Vida nueva

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Nota de autora: Amigos lectores, les anuncio que éste es el último capítulo de esta historia. Muchas gracias por haberme acompañado hasta aquí. 



Severus estaba impactado, no podía dejar de mirar a su padre. Quería moverse, hacer algo productivo pero sus músculos no respondían, estaba petrificado. Elizabeth avanzó unos pasos más para hablar con el paramédico que lo atendía, subiéndolo, con la ayuda de su compañero, a una camilla. 

Disculpe, señor ¿Está muerto? preguntó la muchacha, asustada. 

No, señorita, solo está inconsciente pero sufrió un severo traumatismo en la cabeza, incluso tiene una fisura craneal y perdió mucha sangre. Tiene además una fractura en el brazo izquierdo.  

¿Pero se pondrá bien? 

Eso no podemos precisarlo nosotros. Primero deberán realizarle estudios a profundidad. Ahora lo llevaremos al hospital. 

En ese momento Severus reaccionó. 

¿A qué hospital lo llevarán?  

Disculpe intervino el otro paramédico—, pero no podemos dar esa información. 

Pero ¿por qué no? saltó Elizabeth, indignada.

Es algo delicado, solo podemos avisarle a sus familiares.  

Yo... yo soy su hijo. 

Y yo su nuera añadió Elizabeth con orgullo. 

¿Tienen como comprobarlo? preguntó el primer paramédico. 

Severus tanteó su casaca en busca de la identificación muggle que guardaba en uno de los bolsillos. Al fin la encontró, o al menos eso creyó porque en cuanto la vio, se dio cuenta de que su fotografía se movía. Así que volvió a buscar y esta vez sí la halló. 

El hombre tomó la tarjeta y leyó el nombre completo para luego compararlo con el de la identificación del herido que había tomado de su billetera, como parte de su rutina.

Sí, en efecto. Discúlpennos, pero es parte de las normas. Lo llevaremos al Royal Brompton Hospital que es el más cercano. Si quieren pueden venir con nosotros.  

Disculpen intervino el hombre que otrora estaba hablando por teléfono, el dueño el auto abollado. También me gustaría ir, quiero saber como se pondrá.

Usted debe aguardar aquí, señor dijo uno de los paramédicos—, para rendir declaración. 

Yo... juro que no lo vi, salió de repente, jamás quise atropellarlo ¡Lo juro! Escuché que usted es su hijo, le ruego me perdone. Él salió de repente en este cruce y cuando lo vi ya era demasiado tarde. ¡Dios mío!

¡Es cierto! Yo vi todo dijo una mujer en medio del corro de gente. 

No se preocupe masculló Snape mientras se subía a la ambulancia.

Elizabeth no dejaba de mirar el rostro del señor Snape. Sus ojos estaban cerrados y parecía dormido. Tenía la cabeza envuelta en una venda blanca que ya comenzaba a teñirse de rojo. Ella desconocía totalmente los métodos de curación muggle pero intuía que debían ser tal vez mucho más lentos que los mágicos. El tiempo era crucial...

Cielo ¿no crees que tal vez deberíamos llevarlo a San Mungo? susurró con disimulo.   

No, Elizabeth, recuerda que Tobías es muggle respondió él de la misma forma.  

La Princesa Malfoy y el Murciélago de las mazmorrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora