ch 7

414 20 4
                                    

Después de atravesar la puerta varias caras conocidas para Gabriela y totalmente extrañas para Manuel se acercaban a ellos saludando, solo guardo en su memoria algunos nombres, Sara, Marya y Maya, lo demás solo fueron monosílabas. En el momento en que entro una mujer de mayor edad que las demás noto que era el único hombre, lo que lo hizo sentir incómodo.

―Hey, chicas―saludo la mujer, luego noto la presencia de Manuel― y chicos. Todas tomaron posición, Gabriela, quien era de las primera en la fila que se había hecho sintió a Manuel muy cerca de ella, formando otra fila.

―¿Qué se supone que haces? ―pregunto extrañada.

―¿Cómo que que hago? ―señalo todo a su alrededor―Me estoy formando.

―Pero no vas aquí―aclaro ella.

―¿Y cómo se supone que iba a saberlo?

―Emhh… no lo sé―dijo sarcástica― ¿has conocido algo llamado “preguntando”? Y por cierto, vas atrás, por ser el nuevo.

Manuel camino hasta el final de la fila, bajo la mirada, no queriendo ver a las demás chicas, por alguna razón le avergonzaba que se burlaran de él.

En el principio fueron ejercicios fáciles con ayuda de la mujer, a la que se debería acostumbrar a llamar Brianna, ese era su nombre, se sentía más confiado, aunque claro solo fue el calentamiento, lo demás, fueron las dos horas más largas de su vida.

Agradecido porque la clase de diera por finalizada recorrió su mochila, dispuesta a cambiar sus mayas más que ajustadas e incomodas por sus gloriosos pantalones de mezclilla.

―Antes que se vayan―anuncio Brianna―Necesito hablar con Gabriela, Ara, Ori, Gwen, Lisset, Maya y Marya, sobre el concurso, lo demás, los espero en la próxima clase―antes de que el pudiera salir por la puerta la maestra hablo―Y a ti Manuel, lo hiciste muy bien para ser tu primer día.

El solo asintió con la cabeza, sonriendo. Sabía que Brianna le había dicho eso para darle ánimos ya que su desempeño sin duda era peor de lo que se imaginaba, ¡y cómo no! Si estuvo a punto de resbalarse varias veces y lo peor, tenía que hacer una compañera y para su desgracia no le toco Gabriela, sino una chica quien siquiera se volteo a verlo o dirigirle el habla. A cada tentación de salir corriendo de ese lugar se recordaba que lo hacía por Peyton, no había reunido el valor de hablarle para rendirse tan rápido… bien, se animaba cada minuto que pasaba, y todo era perfecto hasta que llego el tiempo de estirarse. Intentaba imitar los movimientos que hacia Gabriela-quien a simple vista se veían más fáciles que la tabla del 1-más equivocado no podía estar. Al principio ella solo sentó en el piso y se inclinaba hasta que su nariz rozaba con el suelo y las manos por detrás, luego abrazo sus rodillas y fue bajando hasta que su cara termino entre una combinación extraña del piso sus rodillas y ella, se preguntaba el cómo podía hacer todas esas cosas sin siquiera lastimarse un dedo, todo para el había sido extraño, en particular no pensó que hubiera algo más que eso, hasta que Gabriela quedo acostada boca abajo, con su mano derecha jalo su pierna hasta llegar a su nuca y luego dio un extraño giro en donde termino con un Split.

Ajena a sus pensamientos Gabriela toco su hombro por detrás, ya no llevaba su musculosa ni la licra, iba calzada de unas botas cafés, un mayon con estampado de donas y una blusa sencilla amarilla, con un listón rojo en la cabeza. Vestida así se veía más pequeña de lo normal, porque, en si ella no era sumamente alta, es más, juraba que apenas había sobrepasado el 1.45.

—¿Qué tanto me ves? —pregunta curiosa, Manuel carraspeo, se había quedado viéndola más de lo que había sido consiente— ¿es que acaso sigues con la imagen de mi pie en mi cabeza? —dijo burlona, ella había sido testigo de cada una de sus caras de asombro en el tiempo transcurrido.

—Nada…—dudo un momento, no sabía si el comentario le vendría bien—solo que… te ves más pequeña con es ropa.

—Gracias por el comentario grandullón—exclamo divertida—sobre todo tu, que eres el Sr. Padilla, de todas formas… ¿te ha gustado la clase? Claro, si omitimos todas esas cosas que para ti parecían sobrenaturales.

—Me gusto, es cierto… excepto por la parte en que casi me golpeo o pierno una extremidad intentando hacer lo que tú.

—Tampoco es que a mí me haya salido a la primera—afirmo—llevo muchos años bailando.

—¿Qué tantos?

—Fácil, 13 años—dijo dudosa—no lo recuerdo bien, mis padres desde pequeña me metieron a esa escuela, así que no podría decirte con claridad.

—¿Y porque decidieron que serias buena bailarina?

—¿Buena bailarina? Gracias—agradeció sonriendo—Arely comenzó las clases desde el año, así que como somos muy unidas pensaron que me gustaría, y acertaron. No convivo mucho con las que están en mi clase—susurro—así que me encanto que estuvieras ahí, ¿vendrás mañana?

—Supongo que si—respondió el, encogiéndose de hombros—si me puedo levantar, me veras aquí. 

Bailando contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora