Nota de autora:
Muchas gracias a los que continúan apoyando esta historia desde sus inicios, en esta ocasión les dejo un episodio más largo en compensación por que no actualicé el viernes pasado como correspondía.
También quería disculparme por no dejar las imágenes editadas a las que estábamos acostumbrados pero como saben no tengo internet en casa y de hecho tengo que recurrir a la Pc de mi trabajo para actualizar (traigo el episodio en un pent drive) y desde luego aquí no puedo editar.
Gracias por tanto apoyo. ; )
Severus Snape se encontraba desconcertado con lo que le estaba ocurriendo, le costaba comprender como era posible que un simple ciclo pudiera alterarlo de semejante forma: le molestaba más que de costumbre que Elizabeth, dormida, se le acercara tanto, llegando incluso hasta subirle los brazos o piernas encima, le fastidiaba el frío que sentía más intenso, o sin motivo alguno se había sorprendido a sí mismo en más de una ocasión taciturno, pensando en Lily mientras los ojos se le humedecían. Además de eso tenía que depender de la bendita poción para contrarrestar los dolores típicos de la menstruación, sin contar cuanto le asqueaba y extrañaba sangrar a cada rato por sus partes íntimas.
Se había hecho una promesa, jamás cuestionaría lo difícil que lo tenían las mujeres durante sus ciclos menstruales, afortunadamente Elizabeth le había revelado que los suyos eran cortos y que solo duraban alrededor de cuatro o cinco días.
Pero no solo Snape había tenido que lidiar con los contras de su nuevo género, a Elizabeth también le tocó su parte:
Esa tarde, ella y sus amigas se encontraban en el vestíbulo de la casa, preparadas para ir de compras de año nuevo al callejón Diagon donde Elizabeth, despediría a sus amigas que partirían a casa de la familia de Madeline, entonces, salió de no se supo donde, una cucaracha voladora que provocó el pánico entre todas. Severus, Narcisa y Lucius bajaron a ver qué sucedía y les pareció absurda y ridícula la imagen de «Snape» aterrorizado y gritando mientras huía agitando los brazos mientras su varita despedía chispas rojas, rodeado de sus amigas que gritaban como locas.
Severus bajó las escaleras para encargarse del insecto y así terminar lo más pronto posible con la patética escena, pero poco antes, Elizabeth, en su huida, se había golpeado con una mesita justo en una de las partes más sensibles del pocionista. La pobre se dobló por la cintura, constipando el rostro en una mueca de dolor. Hasta el propio Snape se conmovió al comprender la magnitud del dolor que ella estaba experimentando en ese momento. Se acercó a ella y le colocó una mano en la espalda.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado.
Al principio Elizabeth no parecía poder contestar, estaba paralizada y muda de dolor, pero luego dejó escapar una exclamación que casi hizo soltar una carcajada a Marinette y a Marie, que sin embargo fueron lo bastante prudentes como para abstenerse...
—¡Mis bo...las! —expresó con un hilo de voz que se fue perdiendo entre gruñidos y gemidos agónicos.
—¡Uy! —exclamó Lucius con el rostro contraído también por instinto al ver la escena—. ¡Respira profundo, hija! —recomendó.
Elizabeth lo hizo aunque no con muy buenos resultados, al menos no inmediatos, pero al cabo de unos minutos la punzada terrible se fue convirtiendo en un hormigueo.
—Me parece que Severus olvidó advertirte acerca de la sensibilidad de ciertos lugares —comentó el señor Malfoy encogiéndose de hombros.
—¡Lucius, las niñas! —exclamó Narcisa lanzándole a su marido una mirada contundente mientras se ruborizaba.
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La Princesa Malfoy y el Murciélago de las mazmorras
FanficLa vida de Severus Snape está pasando por uno de los peores momentos. Ver a la mujer que ama en brazos de otro hombre y sentir su rechazo lo han llevado a los peores caminos. La magia oscura es su mejor aliada, Voldemort su protector y el único que...