03. zombie girl

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Daisy

Luego de aquella rara, pero amistosa presentación, Bill me ofreció mostrarme la ciudad, al igual que Eddie y Stan, Richie sólo se mantenía neutro, sin pronunciar ni una palabra.

Pasamos por lugares increíbles, que sinceramente, no pensé que podría encontrarlos aquí. Algunos eran algo nuevo para mí, pero otros se asemejaban a lugares dónde anteriormente había vivido, y eso de alguna u otra forma, me traía recuerdos.

De todas formas, luego de que me enseñaran los lugares más destacables, nos dirigiamos el acantilado, pasando por el bosque que estaba tras eso. El último lugar en la lista y en el que ellos desde un comienzo iban a asistir hasta que aparecí yo.

Mientras daba cada paso, y cruzábamos cada árbol, apretaba el manubrio de mi bicicleta para resistirme a soltar algo inadecuado, definitivamente prefería escuchar las conversaciones entre ellos. Abrir mi bocota me había traído consecuencias antes, y no quería que la historia se vuelva a repetir. Temía volver a estar tan destrozada.

Lamentablemente tenía mis porqués, y era porqué cada sitio tenía una historia dejada atrás, y cada historia estaba reprimida en algún lugar de mi cerebro para no volver a recordar aquellos sucesos. Esos que tanto me habían lastimado y hecho quien soy.

—Hola chic..— aquel muchacho se detuvo al verme, para luego mirar confundido a Bill. Así que es el lider, uhmmm.

—Es D-daisy— cerró fuertemente los ojos tras decir aquello, parecía tan frustrado— Quizás empiece a s-salir más seguido con nosotros.

Sonreí en dirección al chico que no conocía, dando la apareciencia más inocente que pudiera tener, quería agradarle.

—Soy Ben— habló, devolviendome la sonrisa. Aún no había soltado mi bicicleta.— ¿Ya es hora de refrescarnos?

[...]

Los chicos estaban al borde, en ropa interior jugando a un concurso de escupitajos, mientras yo estaba aquí, sentada en una roca jugando con pequeñas ramas que desprendían los arboles.

Cuando Stan me ofreció el tirarme junto a ellos me negué rotundamente, ya que, los acababa de conocer y siendo sincera, mi cuerpo daba vergüenza.

Levanté mi vista al escucharlos discutir por quién va primero, algo que ninguno se animaba a ser. Reía al verlos en esa situación, ¿no que muy valientes, huh?

—Yo voy— giré mi rostro en dirección a esa femenina voz, encontrandome a una chica de cabello corto, pero rojo. Abrí mis ojos al ver cómo se quitaba el vestido delante de todos, delante de mí— Maricas.

Mis labios se abrieron al ver como corrió y sin dudarlo se lanzó, humillando a los chicos. Fue ahí, cuando me cuetione el hecho de divertirme con ellos.

—¡Nos acaba de avergonzar una niña!— dijo Richie, al parecer demasiado indignado, tanto que llegaba a causar gracia.

Me levanté nerviosa a lo que estaba por hacer, y poco a poco comencé a quitarme las prendas que vestía, quedando en ropa interior rápidamente. Mordí mi labio inferior antes de dar el primer paso.

—Ahora son dos— murmuré cayendo al vacío, dónde aquella chica pelirroja sonreía mientras echaba su cabello hacía atrás.

—Oh diablos.— fue lo último que escuché, para que luego en un segundo caer al agua, sintiendo el impacto.

Aún sin salir a la superficie, pensaba en el modo que me sentí al arriesgarme de esa manera, casi de una forma estúpida. Pero la brisa, y la adrenalina valieron la pena, realmente lo hizo. Por primera vez me sentía tan libre y de la forma menos pensada.

Y ahora, sumergida en el vacío, escuchaba un pitido y mis ojos veían lo verde que el agua se encontraba, mientras mi corazón palpitaba con velocidad y mis pulmones pedían aire otra vez, pero por una extraña razón no quería salir, no aún.

Burbujas comenzaron a salir y una tortuga se cruzó en mi vista, asustandome. ¿Una tortuga?

—¡Mierda! Me habías asustado.— La chica fue a la primera que vi al salir, respirando tan desesperadamente que comenzaba a alarmarme.— Tranquila, respira.

Y así lo hice por los siguientes segundos, bajo la mirada de cada uno de ellos que al parecer se había lanzado al instante en que me sumergí. No me tomé la molestia de observar la reacción de cada uno, pero podía sentir sus miradas fijas en mí, y en la forma que la chica desconocida sostenía mis hombros, dándome una muestra de cómo regularizar mi respiración.

—Bien, bien... Estoy bien— susurré lentamente, como si tratará de convencerme a mi misma. Quizás intentaba hacer eso.

—Soy Beverly— se presentó rápidamente, quitando sus manos de mis hombros.

—Daisy— respondí asientiendo. Había encontrado a una chica, que tiene de amigos a los chicos que conocí está tarde, tan dulce que era sorprendente percatarse de que los únicos que la rodeaban eran chicos.

Definitivamente me agradaba.

Beverly sonrió, salpicandome con un poco de agua, como si eso provocará algo. Fingí indicación y la salpique de igual forma, después de minutos, una guerra de agua había comenzado y era un todos contra todos. Yo no podía evitar reír, aquello no tenía siquiera sentido de humor, pero me hacía feliz. Unas personas que recién conocía me hacían feliz.

—Oh, vaya— murmuró Richie deteniéndose mientras me miraba. No sabía en qué momento se había puesto a un lado mío, o en qué momento me había apartado del grupo, pero lo había hecho, y ahora mientras ellos se mantenían riendo, yo estaba con el chico de gafas - que ahora no las tenía puestas- alejada del resto.

—¿Que? ¿Paso algo?— dije sobandome los ojos, el agua me había lastimado levemente. Y seguramente apostaría cualquier cosa a que tenía una alga en mi cabello, o algo más asqueroso.

—No, solo— quite mis manos de los ojos y lo miré, expectante a su respuesta— Se te quito el labial, y tus labios son pálidos... Eres pálida— fruncí el entrecejo sin entenderlo del todo, pero creo que sabía a donde quería llegar— Pareces un zombie.

—¿Zombie?— había escuchado poco de ellos, se habían hecho tendencia en las películas de horror hace unos años, pero nunca me tomé el atrevimiento de conocerlos a fondo como conocía a los fantasmas, espectros o leyendas urbanas.

—Sí, chica zombie.

Lamí mis labios pensando en que responder, ¿Será que realmente me parezco a uno? Eso sería gracioso.

—De hecho— entrecerré mis ojos posando mi atención en él — Agradecería que no se lo digas a los chicos.

—¿Qué? — podía decir que estaba confundido, o eso demostraba con la forma extraña pero adorable de hacer gestos en su rostro.

—Me descubriste— susurré acercandome a él— Soy un zombie, y te comeré si no nadas en este instante.

—¡Vete! ¡Maldito zombie!— bromeó alejandose, mientras me salpicaba levemente.

Él no se libraría de mí tan fácilmente.

bubblegum ; richie tozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora