capítulo 7

45 4 0
                                    

Entré al establecimiento escuchando una campanilla encima de mí. Extrañado fijé mi vista en el techo y quise reírme por lo iluso que me pude haber visto mirándola desconcertado. Ahora caía en cuenta que necesito salir más, debido a que no conocía muchas cosas del exterior, por ejemplo; que en las cafeterías ponían campanillas en la entrada para que se escuche cada vez que entren. Puede que la mayoría lo tomé como algo común, pero para mí era algo magnífico e interesante. Me estaba perdiendo de mucho por estar en el castillo. Era frustante.

Nuevamente tomo mi postura y observo el establecimiento. Había una que otra persona sentada desayunando, parecían concentradas en su comida, algo que agradecí.

Caminé hasta el mostrador intentando encontrar a Lili con la mirada. Fruncí el ceño, al parecer había más personas atendiendo pero ella no se encontraba en ninguna parte. Sentí que alguien me miraba con intensidad, así que por instinto volteo instantáneamente creyendo que podría ser ella, algo que es descartado en el momento por una señora rechoncha cruzada de brazos.

— ¿Busca algo jovencito?- pregunta con voz severa y autoritaria. Parecía enfadada conmigo, no entiendo el porqué. Trago saliva con miedo.

— Buenas tardes señorita, deje presentarme, soy el príncipe Kendall Erlich.- estrecho su mano con educación.- Y efectivamente, busco a la joven Liliana Houston, tengo que resolver un asunto con ella.

La señora parecía que iba a desmayarse ahí mismo, estaba de todos los colores.

— Usted es... ¿E-l prí-cin-pe, k-kendall?

— Así es...- digo extrañado, ¿no me recordaba acaso?

— Perdóneme su majestad, no fue mi intención ser grosera, no piense mal. He tenido varios problemas cuando llegan así buscando algo, por eso mi comportamiento.- decía tan rápido mientras limpiaba el sudor de su frente.- Me alegra que venga, ¿Quiere algo de desayunar? Sabe que a usted no le cobraremos nada, es por parte de la casa.

Sonreí amigable— No se preocupe damisela, está bien, la comprendo y gracias por su cordial invitación a consumir comida aquí, pero tengo prisa, vine a buscar a la joven Liliana  como se lo mencioné hace unos cuantos minutos. Necesito hablar con ella.

— Me parece perfecto, pero ella todavía no llega al trabajo, su turno es en la tarde. ¿Gusta que le dé su número?

— Oh está muy bien, si no es mucha molestia.

— No lo es en absoluto su majestad, vuelvo enseguida.

Se va dando pasos rápidos. Me rasco la nuca incómodo, solo quería hablar con Lili. ¿Porqué resulta tan difícil hacerlo?

A lo lejos logro escuchar a una entrevistadora dándole la bienvenida a mi hermano en la televisión. Me acerqué a mirarlo. Puff, ahora se encuentra en USA. Me recargo en un barandal observando la entrevista.

« Esto ya tiene tiempo, es mas que claro...»

Divago por mis pensamientos sutilmente y tengo razón al respecto. Tenía unos cuantos meses esa entrevista. Recuerdo cuando lo mencionó una vez en la cena de todos los viernes. Debería ser que lo hayan repetido en el canal. No le tomo interés y meto mis manos a los bolsillos con aburrimiento.

Pasaron varios minutos y aún seguía esperando el número. Comienzo a desesperarme, aunque me mantenga con tolerancia. Miraba el reloj de mi mano, hace exactamente veinte minutos la señora fue a buscarlo. Respiré profundo observando un punto fijo.

—Su majestad, disculpe la demora. No encontrabamos el número, pero ya lo tengo aquí.— Lo extiende y me lo da.— ¿Seguro no quiere algo?

Sonrío victorioso. Por fin lo tenía. — Oh, estoy muy agradecido con usted, que amable fue de su parte por entregarlo y no, solamente venía por eso. Vendré luego a comer, téngalo por seguro.

Los Gemelos Erlich Donde viven las historias. Descúbrelo ahora