La princesa Lizette caminaba sin rumbo, con la vista pérdida en un punto que ni ella misma podría aclarar. Estaba devastada, cansada y adolorida, todo aquello que ha pasado en los últimos meses la tienen completamente destrozada.El príncipe…..ahora Rey Armin, aquel hombre con el que conoció el amor, se había convertido en lo que ahora más temía el mundo.
El Conquistador.
Nadie sabe a ciencia cierta de sus razones del porque ha comenzado una guerra con todo el mundo, con toda persona, con todos los reinos, solo los que lo confrontan han siquiera logrado verle los ojos y para su sorpresa…..sin brillo en ellos.
Durante los últimos meses, solo ha recibido las suplicas de apoyo a otros reinos, unos tan pequeños que ni siquiera su padre intentaría reinar pero para el nuevo rey, sí que importaban, su poder es inmenso, tanto en territorio como en armamento, nadie lo puede parar.
Por esa razón no ha podido parar de llorar, de rogar al cielo, a los dioses elementales que hagan algo, que lo paren, que lo hagan recapacitar, pero…..nadie puede y todo porque, por su culpa, debió desobedecer a su padre cuando tuvo la oportunidad, cuando ella y el chocaron ojos en su falsa partida, cuando le dijo mentiras, cuando….le destrozo el corazón.
No ha sabido noticias de él y su ejército desde que destruyo las tierras del este, lugar y sede del reino de Luz, aquel lugar gobernado por un amigo propio de ella, el Rey de Luz, hombre increíblemente parecido a Armin pero muy distintos a la vez. La última vez que lo vio fue en su boda con otra princesa de un elemento totalmente opuesto al de él, la misma historia pero diferente final, solo espera que no le haya pasando nada malo y hay podido huir antes de la caída de su reino.
-Hija! Detente!.- le grito su madre quien corría cansada para alcanzarla.- Hija acaso no me escuchabas cuando te llame.
-Lo siento madre pero ahora n-
-Ven debemos irnos, tu padre ya autorizo nuestra salida, debemos irnos.- anuncio con nerviosismo en su voz, tenía el rostro pálido y parecía muy asustada.
-Que sucede madre?.- pregunto, su madre ni siquiera la escucho, había comenzado a hablar tan rápido que ni siquiera ella era capaz de entenderse.
-Ven, vámonos.- Dijo al final tomando la mano de su hija y jalándola hasta adentrarse al castillo.
Ambas caminaron con rapidez, su madre volvió a hablar cosas sin poder entenderla, su mano apretaba con fuerza el agarre con ella, estaba sudada y el cuerpo le temblaba demasiado, sobra decir que incluso su rostro reflejaba terror sin poder ocultarlo.
Al final se cansó.
Se detuvo con fuerza y deshizo el agarre con brusquedad, estaba enojada de que nunca le hagan caso, estaba cansada, lastimada, dolida y destrozada que ya no le importaba lo que sus padres le dijeran, ya había aguantado mucho, había perdido mucho de solo hacer lo que sus padres dijeran.
-Madre.-dijo con enojo en su voz.- que sucede!.- lo último sonó a orden, pero no le importo, de alguna forma u otra conseguiría las respuestas que quería.
Su madre se había asustado, no por nada había parado de hablar una vez escucho que su hija le gritara. La miro sin creerse lo que pasaba en ese momento, pero, al ver que su hija no se movería hasta que ella le dijera lo que ocurría decidió decirle la verdad…..por primera vez.
-El prin…..Rey Armin, piensa atacar el reino del príncipe Dray.- dijo con rapidez sin dejar de mover sus manos en señal de incomodidad.
-Dray.- pronuncio sorprendida llevándose la mano a la boca.- como sabes eso, Madre?.- pregunto aun sorprendida y al vez algo asustada.