Maratón 2/5
—¿Qué pasa aquí, Tomlinson? —volvió a preguntar mi mejor amigo y la verdad es que ni yo sabía que pasaba entre nosotros, si a eso se refería.
—Ryan, depespuepes hapablapamopos —dije hablándole en Jerigoncio, ya que ninguno de mis amigos sabía entenderlo, sólo Ryan.
—Ok —dijo entendiendo.
Sentí la respiración de ____ en mi oído y pude ver que estaba a unos tres centímetros de él. Me agaché para que no tuviera problemas en decirme lo que quisiera.
—Los vimos y nos preguntábamos si quieren jugar con nosotras —me susurró en el oído.
—Les preguntaré —ahora era yo quién le susurraba ante la mirada de mis amigos.
—Bien, es mi turno de jugar, al parecer, nos vemos. Creo —rió.
Mis amigos la miraban raro cuando ella iba caminando hacia la pista, yo también la miré, quería ver cómo jugaba.
Tomó una bola rosa y comenzó a avanzar hacia la pista para tirarla. Se agacho con el pie doblado hacia un lado y tiró.
La bola no titubeó, fue directamente al cono del medio, haciendo caer a todos los conos de sus lados.
Fue el tiro perfecto. Ella tenía talento.
Al mirar a todos los conos en el suelo sonrió y se tiró a abrazar a Camille quién estaba con la boca abierta.
Sonreí y miré a mis amigos, con la boca abierta estaban. Todos.
—¿Quieren jugar con ellas? —les pregunté. Todos sonrieron.
—Claro —dijeron al unísono.
Nos acercamos a ellas y toqué el hombro de ____ quién estaba de espaldas. Se dio vuelta con una sonrisa.
—¿Y bien?
—¿Podemos jugar?
Camille y la chica nueva —Kate— asintieron.
Los chicos se instalaron en las sillas que habían atrás mientras venía un encargado a poner nuestros nombres para comenzar un nuevo juego.
{...}
El orden fue así:
Caitlin – Chaz – Camille – Cheese (Chris) – Kate –Ryan — ____ –Louis.
Caitlin derribó sólo 3 conos, Chaz 5, Camille ninguno, Chris 8, Kate 5, Ryan 9, ____ 1 y yo todos.
Me miró frustrada y yo le guiñé un ojo (algo raro en mí).
—Nunca había hecho una chuza, siempre derribo tres o cuatro, ¿me ayudas?
Cuando llegó nuevamente su turno, me acerqué a ella.
—¿Te enseño?
—Sip.
Tomé su mano con la mía y nos acercamos a tomar la bola, le ayudé luego con sus movimientos, tenía la muñeca muy rígida, tenía que apuntar hacia el medio y tirar, la tiraba muy despacio, la ayudé y logró derribar 8.
—¡Gracias!
Me volvió a abrazar.
Me volví a sentir en el paraíso.