Rin y Len son dos hermanos gemelos unidos por lazos muy fuertes. Pero el amor que sienten el uno por el otro no es sólo un amor fraternal. Descubre desde el punto de vista de cada uno cómo reaccionan cuando se dan cuenta de la existencia de esos sen...
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Abro los ojos lentamente y pestañeo varias veces hasta ahuyentar el sueño. La lenta respiración de Len me hace cosquillas en la cara y yo contemplo su rostro en silencio. Siempre me despierto antes que él.
Me llamo Rin Kagamine y Len es mi hermano gemelo. Es un chico muy guapo y no lo digo porque sea su hermana. Ambos tenemos dieciséis años pero el rostro de Len aún conserva muchos rasgos de niño. Es cuatro centímetros más alto que yo, delgado, con unos hermosos ojos azules y el cabello rubio recogido en una pequeña coleta. Y en cuanto a mí... soy exactamente igual que él pero en chica.
Aunque ya tengamos dieciséis años todavía seguimos durmiendo juntos. Llevamos compartiendo habitación y cama desde que éramos bebés. Hace unos años, nuestros padres intentaron cambiar a Len a otra habitación pero, como yo sufría muchas pesadillas y me daba miedo dormir sola, desecharon la idea. Para que no tuviera tanto miedo, Len entrelazaba los dedos de su mano derecha con los míos y pasaba su brazo izquierdo sobre mi cintura para que yo me sintiera más protegida.
Ya no paso miedo por las noches pero, como nos acostumbramos a dormir así, siempre amanecemos abrazados y con las manos unidas. Justo como en este mismo instante.
-Len -susurro-. ¡Len!
Len se despierta lentamente y se pone boca arriba, liberándome de su abrazo y soltando mi mano.
-Buenos días -susurra desperezándose.
-Buenos días.
-¿Volviste a tener pesadillas? -me pregunta como cada mañana.
-No, hace mucho que no las tengo.
-Mejor. ¿Qué hora es?
Me apoyo sobre el codo para mirar por encima de su hombro, pues el reloj está a su espalda sobre la mesita de noche.
-Son las diez -susurro.
-Deberíamos prepararnos para bajar a desayunar. Mamá no tardará mucho en venir a buscarnos.
-Sí, buena idea.
-Entonces has dormido bien, ¿no?
-Sí. ¿Len? -digo tras una pausa.
-¿Sí?
-¿Por qué seguimos susurrando? -pregunto en un susurro y después se me escapa una risita.
-No lo sé -dice en voz alta, y se ríe también.
-Voy a ducharme. -Salgo de la cama y me dirijo al cuarto de baño que tenemos en nuestra habitación. Cierro la puerta, abro los grifos, me quito el camisón blanco y, cuando el agua está caliente, me meto en la bañera.
Esta es una de las pocas cosas que no hago con Len. Cuando éramos más pequeños sí nos duchábamos juntos pero hace ya varios años que dejamos de hacerlo. Pensándolo bien, me daría muchísima vergüenza que Len me viese desnuda. Aunque ya tenga dieciséis años no tengo el cuerpo que le correspondería a una chica de mi edad. Sigo siendo tan plana como una tabla de planchar y no estoy segura de que fuese del gusto de Len...
