II. n e f a r i o u s (2/2)

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De repente, estaban parados sobre un charco de sangre. Y había ruido en sus oídos, una mezcla perturbadora entre llantos de niños y huesos rompiéndose y la canción favorita de su madre. Le resultó gracioso que pudiera recordarla, aunque era más bien un castigo.

Esa noche cuando volvieron al motel no desperdiciaron ni un segundo. Harry empujó a Louis contra la cama en la que probablemente un millar de personas más habían follado y otros cien viejos se habían masturbado y ató sus manos a la cabecera, los sonidos que emitía se sentían confusos y distantes en su cabeza, como una bomba a miles de kilómetros de ellos que podía sentir vibrando en su pecho. Luego de arrancar su ropa y tenerlo completamente desnudo sobre el colchón, abrió sus piernas y se lamió los labios al tener tal vista justo a centímetros de él, casi intocable como lo era Louis, arte y vida y puta salvación, y tocó su entrada con tres dedos para después enterrarlos y junto a ellos su lengua, el cuerpo entero de Louis retorciéndose bajo él; vibraciones y gritos y el más dulce olor, ese que entraba en la nariz de Harry y quemaba sus tripas y lo traía loco.

Louis luchaba por librarse del agarre y lloriqueaba por más más más y movía salvajemente sus caderas en busca de fricción, de algo, hasta que Harry lo obligó a quedarse quieto cuando presionó la punta de su pene contra él, sintiéndolo en todo su cuerpo como un maldito incendio forestal, y clavando a sus dientes en sus clavículas lo introdujo por completo en la estrecha y caliente cavidad, sumergiéndose en un mundo en el que no pudiera escapar, sus uñas enterrándose en las caderas de Louis y su boca bebiendo de sus gemidos como si ésto fuera a salvarlo de un pecado mortal aunque Harry creyera fielmente que éste se hallaba en la espina dorsal de Louis y en la curva de su culo como si fuera todo lo que recordara de una vida pasada y estuviera repitiéndoselo fuertemente a sí mismo para nunca más olvidar.

El obsceno sonido de las bolas de Harry chocando contra el culo de Louis se convirtió en todo lo que podía escuchar y respirar y Harry aumentó las violentas embestidas hasta que no hubo lugar dentro de Louis al que ya no hubiera llegado. La maldita cama rechinaba estridentemente con cada choque y el consolador se cayó de donde descansaba sobre la mesa y Harry envolvió la totalidad de la espalda de Louis con su brazo cuando ésta se arqueó en placer puro, su boca buscando ciegamente a la de Harry por encima del ruido y de la pasión con la que se sacudía su cuerpo.

Las últimas embestidas fueron borrosas y firmes, manos y dientes y piel, Harry presionando a su cuerpo contra Louis con tanta fuerza que temió aplastarlo hasta matarlo, así que sólo se concentró en llevarlo hasta el borde del pequeño Universo que habían creado y apretó los párpados, su polla saliendo de él por unos segundos para luego enterrarse nuevamente en él, duro y profundo.

Louis se había corrido con un grito, sus ojos volteados hacia atrás de su cabeza y sus torsos cubiertos con franjas blancas impregnándose en la piel.

Su agujero se llenó del semen de Harry y cuando éste, en medio de los espasmos que dejó tal jodidamente maravilloso orgasmo, observó la bella y retorcida y casi tortuosa forma en que el líquido se deslizaba por sus nalgas y sus piernas, tal imagen indudablemente retorcida y magistral por algún motivo despertó su deseo de fotografiar al escenario entero.

Y aquí estaban ahora. Harry parado a los pies de la cama con su cámara y Louis, en cuatro, por supuesto, su culo al aire y su cabeza escondida entre sus brazos, su cabello hecho un desastre al igual que su piel; marcada por los dientes y los dedos y el jodido semen de Harry.

Harry realmente estaba apasionado, tomando todas las fotografías que podía desde cualquier ángulo posible, y es que verdaderamente era algo digno de estar colgado en el puto Louvre.

La tenue luz de la habitación combinada con la cínica silueta de la noche y las exhaustas voces del mundo exterior se posaban sobre el cuerpo de Louis como un millón de rosas y lugares perfectos desapareciendo en cada curva.

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