¿Una oportunidad?

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Severus no salió de la habitación, ni siquiera cenó, se confinó allí hasta quedarse dormido. 

Al día siguiente, ya no se veía molesto, sino más bien triste. Su semblante era taciturno y más ausente que nunca. Elizabeth no comprendía nada de lo que estaba sucediendo ¿Todavía estaría afectado por la visita de su padre del día anterior? 

Apenas se quedó para el desayuno, pero al terminar, se dispuso a desaparecerse sin decir, como siempre, a donde iba y mucho menos a qué hora iba a regresar.  

Elizabeth, resignada, terminó de desayunar y subió las escaleras para regresar a su cuarto, sin dejar de pensar en él, en el señor Snape y en el arrepentimiento sincero que percibió en sus ojos castaños, en esa fotografía que halló detrás del televisor y que solo era la pantomima de una familia feliz.

Se dejó caer sobre la cama haciéndose miles de preguntas a la vez, pero sin ninguna respuesta concreta en la mente. Sus ojos azules recorrieron aquella habitación, a sabiendas de que, en un pasado le había pertenecido a su marido en sus años de adolescencia. Aferró la almohada con las manos firmes ¿Cuántas lágrimas estarían almacenadas allí? ¿Cuánta tristeza se respiraba en ese ambiente?..

Se le escapó un sollozo mientras se preguntaba cuánto tiempo más soportaría el rechazo de su marido, su aislamiento e indiferencia. Ambos vivían un infierno en vida, ella por causa de su desprecio y él porque el rencor le impedía perdonar y constantemente lo atormentaba con los recuerdos de un pasado plagado de sufrimiento y sí... También sufría por ella. Ahora lo sabía, la chica del retrato no era Charity Burbage, sino una que probablemente fue su novia, pero ahora estaba muerta. Por esa razón su corazón estaba seco, pero.... ¿Cómo la había perdido? ¿Habrían llegado a casarse? 

En ese instante se le cayó la varita al suelo y cuando intentó recuperarla, ésta rodó debajo de la cama. Con una exhalación de molestia, Elizabeth se asomó debajo y observó que su instrumento de magia había rodado lejos de su alcance, así que rápidamente, buscó con la mirada algo que le sirviera para atraerla. Miró a su izquierda y observó un viejo libro polvoriento, así que lo tomó y con algo de trabajo, entre protestas, lo usó. Colocó la varita sobre la mesita de noche y soltó el libro con asco al darse cuenta de que estaba bastante polvoriento. No obstante, le llamó la atención algo que sobresalía de entre sus páginas, de modo que volvió a tomar la varita para limpiarlo, descubriendo que se trataba de un libro de recetas de pociones, y por lo maltrecho de la cubierta, parecía tener varias generaciones. Al abrirlo, Elizabeth descubrió varios recortes de periódicos dentro, estaban ordenados por fecha. El primero de ellos mostraba a una pareja muy feliz, un hombre y una mujer. Ella era nada más y nada menos que la misma chica del retrato y él... Bueno, al leer el título y posteriormente el contenido del artículo descubrió que era su prometido. 

   James Potter y Lily Evans anuncian su compromiso y próxima boda.

—Lily Evans —susurró Elizabeth—. Ese era su nombre. Ella... se casó con otro. 

El siguiente mostraba varias fotografías de la pareja.

James y Lily Potter contraen nupcias

James y Lily Potter nos presentan a su primogénito: Harry James Potter.

—¡Claro! son los padres de Harry, Harry Potter. Severus estuvo enamorado de Lily Potter, la madre del chico —dijo Elizabeth para sí misma, con una mano en el mentón—, pero ¿y ella?

No podía ser posible... 

Uno de los recortes mostraban fotografías hermosas de la pareja junto a su hijo de un año de edad. Se veían dichosos aunque el titular y artículo anunciaban una noticia espantosa. 

La Princesa Malfoy y el Murciélago de las mazmorrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora