El como Mikasa se enamoró de Jean

Colina sin nombre

-Esa colina parece un buen lugar para instalar el campamento -sugirió Hausdorf indicando a la distancia -Además nos da una buena vista de la costa.

-De acuerdo -respondió Jean.

Dos días llevaban ya recorriendo cada espacio de la costa. No había sido un andar rápido, no si querían diagramar todo lugar y asegurarse que estuviese perfecto.

La cuarta muralla rodeaba hasta el momento toda la costa, cosa que habían constatado mientras la bordeaban por fuera. Algunos espacios eran tan estrechos que, con suerte e ingenio, habían podido lograr que la carreta de suministros pasara por, lo que parecía, un viejo y olvidado sendero.

La vegetación no distaba mucho del resto de la isla, árboles, matorrales y algunos sectores más rocosos. Hasta el momento, no se habían encontrado con titanes. Aunque eso sería extraño, sabían que los arrojaban dentro del muro, no fuera de él.

Caía la tarde cuando el campamento estuvo dispuesto y una fogata al centro para asar un par de peces que habían logrado atrapar.

En total eran ocho soldados, todos parte de la tropa estacionaria con excepción de Jean y Mikasa.

-Déjame ver esa herida, Karl -dijo Betza, la otra mujer del grupo a Hausdorf.

Mientras algunos recorrían la colina, otros esperaban la cena. La especialista en asistencia médica asistía a su colega, mientras Jean revisaba las notas que habían tomado durante el camino. Mikasa estaba a su lado mirando lo que hacía con atención.

-Deberíamos nombrar a esta colina de algún modo -comentó viendo las notas de su compañero -Es la usanza, ¿no?

-¿Qué propones? -preguntó mirando a su alrededor -Mmm, ¿El balazo en el hombro? -bromeó mirando a Hausdorf.

-¿El Manco sería muy feo? -respondió Mikasa con malicia y Jean se rió -¿Qué tal "La Fogata"? -Jean caviló -¿Muy aburrido? ¿Los árboles aburridos? ¿Los pajarracos que chillan? ¿Los peces asados?

Jean volvió a reír.

-Eres pésima en esto.

-¡Ya sé! Reina Historia -exclamó con entusiasmo.

-Hay una colina de camino a la costa con ese nombre -comentó Jean.

-La Reina Historia… ¿segunda? -tentó con dejo a broma -¿Quién debe poner los nombres?

-El que esté a cargo, supongo -respondió el muchacho poniéndose de pie -Vamos a dar una vuelta, quizás encontremos algo que haga diferente a esta colina y se nos ocurra un nombre.

-¿Y si es igual al resto de las colinas? -preguntó Mikasa imitando a Jean.

-Reina Historia segunda -bromeó.

-Colina del puñetazo en la nariz también suena bien, es pegajoso.

Jean la miró de reojo con una sonrisa maliciosa. Mikasa tenía un especial sentido del humor.

Fue ella quien tomó la delantera llevando su mirada entre los árboles de la colina, cuyo bajo daba directo al mar sin dejar playa que recorrer. Iban esquivando algunas rocas y pisando algunas plantas pequeñas, sin demasiado cuidado. En el cielo podían verse gaviotas, tan arriba entre las pocas nubes que ya comenzaban a teñirse de arrebol. El sonido del romper de las olas era como un arrullo, que era interrumpido por las pisadas de los muchachos en su recorrido. A escasos metros la vegetación se detenía y solo quedaba el horizonte. Bajo ellos el mar.

-Mira -dijo Mikasa indicando hacia su izquierda.

El muro serpenteaba por la costa dejando por fuera esa rebelde colina, alejándose de ella. Era una vista imponente.