I. n e f a r i o u s (1/2)

236 36 116
                                    

Las mañanas no eran tan vacías en casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las mañanas no eran tan vacías en casa. Tampoco lo era el cielo, y la luz que se colaba por la extraña ventana y el extraño techo. Extrañaba muchas cosas, pero todo lo que necesitaba lo tenía ahí mismo, descansando plácidamente en su pecho, con los ojos azules feroces cerrados y sus largas pestañas creando sombras en sus pómulos marcados; dedos curiosos posados delicadamente sobre capas y capas de piel que se asemejaban al sol.

Sabía que Louis estaba despierto, lo había estado por horas; pero siempre tenían la costumbre de quedarse tumbados en la cama incluso si no estuvieran haciendo nada, sólo respirando la cercanía del otro y compartiendo sueños silenciosamente.

Harry paseó vagamente sus dedos por los cabellos alocados de Louis, enterrándolos hasta la raíz y suspirando, contemplando la forma en que su novio relajaba sus músculos y huesos y su respiración se hacía lenta y suave, sin seguir un ritmo en particular.

Estaba cansado. Ambos lo estaban. Pero Louis jamás lo demostraría, nunca podría. Siempre pondría una sonrisa en su rostro y jalaría del cabello y de las manos de Harry diciéndole que continuaran con su próxima aventura, que quería seguir conociendo y adentrándose y descubriendo aunque todo eso lo estuviera matando. Cada célula de su cuerpo gritando que volvieran, que parara ya, y Harry quería hacerlo también, gritarle que ya no era bueno para nadie, ésto de seguir huyendo y huyendo y huyendo como un ciclo estúpido y sinfín. Quería, quería, jodidamente quería decirle a Louis que todo iría bien si volvían, que su madre y sus hermanas han estado esperándolo en casa por casi un año, muertas de la angustia porque no habían sabido nada de él en meses, o al menos desde la última vez que Harry no pudo soportarlo más y contestó el maldito teléfono. Louis lo descubrió, tomó un cuchillo del restaurante de un hotel que ya no recordaba y amenazó con clavarlo en su yugular si no cortaba la llamada.

Ese día se largaron a otra sucia ciudad que abandonarían igual que todas las demás cuando Louis se hartara, y nunca más volvieron a hablar de eso.

Louis lamió uno de sus pezones y luego sonrió, levantando la cabeza para mirarlo. —Buenos días.

Harry sonrió de igual forma, sus párpados pesados y sus pies atrapados con los de Louis.

—¿Dormiste bien, hmmm? —preguntó en un susurro, su voz sonando rara dentro de sus propios oídos.

Louis intentó morder los dedos que descansaban sobre su cráneo, aún acariciando, y Harry los apartó rápidamente, decidiéndose por lamer la punta de su nariz.

—Qué asco —dijo apartándose y seguidamente pateando su pantorrilla.

—No dices eso cuando le hago eso a tu culo —dijo Harry, articulando cada palabra con una mueca pervertida. —De hecho, creo que hasta te escucho gritar del placer cuando te vienes en las sábanas sólo con mi lengua...

—Oh discúlpeme, señor lengua-milagrosa. Imbécil. —Se burló Louis rodando los ojos y sus uñas arrancadas hasta la cutícula atacaron la carne de labios de Harry; una sonrisita ganadora en su boca—. Estoy seguro de que hay mejores allá afuera.

Dépaysement Donde viven las historias. Descúbrelo ahora