El Mejor Día de la Historia

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El sol brillaba, los pájaros cantaban fuera de mi balcón, mi pequeño hermano no se había acabado toda el agua caliente ni mi cereal favorito. Tampoco había cambiado el orden de mi ropa como era su costumbre —en su joven mente meterse con mi necesidad casi obsesiva de dejar todo organizado de cierta manera era divertido.
Llegué temprano a dar mis clases y salí aún más temprano. Ninguno de mis padres me llamaron y mi impecable ropa no recibió ni una mota de polvo.

Era el mejor día que alguna vez tuve.

—Hey, Seokjin, qué tal. —me sonrió Jun. Él era mi compañero en el comedor al que asistía como voluntario todo los fines de semana. Nos llevábamos bien, una lástima que este era su último día aquí.

—Muy bien, como siempre, mi querido amigo. —le di un fuerte abrazo. Iba a extrañarlo mientras estuviera en esa isla como misionero—. Estoy orando para que tu remplazo sea lo mitad de agradable que tú.

Soltó una carcajada mientras revolvía mi cabello café. —Ojalá fuese cierto que oraste, mi ateo amigo. —Solo sonreí, sin decir nada—. En fin, tu curiosidad sobre mi remplazo puede ser satisfecha ahora. Deja que te lo presente. —me dio una mirada, como si quiera echarme agua bendita... de nuevo. Decidí ignorarla.

Me guió hasta la sala de descanso. Estaba prácticamente vacía, excepto por el alto hombre que me daba la espalda. Parecía estar intentado arreglar un adorno de una bailarina de cerámica que estaba en la mesa de centro.

—Namjoon. Te presentó a Seokjin. —dijo con emoción, exaltándolo.

Namjoon se levantó rápidamente sosteniendo en una mano el brazo de la bailarina y en el otro el resto del cuerpo. Ocultó ambas manos detrás de su espalda para inclinarse en modo de saludo:— Hola, mucho gusto. —sonrió ampliamente, enseñando sus hermoso hoyuelos.

—Hola. —susurré. No me moví, parpadee o si quiera respiré.

—Wah, sí que eres atractivo. No sé que haces aquí cuando podrías modelar. —dijo. Después quiso ocultar su rostro tras su mano, avergonzado, pero el brazo de la bailarina que aún sostenía se lo impidió. Abrió los ojos, sorprendido de ver un brazo de cerámica en su mano.

Me dolían las mejillas de tanto sonreír: —Gracias.

Creo que estoy enamorado.

¿Me Ayudas? [Yoonjin/Sujin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora