Está hecho

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—Bueno chicos, ahora que la cena ha acabado, me gustaría compartir unas palabras con ustedes. Juntos hemos pasado por…

La boca de Splinter se mueve, pero no escucha gran cosa de lo que dice. Discretas sonrisas, miradas ocasionales a cada chico en la mesa y elegantes movimientos de sus manos dan énfasis a sus palabras.

Unas que Raph no escucha, pues sólo culpa y tristeza llenan sus sentidos.

Mira a Leo, completamente atento a las palabras de su padre.

Donnie, quien presta atención pero sólo un poco más de la necesaria.

Mikey lame discretamente los restos de su plato mientras finge oír.

Y él trata de no mostrar su infinita tristeza.

"—¿Por qué soy así Sensei? ¿Por qué no puedo controlarme como mis hermanos?

Es porque tú estás mucho más conectado a tus sentimientos de lo que ellos están —responde limpiando con suavidad los surcos de lágrimas que recorren su infantil mejilla—. Podrás creer que eso es malo pero, tener el corazón tan claro como el agua de un estanque tiene sus ventajas. Siempre serás sincero contigo y los demás, pero sólo si dejas que tus sentimientos se reflejen sobre el agua tranquila. Si te contienes demasiado, te confundirás. Sólo aprende a liberarlos correctamente."

—Así que, Feliz Navidad hijos míos.

—¡Feliz Navidad Sense…!

—Voy a vivir con Slash a partir de ahora, me iré de casa esta noche, antes del amanecer.

La firme declaración cae como bloque de plomo sobre el dulce ambiente familiar del comedor. Las sonrisas en los rostros caen de a poco, transformándose en muecas de confusión y extrañeza.

Y el respetuoso silencio se convierte en mutismo de desasosiego.

—¿Qué tu qué? —pregunta Leonardo estupefacto, reaccionando primero a duras penas—. ¿Por qué así, por qué ahora?

Sus nervios se doblegan ante la aparente provocación violenta de su hermano y voltea a verlo; el de azul ya está de pie. Lo imita. Pero en el proceso, sus ojos chocan con los de Splinter, y su postura firme y desafiante se tambalea peligrosamente.

—Eso no importa. Es m-mi decisión y me voy.

—Sí importa Raphael. Desde que mutó, Slash… no es de fiar. ¿Olvidas esa noche?

El cuestionamiento le crispa de inmediato y mira a Leo con odio, pero sabe que algo más como miedo o aflicción podría escaparse por sus ojos y observa la mesa.

Qué pregunta tan tonta, ¿cómo podría olvidar esa noche, esa pelea en el tejado y esa sensación fría y hormigueante en sus dedos al sujetar la navaja con mortales intenciones?

—Esa noche pasaron muchas cosas pero ahora todo está bien. Nos ha ayudado en misiones, cuidó la ciudad mientras no estábamos, ¡nos ayudó a recuperarla! Y lo sabes.

Leo entrecierra los ojos, Raph tensa más los puños. ¿Acaso está cuestionando la valía de Slash?

—Sí, pero eso no cambia su naturaleza.

—Tampoco mi decisión.

—¿Tu decisión de abandonar a tu familia Raphael?

—¡No los estoy abandonando! grita golpeando la mesa con ambos puños¡Vendré cada patrulla y no faltaré a ninguna misión! —desesperado, no le importa arrojarse al agua con tal de acorralar a su hermano y exclama—: ¿o qué, me estás echando del equipo de una vez Leonardo?

Esta nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora