Rin y Len son dos hermanos gemelos unidos por lazos muy fuertes. Pero el amor que sienten el uno por el otro no es sólo un amor fraternal. Descubre desde el punto de vista de cada uno cómo reaccionan cuando se dan cuenta de la existencia de esos sen...
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Me despierto con los primeros rayos de sol que entran por la ventana de la habitación de invitados. Qué extraño se me hace que no me despierte Rin... Me pesan mucho los párpados debido a lo poco que dormí anoche. Ahora que sé a qué se deben mis erecciones y los impulsos que me dominan cuando estoy a solas con Rin me invaden nuevas dudas. ¿Por qué no me detuvo cuando acaricié su espalda desnuda? ¿Por qué me dio aquel beso en el cuello? ¿Por qué desató el nudo de su camisón?
¿Es posible que ella también sienta cosas prohibidas por mí?
Me levanto de la cama y salgo de la habitación arrastrando los pies. No necesito vestirme porque anoche no me puse el pijama. Me dejé caer sobre las sábanas con zapatos y todo.
Me detengo delante de la puerta de la cocina. Lo cierto es que no tengo apetito así que decido coger un libro y ponerme a leer en el sofá del pasillo. Me dejo caer cuan largo soy con la cabeza apoyada en el brazo del diván y en seguida me quedo dormido con el libro abierto sobre el pecho.
Estoy con Rin en su habitación. Está tumbada boca arriba en la cama y yo estoy a horcajadas sobre ella, con las rodillas a ambos lados de sus caderas y las manos apoyadas a orillas de su cabeza. Tiene las piernas ligeramente flexionadas y el camisón se le sube hasta cubrirle solo la mitad superior de los muslos. Una lágrima cae por la comisura de su ojo pero no parece disgustada. Sus manos se entrelazan en mi nuca y susurra:
-Len, hazme tuya.
Me dejo caer sobre ella y la beso apasionadamente, a lo que me corresponde sin titubear.
-Rin... -murmuro contra sus labios.
Cuando me despierto, eso es lo único que consigo recordar de mi sueño. Mis pensamientos impuros no me dejan ni cuando duermo.
* * *
Cuando Rin termina de comer, se levanta de la mesa y me hace una seña con el dedo para que la siga antes de desaparecer por la puerta. Aún me queda comida en el plato pero aún así voy tras ella. De todas formas sigo sin tener mucha hambre. La veo entrar en su habitación y, cuando la imito, cierra la puerta y echa el pestillo.
-¿Qué estás haciendo? –le pregunto. Aunque tengo una ligera sospecha.
-No te vas a mover de aquí hasta que no me digas lo que quiero saber –me advierte cruzándose de brazos y colocándose delante de la puerta.
Mi sospecha era acertada. No es la primera vez que se encierra conmigo en una habitación con el objetivo de sonsacarme información. A veces le sale bien y confieso pero otras veces nos hacemos daño cuando Rin intenta retenerme y yo me resisto.
Pero en este momento no puedo permitirle hacerme confesar.
Doy un paso hacia la puerta y Rin me da un empujón en el pecho. La agarro de los brazos y tiro de ella para apartarla pero ofrece resistencia impulsándose hacia el lado contrario.
