante mucho tiempo. Me mantuve con los ojos clavados en él, me senté, me incliné, me removí en el sitio y al final volví a bufar y le negué la mirada. 

Daddy ✧ JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora