Mal entendido

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—¿Lo tienes? —le preguntó Harry a Hermione cuando iban camino a la sala común.

—Sí —respondió ella, señalando con disimulo el bulto que ocultaba bajo la túnica.

—Eso estuvo genial, Harry.

—¿Quieres gritarlo, Ronald? —lo reprendió Hermione con nerviosismo.

—Tú también estuviste brillante —añadió en un tono más bajo para disculparse.

—Pero será mejor que no hablemos del tema por aquí; voy al baño de Myrtle para dejar esto. Me reuniré con ustedes en la sala común luego.

—De acuerdo, Hermione —concedió Harry, despidiéndola con la mano.

—Oye, Harry. Que raro lo de Snape ¿No? —comentó Ron.

—¿A qué te refieres?

—No lo sé... estaba muy extraño. Pensé que le gritaría a Neville pero en lugar de eso le aconsejó qué hacer, y en cuanto a Malfoy...

—Tienes razón, pero ¿quien sabe? Quizá Dumbledore le llamó la atención por tener preferencias.

Los dos amigos rieron mientras atravesaban el hueco del retrato de su sala común.

Mientras tanto, en el aula de Pociones, Severus y Elizabeth, cada uno en el cuerpo del otro, se desafiaban con la mirada. Desde el umbral de la puerta, Draco era testigo mudo de la situación. En un principio había querido abordar a Severus con la intención de preguntarle el porqué de su actitud atípica hacia él durante la clase, pero luego, al ver que su hermana estaba con él, prefirió dejarlo para después. Sin embargo, había algo en esos dos que no le cuadraba...

—¿Cómo dejaste que todo se saliera de control? Eres inútil, un completo desastre... —comenzó a reprochar Snape (Draco, por su parte, solo miraba a su hermana soltar improperios).

Lo extraño de la situación, no era que Elizabeth estuviese insultando a su esposo, al fin y al cabo siempre lo hacía, sino la reacción del propio Snape que normalmente la ignoraba u optaba por respuestas soeces antes de abandonarla, dejándola hablando sola.

«Snape» por su parte, parecía indignado, furioso pero... había algo en las facciones de su rostro que a Draco le pareció familiar aunque no en él...

—¿Y qué querías que hiciera? —se defendió Elizabeth mirándolo con suficiencia (la mirada de Draco iba de uno al otro alternativamente)—. No tengo ni la menor idea de por qué Goyle metió esa cosa en su caldero. Pensé que de verdad tenías a esos pequeños barbajanes domados.

Draco observó atento como «Elizabeth» se tomaba con impaciencia el entrecejo con dos dedos mientras suspiraba. ¿por qué Snape le decía esas cosas a Lizzie? Hablaba como si ella fuese la docente y no él.

—Debieron haber sido Potter o Weasley. Estoy seguro.

—¿Para qué lo harían? —preguntó Elizabeth en el cuerpo de Snape y Draco notó enseguida como se colocaba las manos en la cintura en una actitud demasiado femenina para alguien como su padrino—. Creo que le estás dando demasiada importancia a ese par de mocosos insignificantes.

—No sabes cómo son... Tienen una especial fascinación por quebrantar las reglas, en especial Potter.

Que conversación más extraña y absurda —pensó Draco, pasmado—

¿Lizzie le estaba explicando a Severus como era Potter? ¿Acaso él no lo sabía ya?

—Como sea. Eso me tiene completamente sin cuidado — respondió Elizabeth haciendo un gesto de indiferencia con la mano—. Lo que me dejó pensando fue lo que vi en el salón de profesores. ¿Por qué encontré a Gilderoy tirado en el piso y a ti con la varita en la mano?

La Princesa Malfoy y el Murciélago de las mazmorrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora