12. we're the losers

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Daisy

Macie estaba a un lado mío, junto a sus amigas. Todas mayores de dieciséis y con más experiencia de la que yo alguna vez tendré.

Miré a nuestro alrededor y pude distinguir el pueblo donde me encontraba. El tiempo parecía no haber cambiado a Texas.

Nosotras estábamos sobre las escaleras, cómo antes solíamos hacerlo, y ellas seguían con la misma apariencia de cuando yo dejé aquel pueblo. Me alegraba de verlas, pero algo no estaba bien.

-¿entonces Daisy?- miró a sus amigas sonriendo para luego volver su vista a . Sus ojos verdes chocaron con los míos y me sentí intimidada.-¿Que tal se sintió dar el paso de niña a mujercita?

-Y con un chico muy apuesto, cabe destacar- mencionó Stella, una de sus amigas. Colocando sus manos en forma de puños para así sostener su barbilla.

Titubeé sin saber que contestar a ciencia cierta. Lo de anoche había sido algo tan único.

-Es un gran chico.- respondí sin evitar que se me escapé una sonrisa. Ellas chillaron para que continuará- Sus labios son suaves y su toque es especial. No sabría cómo describirlo.

-Entonces ¿Besa bien?- preguntó con una sonrisa pícara Silvia.

-Definitivamente sí- contesté riendo.

Macie y las chicas me veían orgullosas, y yo no podía estar más feliz por haber compartido esto con alguien. Aún más si se trata de ellas.

Sus risas cesaron y sus rostros palidecieron, carentes de emociones.

-Apartate del niño- dijo Macie, asustandome.- Él sólo romperá tu corazón.

-Él realmente lo hará- susurró Silvia, mirándome fijamente.

Stella suspiró, tomando mi hombro.- Daisy, sólo queremos que vuelvas con nosotras- la miré atenta tras aquellas palabras- Y si estás con él, sólo te vuelves un revoltijo de emociones.- chasqueo su lengua.- No, no puedes estar cerca de él.

-Pero, yo...- intenté reclamar, ya que no entendía a que querían llegar con esto. Pero Macie se apresuró a hablar.

-Tu también tienes que flotar, adorable Daisy- vi cómo sus ojos verdes pasaban a amarillos. Todo se detuvo en aquel momento.- ¡Vendrás con nosotras!- río maliciosamente, haciendo que baje como pueda las escaleras, completamente asustada.- ¡Flotaras Daisy! ¡También flotarás!

-¡No!- me enderece para bajar rápido las escaleras- ¡No! ¡Déjame!

-¡No!- grité, sentándome apresuradamente en mi cama, percatándome que estaba en mi habitación, sin peligro aparente.- Maldita sea.

El sonido del teléfono resonar por toda la casa me sobresaltó, pegando un pequeño respingón. Pensé en que quien sea que este llamado, sería atendido por mi madre o Kel, pero ellos no parecían estar en la casa.

bubblegum ; richie tozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora