Parte 4/6. Versión Rin

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      Unos nudillos llaman a la puerta de mi habitación y, antes de que hable, ya sé que se trata de Len.

-¿Puedo pasar?

-Adelante.

Len entra en mi habitación y cierra la puerta a su espalda.

-¿Todavía estás así? -me pregunta señalándome-. ¿Vas a dormir vestida o qué?

-¿Y tú qué? Tú tampoco te has puesto el pijama -protesto cruzándome de brazos. Aunque en realidad no me he puesto el camisón todavía porque pienso que cuanto más tiempo tarde en prepararme para irme a la cama, más tiempo estará Len conmigo.

Len pone los ojos en blanco, me da un beso en la frente y me dice:

-Buenas noches. -Se da media vuelta y camina hacia la puerta.

-¡Espera! -exclamo rápidamente agarrándole de la muñeca-. ¿No vas a quedarte hasta que me vaya a la cama?

-Te dije que vendría a darte las buenas noches no que me quedaría hasta que te fueses a acostar. -Yo le miro haciendo un puchero-. ¿Cuánto vas a tardar? -me pregunta sentándose en mi cama.

-Lo que tarde en ponerme el camisón. -Me dirijo al armario, saco mi camisón blanco y camino hasta el lecho.

-¿No vas a ponértelo en el baño?

Mamá me prohibió cambiarme en presencia de Len. Debería hacerla caso pero nunca he obedecido sus órdenes. ¿Por qué iba a empezar ahora? Además, Len no sabe nada sobre la prohibición de mamá.

-¿Cuándo me he puesto el camisón en el baño? Tú no mires y ya está. -Me siento al otro lado de la cama de espaldas a Len. Me descalzo, me saco la sudadera y el sujetador y después me bajo la falda. Cojo el camisón y lo observo. No lleva tirantes sino que se ata con una cuerda alrededor del cuello. La cuerda ya está atada porque nunca deshago el nudo cuando me lo quito. Esperando que Len no sé de cuenta, agarro uno de los extremos de la cuerda y tiro para deshacerlo. Quiero volver a sentir los dedos de Len tocando mi piel y esta es la única manera de conseguirlo. Me meto el camisón por la cabeza y me sujeto la parte de arriba para que no se me caiga-. Len, átamelo.

Len se pone de rodillas detrás de mí. Me aparta el pelo a un lado y me ata la cuerda del camisón. Yo cierro los ojos mientras lo hace y disfruto de su contacto.

-¿Así o más flojo?

-Así está bien. Gracias.

Len me abraza por detrás y apoya la cabeza en mi hombro derecho.

-¿Por qué estaba la cuerda del camisón desatada? Tú nunca deshaces el nudo.

Hay algo en la voz de Len que me hace pensar que sabe cuál es la respuesta. Pero ¿cómo podría saber que he sido yo?

-Te he visto a través del espejo del tocador -dice Len como si me hubiese leído el pensamiento-. ¿Por qué has hecho eso, Rin?

No voy a decirle que quería volver a sentir sus dedos rozar mi piel. Es mi hermano. A saber qué podría pensar de mí.

-No puedo explicártelo -respondo con tono de burla.

Len se ríe y me abraza más fuerte.

-Qué rencorosa -dice en broma. Se ha dado cuenta de que estaba imitándole en el momento en el que me dijo que no podía contarme por qué pensaba que era mejor que durmiésemos separados-. Ahora que te has puesto el camisón creo que es hora de que me vaya -dice soltándome.

-¡Espera! -Me pongo en pie rápidamente y me coloco delante de la puerta-. Quédate conmigo.

-Sabes que no puedo, Rin.

-Mamá y papá no se enterarán.

-¿Y cómo lo harás para que no nos descubran? -pregunta cruzándose de brazos.

-No se enterarán si vuelves a tu habitación antes de que se despierten.

-¿Y si mamá se levanta a media noche y se asoma para ver si estoy en mi cama?

-¿Cuántas posibilidades hay de que eso pase?

-Las suficientes para no quedarme.

Aprieto los puños. No lo estoy consiguiendo y estoy empezando a frustrarme.

-¿No hay nada que pueda hacer para que te quedes?

-No -responde Len con suavidad.

-Quédate por lo menos hasta que me quede dormida -le pido. Len titubea durante unos segundos-. Por favor.

Len cierra los ojos y suelta un profundo suspiro. Creo que se ha rendido.

-Sólo hasta que te duermas -me advierte.

Len y yo nos dirigimos a mi cama. Yo me tumbo de lado mirando hacia Len y él se sienta con la espalda apoyada contra el cabecero.

-Buenas noches -me susurra.

-Buenas noches. -Cierro los ojos y en seguida siento los dedos de Len acariciar mi cabello con suavidad. Sonrío sin poder evitarlo. No he conseguido convencerle de que se quede a dormir en mi habitación pero esto es mejor que no tener nada.

Con cada una de las caricias de Len mi cuerpo se va relajando más y más... hasta que me quedo dormida.

* * *

Estoy atrapada entre la consciencia y el sueño. No estoy lo suficientemente dormida para no darme cuenta de mis propios movimientos pero tampoco estoy lo bastante despejada para despertarme del todo. Llevo demasiado tiempo en esta postura así que me coloco boca arriba con las manos apoyadas encima de la almohada. Siento la cama moverse, signo de que Len aún sigue en mi habitación.

A los pocos segundos, siento una delicada presión sobre mis labios, como si alguien estuviese besándolos, pero desaparece antes de que pueda saberlo a ciencia cierta. Siento la cama moverse nuevamente, oigo unos pasos y por último el ruido de la puerta al abrirse y cerrarse.

El sonido termina de despertarme. Abro los ojos en la oscuridad, me siento y miro hacia la abertura por la que ha desaparecido Len. Me llevo una mano a la boca. ¿Lo que he sentido ha sido un beso de Len? ¿Mi hermano me ha besado en los labios?

Debería sentirme asqueada pero la emoción que inunda mi pecho expresa todo lo contrario. Y eso me hace llegar a una conclusión:

Lo que sentí cuando Len acarició mi espalda, mi rotunda negativa a que mis padres alejasen a Len de mi lado y el hecho de haber deshecho a propósito el nudo de mi camisón para poder volver a sentir los dedos de Len sobre mi piel no son más que indicios de una verdad que he estado intentando ocultarme a mí misma.

Me estoy enamorando de Len.

Me estoy enamorando de mi propio hermano.

Rin X Len - AdolescenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora