09. girls just want to have fun

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Daisy

Estaba nerviosa, no lo iba a negar.

Beverly sólo dijo de vernos en el parque a la tarde, por lo que no supe la hora exacta. Sólo basto con ver que el reloj marcaba las tres de la tarde, y yo ya estaba emprendiendo camino hasta aquí, la plaza principal.

my mother says when you gonna live your life right
oh mother dear we're not the fortunate ones
and girls they wanna have fun
oh girls just want to have fun

Tarareaba la canción de Cindy Laupper que resonaba en mis oídos mientras veía como algunos niños jugaban a corretear a las palomas.

that's all they really want some fun when the working day is done
oh girls, they wanna have fun

Suspire golpeando mi rodilla. ¿Había llegado muy temprano? ¿Había llegado tarde? Me sentía como una fracasada solitaria en medio de todos.

Me sobresalte cuando sentí como me arrebataban los auriculares sin previo aviso, y dispuesta a enfrentarme a quien sea con tal de que me los devuelva, gire enfadada, sólo para encontrarme a Beverly con una sonrisa en su rostro.

—Linda canción— murmuró, entregándome nuevamente los auriculares.

—Si, bueno, me gusta la letra— contesté tomándolos.— Puedes pedírmelos la próxima vez, sin tomarme por sorpresa.

Bev río— Me da curiosidad conocer que escuchan las demás personas.

Tras decir aquello, se sentó en el banco, a un lado mío. Era una situación rara, yo no sabía cómo mantener una conversación con chicas de mi edad y aunque ella era demasiado diferente a las demás, me sentía un tanto incómoda.

»— Sigamos la canción— propuso para mí sorpresa, mirándome fijamente.— ¿Que dices? ¿Quieres divertirte?

Lo dude un poco. ¿Que sería divertirse para ella? De todas formas, si es divertido no tiene porque ser malo ¿Verdad?

Relamí mis labios— Claro. ¿Que haremos?

—Tengo un plan— alzo sus cejas pícaramente, alarmándome.

—Bev...

—Vamos— tomó mi brazo y me arrastro con ella, dejando ambas bicicletas tiradas cerca de aquel banco donde hace unos instantes estábamos sentadas.

Sólo rogaba no meterme en problemas.

[...]

Si al comienzo estaba nerviosa, ahora sentía que moriría, porque los nervios se multiplicaron al mil.

—Ahora, saldremos sin que se den cuenta y ¡bum! Tenemos nuevos collares— susurró en mi oído.

Asentí siguiendo sus pasos, sin otra alternativa. Aunque debía admitirlo, esto era más que divertido, una anécdota que siempre recordaré.

bubblegum ; richie tozierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora