Nunca en la vida, Lucius Malfoy se había encontrado más decepcionado como aquella noche tormentosa en que entró en la habitación donde su esposa recién había dado a luz. Ansiaba fervientemente un hijo varón que portara su nombre y perpetuara el apellido de la familia, llenándolo de orgullo. Un muchacho fuerte y sano que con el tiempo siguiera sus pasos. Pero lo que vio, envuelto en las sábanas sobre los brazos de la sanadora que asistió a su esposa, estaba muy lejos de la realidad...
Las ventanas dobles que estaban junto a la cama se abrieron, dejando entrar una fría ráfaga de aire acompañado de gotas de lluvia que apagaron las velas del candelabro de tres brazos situado sobre la cómoda y las de la araña del techo. La habitación quedó casi en penumbra, a excepción de los fuertes rayos plateados de la luna llena que se colaban por los ventanales.
Con un flojo movimiento de varita, Lucius cerró la ventana y encendió de nuevo todas las luces. Necesitaba ver al recién nacido, saber cómo era, si se parecía a él o a su esposa. Sea como fuere eso no era relevante, lo verdaderamente importante era que su muchacho estuviese sano y que fuese ese hijo varón que tanto deseaba.
—¡Acércate, cariño! —pidió Narcisa con voz cansada, señalando a la criatura que la sanadora tenía en los brazos—. Se parece a ti.
Una sonrisa incipiente se dibujó por inercia en los labios del padre primerizo al escuchar a su esposa.
Sin más se acercó a la sanadora que, también sonriendo descubrió el pequeño bulto que se movía de forma parsimoniosa en sus brazos...
Efectivamente, aquel bebé tenía sus facciones. La misma nariz pequeña, ligeramente respingada, el rostro que si bien era redondeado, se notaba que en un futuro sería tan anguloso como el suyo. La misma tez pálida y una ligera pelusilla rubia platinada sobre la cabecita.
El bebé abrió los ojos y Lucius pudo comprobar que, en lugar de tenerlos grises, los tenía azules, como los de la madre.
—¡Felicidades, señor Malfoy! Es usted padre de una hermosa nena.
—¿Qué has dicho? —preguntó el hombre sin poder dar crédito a lo que oyó—. ¿Es una niña?
—Así es, señor Malfoy —confirmó la sanadora un tanto contrariada ante la reacción del hombre que hasta la sonrisa se le había borrado, dando paso a una expresión de decepción.
—¡Una niña! —repitió con un hilo de voz—. ¡Por Merlín! No puedo creerlo, nueve meses esperándolo con ansias y ahora resulta que es una niña.
—¡Lucius! —exclamó Narcisa con un tono de terror—. ¿Qué estás diciendo? ¿acaso no estás feliz?
La sanadora no sabía qué hacer, estaba horrorizada y deseaba marcharse cuanto antes de aquella habitación. Narcisa pareció adivinarle el pensamiento porque enseguida le hizo una seña para que le entregase a la niña y en cuanto la mujer lo hizo no lo pensó dos veces para salir de la mansión vía red flu, como había llegado.
—¿Feliz? —repitió el hombre, observando el destello verdoso que había dejado la chimenea tras la partida de la sanadora. Esta vez lucía una sonrisa sardónica—. ¿De qué nos sirve una niña? Cariño, necesitaba un niño que pudiera ofrecer sus servicios en un futuro al Señor Tenebroso como lo hice yo.
—¡Estás loco! ¿Cómo puedes pretender seguir con esto? Nos tiene en sus manos. Lucius, él es prácticamente dueño de nuestras vidas e incluso así ¿pretendías entregarle a nuestro hijo para servirle?
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La Princesa Malfoy y el Murciélago de las mazmorras
FanfictionLa vida de Severus Snape está pasando por uno de los peores momentos. Ver a la mujer que ama en brazos de otro hombre y sentir su rechazo lo han llevado a los peores caminos. La magia oscura es su mejor aliada, Voldemort su protector y el único que...