Parte 4/6. Versión Len

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      Por décima vez alzo la mano y, una vez más, vuelvo a bajarla. Llevo unos diez minutos de pie frente a la puerta de Rin sin decidirme a llamar. Mi miedo a estar a solas con ella me impide actuar. Pero no debo olvidar que le he hecho una promesa a Rin y que soy un hombre de palabra. Vuelvo a alzar la mano por onceava vez y llamo a la puerta con los nudillos.

-¿Puedo pasar?

-Adelante -contesta desde el otro lado.

"Entro, le doy las buenas noches y me marcho por donde he venido".

Me adentro en la habitación y cierro la puerta a mi espalda.

-¿Todavía estás así? -pregunto señalando su sudadera rosa, su falda naranja y sus botas marrones-. ¿Vas a dormir vestida o qué?

-¿Y tú qué? Tú tampoco te has puesto el pijama -protesta cruzándose de brazos.

No puedo evitar poner los ojos en blanco. Aunque me sorprende que Rin aún no se haya cambiado. Normalmente a esta hora ya tiene puesto el camisón.

Le doy un beso en la frente.

-Buenas noches -digo. Me alejo apresuradamente.

-¡Espera! -exclama rápidamente agarrándome de la muñeca-. ¿No vas a quedarte hasta que me vaya a la cama?

-Te dije que vendría a darte las buenas noches no que me quedaría hasta que te fueses a acostar. -Rin me mira haciendo un puchero. Soy incapaz de decirle que no a esa carita-. ¿Cuánto vas a tardar? -pregunto sentándome en la cama.

-Lo que tarde en ponerme el camisón. -Se dirige al armario, del que saca su camisón blanco.

-¿No vas a ponértelo en el baño? -le pregunto al ver que camina hacia la cama. Me va a resultar mucho más difícil controlarme si Rin decide cambiarse en mi presencia.

-¿Cuándo me he puesto el camisón en el baño? -inquiere con total normalidad-. Tú no mires y ya está. -Se sienta al otro lado de la cama, de espaldas a mí.

No puedo insistirle para que se cambie en el cuarto de baño. Nunca me ha importado que lo haga en mi presencia y no puedo explicarle por qué me importa ahora. Miro a mi alrededor intentando no pensar en que Rin se está desnudando cerca de mí. Paso los ojos sobre el tocador y ya no consigo volver a despegarlos. Puedo ver a Rin reflejada en el espejo. Cuando termina de descalzarse, se quita la sudadera y el sujetador. Solo puedo verla de espaldas pero es suficiente para que empiece a aumentar mi temperatura corporal. Mi nivel de excitación crece al recordar el momento en el que acaricié su espalda desnuda y entrelazo los dedos de las manos sobre mi regazo antes de que vuelvan a traicionarme.

Rin se pone de pie, se baja la falda y vuelve a sentarse. No puedo dejar de pensar en que la única prenda que le queda puesta son sus braguitas. Se estira para coger el camisón y veo el contorno de uno de sus senos cuando extiende el brazo. Su camisón no tiene tirantes, se ata con una cuerda alrededor del cuello. Rin nunca deshace el nudo pero esta vez tira de uno de los extremos de la cuerda y lo desata.

La impresión me hace despegar los ojos del espejo. ¿Por qué ha desatado la cuerda del camisón?

-Len, átamelo -la escucho decirme.

Me pongo de rodillas detrás de ella y le aparto el pelo a un lado. Lo último que deseo en este momento es atarle el camisón. Lo que quiero es quitárselo. Le hago un nudo rápidamente antes de hacer algo indebido.

-¿Así o más flojo?

-Así está bien. Gracias.

Le rodeo la cintura con los brazos y apoyo la cabeza en su hombro derecho.

-¿Por qué estaba la cuerda del camisón desatada? Tú nunca deshaces el nudo. -Noto cómo se tensa su cuerpo entre mis brazos. Seguramente se esté preguntando cómo lo sé-. Te he visto a través del espejo del tocador. -Rin no dice nada pero yo necesito saber por qué ha desatado la cuerda del camisón, así que insisto-. ¿Por qué has hecho eso, Rin?

-No puedo explicártelo -responde con tono de burla tras unos segundos de silencio.

No puedo evitar echarme a reír. Se está vengando de mí por no haberle explicado por qué pienso que es buena idea el cambiarme de habitación. La abrazo más fuerte.

-Qué rencorosa -digo en broma-. Ahora que te has puesto el camisón creo que es hora de que me vaya -añado soltándola.

-¡Espera! -Rin se levanta rápidamente de la cama y se coloca delante de la puerta-. Quédate conmigo.

-Sabes que no puedo, Rin. -La principal razón es que esta ya no es mi habitación pero por otro lado sigo acalorado por haber visto a mi hermana desnudarse a través del espejo. Tengo que marcharme antes de hacer algo que la horrorice.

-Mamá y papá no se enterarán.

-¿Y cómo lo harás para que no nos descubran? -pregunto cruzándome de brazos.

-No se enterarán si vuelves a tu habitación antes de que se despierten.

-¿Y si mamá se levanta a media noche y se asoma para ver si estoy en mi cama?

-¿Cuántas posibilidades hay de que eso pase?

-Las suficientes para no quedarme.

Rin aprieta los puños, frustrada.

-¿No hay nada que pueda hacer para que te quedes?

-No -respondo con suavidad.

-Quédate por lo menos hasta que me quede dormida -me pide. Vacilo unos instantes-. Por favor.

Suspiro profundamente cerrando los ojos. Mi hermana es tozuda como una mula y sé que no va a darse por vencida.

-Sólo hasta que te duermas -le advierto.

Nos dirigimos a la cama. Me siento con la espalda apoyada contra el cabecero y Rin se tumba sobre el costado mirando hacia mí.

-Buenas noches -susurro.

-Buenas noches. -Cierra los ojos y una sonrisa se extiende por su rostro cuando le acaricio el cabello.

Me quedo observándola en la oscuridad mientras espero a que se quede dormida.

* * *

Ya estoy dando cabezadas cuando percibo un movimiento por parte de Rin. Casi me duermo antes que ella... Se ha colocado boca arriba con las manos apoyadas sobre la almohada a ambos lados de su cabeza. Me muevo para bajarme de la cama y, al hacerlo, la luz de la luna que entra por la ventana ilumina tenuemente su rostro. Sus párpados cerrados y su lenta respiración me indican que está dormida. Me quedo mirando fijamente sus labios entreabiertos. ¿Cómo será besarlos?

Me reprimo a mí mismo por mis pensamientos. Un hermano no debe preguntarse esas cosas. Pero me muero de ganas por obtener una respuesta. Sin poder controlarme, me inclino y beso sus labios.

Me obligo a separarme de ellos, me bajo de la cama y salgo de la habitación. Apoyo la espalda contra la puerta y me deslizo hasta quedar sentado llevándome una mano a la boca. No puedo creer que mis impulsos hayan vuelto a controlarme. Debería sentirme asqueado por haber besado a mi hermana pero deseo con todas mis fuerzas volver a probar sus labios. Lo que me hace llegar a una conclusión:

Mis deseos por explorar su cuerpo cuando solo se cubría con una toalla, mis erecciones cuando acaricié su espalda y cuando me besó el cuello y aquel pensamiento impuro en el que le hacía el amor solo terminan de convencerme de algo que ya sospechaba.

Me estoy enamorando de Rin.

Me estoy enamorando de mi propia hermana.

Rin X Len - AdolescenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora