Hasta el final de mi vida

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Es desesperante, es injusto, doloroso, te mata día a día, es el enemigo que te clava el puñal en el cuerpo, va de un lado a otro, no para, no descansa, es ágil y silencioso, es malvado, sí, eso, pero al final, muere contigo.

Mi vida era perfecta.

Vivía en un mundo lleno de felicidad, en una burbuja, o quizá en un castillo que de pronto se vio amenazado por una terrible enfermedad que me está matando, y no solo me mata a mí, también la mata a ella.

He tratado de luchar, de vivir, de que no duela, he tratado de no sentir pero es desgastante intentar todo y que al final el resultado valla a ser el mismo. La muerte.

La observo a ella, dormida en la mecedora de la habitación, tiene un libro en las piernas y un mechón de su hermoso cabello largo en la cara, está cansada, lo sé, aunque lo niegue, es imposible ocultar las ojeras, la palidez y la tristeza en los ojos.

Luego me pregunto ¿Qué va hacer sin mí? ¿Quién la besará ahora? ¿Quién le va a cantar, a llorar, quien le sacará una sonrisa que ilumine la habitación, quién le va hacer el amor y la hará gritar de placer, quién se ganará sus lágrimas, enojos y suspiros? Y ese momento en el que pienso quién será el amor de su vida después de mí, siento celos, enojo y rabia.

¡Maldita sea mi suerte! Me voy a morir y ¿Quién se quedará con ella? Solo tiene veinte años, como puedo ser tan egoísta, le estoy arrebatando todo.

Es imposible.

Suelto las lágrimas silenciosas y respiro con dificultad. Miro al techo y luego los cables a los que estoy conectado, el oxígeno, lejos de darme aire, siento que me falta. Maldito cáncer. Ni siquiera hubo tratamiento que me pudiera curar, salvo la operación a la que en unas horas me van a someter, y eso, es solo un intento, no hay mucha probabilidad. Quisiera tener fuerza, esperanza, quisiera ser el mismo Jorge de antes, que nadie ni nada vencería.

Suelto una risa amarga y vuelvo mi vista a Martina, sigue dormida, no se mueve, es la misma de siempre, aunque quizá un poco más madura y triste, pero es la misma que conocí hace seis años, es la misma con la que me case. No puedo evitar que los recuerdos divaguen en mi mente mientras la observo...

Flash...Back...

-¿Tú no eres de por acá o sí?- Preguntó Martina el día que la conocí, mientras yo hacía un viaje por las calles hermosas de Alemania. La miré con una sonrisa y le dije

-¿Y usted como sabe que no soy de por acá?-

-Porque nunca te había visto, además tu acento es mexicano.- Respondió Martina con seguridad-

-Tampoco usted es de por acá, su acento también es diferente- Contesté mirándola con una sonrisa. En aquellos entonces dije "Ella es para mi"

- Soy Martina. ¿Tu cómo te llamas?

-¿Pues pá que te doy mi nombre si te puedo dar mi apellido?

-Caray, pues de donde yo vengo la gente se presenta por su nombre.- Me aseguró ella.

Yo le mostré mi sonrisa una vez más.

-Le voy a dar mi apellido... Es "Blanco" y vállaselo aprendiendo, que es el que va a usar cuando usted y yo nos casemos.-

Se quedó callada de inmediato, sorprendida, yo le guiñe el ojo y seguí mi camino, dejando a mi bella chica tras de mí.

Fin de Flash... Back...

Respire hondo e intente tragarme el dolor que era casi imposible de sobrellevar, me dolía en el alma que la vida me castigara de esa manera cuando todavía quería hacer muchas cosas. Quiero estar en México, mi país, quiero llevar a Martina de viaje a donde le había prometido, quiero regresar a trabajar, quiero entrar por la puerta principal de mi casa y decirle a mi esposa "ya llegue mi amor" quiero volver a probar mi comida favorita, quiero más navidades, cumpleaños, quiero ser papá, ver a Martina con un hijo mío en brazos, disfrutar de mi esposa, quiero ser abuelo y morir hasta llegar a una edad avanzada. ¡No ahora por favor!

One Shots -JortiniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora