IV. b l o o d s t a i n e d

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~Les recomiendo 100% que lean con la canción, sobre todo en la parte de l & h solos. Lxs amo demasiado babes <3~

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No había ventanas en el edificio; sino demasiadas voces mezcladas en el aire y una luz parpadeante que vagamente alumbraba sus contornos. Las escaleras eran de madera podrida y rechinaban bajo sus pies. Olía a sexo y hierba y las paredes estaban cubiertas de extraños retratos y manchas; la eminente filtración de agua haciendo estragos en el feo tapete de uvas que las revestía.

Nick caminaba delante de ellos con cierta vacilación, sus pies se arrastraban prudentemente sobre el suelo agrietado y de vez en cuando le lanzaba miradas indescifrables a Harry sobre el hombro.

Y es que, él entendía perfectamente lo incómodo y raro que podía resultar ésto; porque lo experimentó desde el primer momento en que sus ojos volvieron a conectarse después de todo éste tiempo, pero si Louis y él tuvieran otra opción ni siquiera hubiera vuelto a saber de él en primer lugar.

—Obviamente no es el lugar más lujoso y probablemente haya mierda de gato en sus zapatos; pero es todo lo que puedo ofrecerles. Y la droga es, bueno, regular. De todos modos no es como si se pudiera encontrar mierda buena de éste lado de la ciudad. —Nada de Nick había cambiado. Su voz, su rostro, su postura y la seguridad con la que se manejaba, todo seguía igual.

Y Harry no sabía si debía sentirse confortado o perturbado por eso. Quien sea que dijo que las personas cambian, podía metérselo por el culo. Después de todo, fue él quien le cortó mientras estaban drogados en su apartamento de porquería en Londres y le gritó que se pudriera en el infierno.

Finalmente apretó los labios y se obligó a sí mismo a respirar.

—Ésto... es. Es perfecto, Nick, en serio. Gracias —dijo, su mente aún sumergida en corrientes violentas que le dificultaban pensar racionalmente.

Nick asintió dudosamente, y sus labios se curvaron hacia arriba en un intento de sonreír, pero todo lo que salió fue una mueca torcida, y siguió caminando.

Louis no abandonó el lado de Harry ni por un segundo, dedos frágiles y tensos envolviéndose alrededor de su muñeca como si su vida dependiera de ello. Extrañamente no se había cuestionado nada aún, y Harry estaba infinitamente agradecido por ello. No era capaz de lidiar con tanto al mismo tiempo, incluso por más que intentara convencerse de lo contrario.

—Oh, ¿quién es él? —masculló Louis, y era la primera vez que pronunciaba palabra en horas. Seguidamente se agachó a acariciar una bola de pelos que se había enrollado en su pierna.

Su pelaje era de distintos colores oscuros y acabados y tenía los ojos amarillos.

Nick paró en seco y se giró en sus talones, arqueando una ceja y clavando la mirada en el animal a los pies de Louis.

Chasqueó la lengua y agitó la mano como si no fuera nada. —Ella. Se llama Perra, es de mi vecino. Se supone que debo estar cuidándola, pero la hija de puta sigue escapándose por la ventana. De hecho... —tragó saliva, bajando la mirada a sus pies y luego a ellos—. Ya estamos aquí.

Señaló con la cabeza a la puerta en frente de él, y se sacó un juego de llaves del bosillo, agitándolas frente a sus ojos.

—El señor Gorski se fue a Australia por el funeral de su madre, o algo. No estará por varios días, así que pensé que no habría ningún problema en que se quedaran aquí. ¿Qué dicen?

—Perra cagó en la alfombra —replicó Louis detrás de él, y Harry respiró hondo.

—Es brillante. Nos servirá. Erm... gracias de nuevo, Nick. Te lo compensaremos, de verdad. Yo, eh, lamento aparecerme de ésta forma, ni siquiera estaba seguro si seguías en Berlín, así que...

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