Ilinx

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Tengo una sensación enfermiza por ti.

—Entonces... ¿Qué tipo de demonio eres?

—¿Qué tipo de mujer eres tú? Pareces una de esas que salen por las noches a hacer cosas malas. —Rió entre dientes curioso por la respuesta. Su voz era muy fuerte y profunda, sus labios hicieron una sonrisa cuadrada elevando sus mejillas.

Vale, la pobre admitía que en alguna ocasión había desobedecido las órdenes de su madre y se hubiera ido a ver a personas en cajas gigantes que llamaban televisiones, posteriormente, después de ''matar'' una tostadora, descubrió que había muchas cosas diferentes en el mundo de los mortales. Como por ejemplo; los push up de los pantalones, o preciosos y brillantes, muy brillantes baratijas llenas de diamantes, como relojes y tiaras.

—Lo dices como si fuera una delincuente.— Posa el dedo índice en el suelo y lo restriega haciendo dibujos con el exceso de polvo en el suelo rocoso y lleno de arena.

—Das esa sensación. No has respondido mi pregunta.

—Ni tú la mía.

—Si tu me respondes, yo lo hago, palabra de mí.

—¿Es ese un juramento válido? Madre dice que los verdaderos juramentos son ''Lo juro por mi madre'' y ''Lo juro por Freia''.

—Yo soy Taehyung, todo vale conmigo ¿Y lo juro por Satán no cuenta? -Arquea una ceja con la lengua entre los labios.

—¡Por los dioses, no!— Se llevó la mano a la mejilla, ahuecándola y abriendo los ojos de sobremanera.

—Qué casta.

—¿Qué significa casta?— Inclina su cabeza hacia un lado.

—¿No has ido acaso a la escuela o qué mujer?— ¿Él sí? Se preguntó Rossie. No creía que los demonios asistieran a clases.

—¡Claro que sí, pero aún estoy aprendiendo! Antes debo acabar mis entrenamientos físicos.— Se acercó más a él inconscientemente.

—¿Cuantos años tienes? Hablas como una mortal de 10 años.

—No es educado preguntarle a una señorita la edad, y menos cuando no la conoces de nada.

—¿Entonces eso significa que debes rondar los doscientos años? Eres muy pequeña... yo apenas tengo quinientos años... creo.— Rossie se llevó las manos a su cabellera, acariciándose las puntas, sus manos hormigueaban por tocar su pelo, parecía suave, y había algo que sobresalía de él, pero no lograba descifrar qué, aparte de eso sus ojos brillaban, como los diamantes, brillantes, brillantes y resplandecientes, centelleaban y parecían joyas, la llamaban. Quería ver sus ojos más de cerca, ¡Ahora!

—¡Quienientos años! ¡Cielos, qué mayor!

—¿''Cielos'', ''Por los dioses''? ¿Eres virgen?

—¿Virgen? ¿Te refieres a que si soy de las que elaboran aceite virgen en los campos? No, yo soy guerrera.— La chica, satisfecha de ser lo que es, se llevó una mano al pecho e irguió la barbilla con orgullo.

Él dudó de ella, tenía una contextura algo pequeña, bueno, más que él, es decir, seguro que la niña no le llegaba ni a la nariz, le debía llevar cabeza y media.  Aunque su esbelto cuello y sus interminables piernas lo hacían dudar, estaba sentada; y la piel suave de sus piernas lo desconcentraban cada vez que las pellizcaba y su blanquecino tono de piel se volvía rosa, una manía, suponía. Y joder, que dejara de hacerlo que la iba a pellizcar él mismo donde quisiera si no dejaba de manosearse bajo su atenta mirada.

El silencio reinó bajo tierra, el demonio de piel pálida y pelo plata se mordió el labio, incapaz de creerse lo que tenía delante, o mejor dicho, a quien tenía delante, ni más ni menos que una pequeña e indefensa chica sin una pizca de maldad en los ojos.

Quema las joyas ; jjk, kth, pjm            +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora