Capítulo 11

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Entonces lo abrió.

Se podía divisar una pequeña cajita a lado de unos papeles; sin embargo la caja llamó más mi atención porque era larga y delgada.

-¿Qué es lo qué hay en esa cajita?-pregunto intrigado.

-Es la mejor parte.-carraspea intentando similar su nerviosismo.

La sostiene con delicadeza como si fuera algo de cristal. La abre lentamente y por fin deja ver el contenido.

Ahí estaba. Había una navaja española  de cazador muela. Ese era el nombre de aquellas navajas artesanales. Era resplandeciente, ya que estaba bastante afilada. No tenía ningún abolladura. Era una pieza nueva y genuina.

-¿Porqué usted tiene esto? ¿Ya se le olvidó que soy de la realeza?-cuestiono abrumado. Tallaba mis ojos con lentitud.-De verdad quiero una buena explicación.

-La tiene su majestad. Sólo tenemos que sentarnos a conversar como gente civilizada.-lo dijo en un tono tan sutil y formal. Después se sentó en el sillón de piel que había a unos cuantos metros-. Sé que le terminará gustando la idea.

-Espero que tengas los suficientes argumentos.-suspiro cansado.

Camino hacia el lugar en donde se encuentra un sillón  opuesto en el que está Miguel y me siento.

-Su majestad, entiendo que usted es una persona respetuosa y honorable, pero de verdad le va agradar esta idea.-traga saliva notoriamente-. Yo soy nuevo en esto de manejar y últimamente lo he estado viendo a la defensiva. No está mal portar una arma, aparte que usted es un príncipe prestigioso.

-¿En dónde has conseguido esa navaja? Me preocupa que estés en malos pasos. No quiero tener más problemas de los que ya tengo.

-En una tienda antigua...Nada relevante. Sólo de verdad, cuídese mucho, me preocupa su salud alteza. No queremos que llegue mal cuando lo escojan como rey.

-Nadie sabe aún quién ganará, pero acepto el halago.-menciono tranquilo.

-Se lo dejaré para que tome una decisión-. Se levanta del sillón y deja la pequeña caja alargada.-Me dice su veredicto y también sobre cuándo empiezo a trabajar.

-Muy bien Miguel. Se lo haré saber pronto. Por el momento tengo muchas cosas que pensar y por supuesto, planear.

-Lo sé alteza, me retiro.

Camina hasta la puerta con la intención de salir y una duda me invadió por completo.

-Tengo una pregunta Miguel. Espero puedas responderla con honestidad.

Su cuerpo se tensó por unos segundos. Después volteó a verme directo a los ojos.

-¿Cuál es su pregunta?

-¿Usted siempre viene armado? Y si es así ¿Qué tipo de arma utiliza?

Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. Era ilegal portar armas de cualquier tipo, a excepción de los guardaespaldas. Miguel sólo era un conductor y antes de contratarlo, debió haber firmado algunos requisitos y leer el reglamento.

-Sólo algunas veces; cuando he andado por lugares peligrosos. No traigo algo tan grave, es una idéntica a la que le acabo de regalar. Tengo un historial impecable.

Suspiro un poco más aliviado.

-Está bien, perdón por ser tan inoportuno. Puedes retirarte tranquilo.

Los Gemelos Erlich Donde viven las historias. Descúbrelo ahora