Start.

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La cafetería solía estar medio llena a veces o simplemente vacía. Hoy era uno de esos días en los que estaba a punto de explotar, pedidos por aquí y por allá. Adivinen a quien se le ocurrió faltar hoy al trabajo.

A Fraan White, la mesera.

Y como Melvi Diana (yo) tiene un gran corazón y no se queja de nada, la obligaron a atender a todas las mesas justo cuando faltaban quince minutos para que acabara su turno.

Nota mental: Jamás -accidentalmente- romper las tazas del Café Paradise.

Volviendo al tema, tuve que quedarme por dos horas más en ese lugar, con la promesa de un aumento de doscientos dólares en mi sueldo. Cien dolares la hora.

- Di, entrega este café a la mesa siete.

- Di, ve a preguntar el pedido de la mesa dos.

- Di, la señora de la mesa diez se esta quejando porque no le tomaste el pedido.

Estaba harta.

Hasta que por obra y gracia del cielo, al fin el lugar se vació de gente. Quedaban solo tres mesas con una o dos personas, y además ya tenían sus pedidos. Suspiré aliviada, y me preparé para salir de allí tomando mi bol...

- Di, ve a atender.

¡Demonios! Había entrado otro.

Resignada y con la cabeza baja, tomé la libreta de hojas blancas y el bolígrafo, para dirigirme a la persona que impedía mi salida de ese lugar.

Segunda nota mental: Asesinar a Fraan por haber faltado.

- Buenas tardes, ¿Puedo tomar su pedido? -dije desganada. Aquella persona, levantó su cabeza y me miró fijamente.

Me tomaré el tiempo para describirlo.

El chico tenía unos ojos de color miel, muy profundos. Cabellera castaña y una sonrisa perfecta. Digo sonrisa, porque lo hizo, me sonrió.

- Claro. Un capuchino y un cupcake de cereza, por favor -respondió mirándome como si quisiera leer mis pensamientos.

Pues lo que pensaba ese instante era: helado y Netflix.

- En seguida le entrego su pedido -añadí sonriendo falsamente, para luego apartarme e ir a darle la hojita a Kyle, el ayudante.

Estaba apoyando sus brazos en el mostrador y sonriendo divertido. Me siguió con la mirada hasta que quedé en frente suyo. Azoté la hojita contra el vidrio con tanta fuerza, que hizo que los clientes voltearan a vernos. Los ignoré y miré furiosa a Kyle.

- Este es el enésimo pedido del día Kyle Thomas. Y tu, que no tenías nada por hacer más que llevar los papelitos a la cocina, no te dignaste a ayudarme mientras yo sufría corriendo de mesa en mesa -espeté señalándolo con el dedo. Levantó las manos en señal de rendición para luego responderme.

- Tranquila castaña, no es mi culp...

- ¡Te cubrí la otra vez, cuando estabas de vacaciones en las Bahamas! -estallé roja de la furia- ¡Y tu no querías ayudarme en esto!

Me miró apenado y solo negó con la cabeza.

- Lo siento Di. Será a la otra.

Traté de calmarme y le dí un abrazo. Estaba algo estresada y descargué mi furia en mi mejor amigo. No se lo merecía.

Sí, sé lo que piensan. Soy una chica exageradamente bipolar.

- Oh Kyle, disculpa. Sabes que a veces suelo estallar... -me interrumpió.

- Fuí un malagradecido. Se que estas estresada por lo de la universidad y que esto era lo menos que te faltaba -dijo besando mi frente.

Este chico era la ternura en vida por Dios, dénle un Oscar.

- Vale. ¡Nos vemos en casa Kyle! ¡Te quiero! -grité al salir de allí.

- ¡Te quiero también, enana! -dijo guiñando un ojo, a lo que yo solo sonreí.

Tomé el bus que me llevaba a casa y me senté en un asiento vacío de atrás. Me puse mis audífonos, los conecté a mi celular y comencé a escuchar “The Wizard Of Us” de Iselin Solheim. Apoyé mi cabeza contra la ventana y cerré los ojos, esperando que el bus llegara a la siguiente parada.

Casi me quedaba dormida, cuando un movimiento brusco hizo que me levantara.

Habíamos llegado.

- Gracias -susurré y bajé del autobús para dirigirme a mi hogar. O bueno, a mi departamento.

Sentí la puerta cerrarse tras de mi pero no me volteé. Continué caminando hasta la puerta. Entré y abrí la casilla de las correspondencias.

Con una emoción dentro de mi, esperé ver una carta de aceptación de la universidad en ella, pero no había ninguna.

Ladeé el labio inferior y subí con las cartas. Pasé de una en una, recibos, cuentas, folletos. Ni una era de allí. Me sentía frustrada, ya me habían rechazado varias veces y siempre era porque me faltaba medio punto para aprobar.

Sentí una figura aproximarse a mí, sabia quien era pero no quería ver su cara.

- ¡Nelvy!

Volteé mi cabeza y me encontré con la única persona que decía eso para molestarme. La chica de la habitación seis en el piso tres, a la que su novio dejó por elegirme a mi.

Celen.

- ¡Hola Celinda! -agité mi mano en señal de saludo.

La plástica hizo una mueca de asco y me señaló con sus dedos de manicura.

- Mi nombre es Celen, estúpida. Solo quiero advertirte que algún día esa alegría que tienes en tu rostro operado se va a esfumar.

¿Cuantas veces me ha dicho eso? ¿Cien? ¿Doscientas?

- Vale -dije guiñándole un ojo y cerrando la puerta tras de mi.

Wow, wow, wow. ¿Me dijo opera...?

- Hola Di.

Salté del susto y giré a ver a mi derecha. Encima de mi puff favorito, se encontraba un individuo con cerebro de chorlito.

- ¡Eres un idiota, Kyle! ¡Casi haces que me de un infarto! -grité poniéndome la mano en el pecho y respirando agitada.

- Recuerda que este departamento también es mío castaña. Vivimos juntos, esa era la condición.

La maldita condición haría que el hiciera que se me saliera el corazón cada vez que llegara.

- Esta bien -gruñí poniendo mis ojos en blanco.





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Capítulo dedicado a user47300483 gracias Mel ❤

Cupcake de Cereza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora