Preciadas y ocultas memorias

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-Excelente -apreció Hausdorf revisando los mapas uno a uno -Eres bueno, Kirstein. Aprendes rápido. Estos instrumentos no son sencillos.

-Solo espero que sirva de algo -respondió pensativo -No sacamos mucho sin saber la distancia de la costa del continente.

Hausdorf le dio una mirada de reojo y ordenó los mapas dentro de una carpeta.

-Pero es más de lo que teníamos -refutó el oficial -Escúchame, muchacho. Nada de esto me es indiferente, ni al resto de nosotros -hizo una pausa -¿Sabes lo que hacía a Erwin un excelente comandante? -Jean enarcó una ceja -Que creía en la razón de existir de la Legión, creía en él y en sus hombres. Un líder puede tener dudas, pero que no superen ni opaquen los objetivos. El día de mañana estos tipos llegarán a la isla con sus hombres, sus armas y sus titanes -le dio un golpecito en la frente con el índice -Y ese día necesitaremos de los mejores líderes. ¿Puedes convertirte en uno de ellos? -hizo una pausa -No creas que no te entiendo. Eres un mocoso -desvió la vista a la playa -Pero has vivido más que mucho que otros. Sé firme a tus convicciones y haz de quienes estén a tu lado parte de ellas.

-Mi convicción es no ver caer a ninguno de mis compañeros. Disonante si piensas que esto se convertirá en una carnicería. Matar otros hombres… -negó rápidamente -No me formé como soldado para eso. Proteger a la humanidad, no exponerla.

Hausdorf asintió suave.

-Busca otro objetivo -dejó caer con tranquilidad -Todos tenemos derecho a vivir en paz. ¿No te parece un buen objetivo? -se estiró -Una casita a las afueras de la ciudad, un linda esposa, unos bonitos críos…

-¿Quién no quiere eso? -preguntó Jean -Pero es imposible… Los de Mare vendrán y lo destrozarán todo…

-¿Dejarás que destrocen tu sueño? -exclamó Hausdorf -Admitiste que todos queríamos lo mismo y no te equivocas. Tu sueño es el de todos. La próxima vez que vengan esos infelices, alza tu arma contra ellos. Defiende tu sueño, tu derecho a tener la vida que quieres. Y guía al resto, chico. Llévalos a cumplir el sueño que compartes con ellos. Habrá sacrificios, habrá quienes dejen su vida en el campo de batalla. Pero si tú no tienes la confianza de convertir ese sueño en realidad… ¿quién podría?

Jean lo vio llevarse una mano dentro de la chaqueta y sacó una pequeña botella.

-Ábrela por mí, chico -se la lanzó y Jean la agarró en el aire -Dale una bebida. Y brindemos por el futuro de la humanidad.

Jean le dio un sorbo al licor y soltó una tos. El oficial se rió por lo bajo. Tomó la botella.

-Por tu esposa y tus enanos, chico -brindó -Nada como dormirse entre las piernas de una suave hembra -bebió largamente.

Le devolvió la botella a Jean.

Unos pasos se acercaron a ellos a toda velocidad.

-Kirstein -lo llamó Sommerville, ambos se voltearon hacia el recién llegado -El camino está libre… y no saben lo que hemos encontrado.

Jean se puso de pie seguido de Hausdorf.

-Hay otro muelle a medio día de cabalgata -continuó el oficial.

-Eso es frente a Quinta -murmuró Hausdorf, Jean se lo quedó mirando.

-Exacto, de hecho… Hay un espacio en el muro que permite cruzar hasta el interior.

-Alista todo, Sommerville -dijo Jean -Saldremos mañana a primera hora.

Sommerville se cuadró y salió de regreso al campamento. Hausdorf inició la marcha tras del oficial. Jean miró por última vez al mar.

El como Mikasa se enamoró de JeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora