Shunsuke Otosaka

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El sonido de los pájaros cantando logró despertarme. En mis planes estaba el ir a una escuela normal con o sin el consentimiento de mis padres. El sacrificio que había hecho en mi antigua academia había sido el de aislarme de cualquier amistad para solo tener presente mis metas para cumplirlas al pie de la letra. Ahora podía ponerme a disfrutar de lo que me perdí en una escuela normal de Japón, pero mis padres solo cedieron ante una sola, el instituto Rakuzan. Admito que yo quería asistir a una escuela normal como la mayoría de los que pertenecían a la clase media, pero tuve que ceder a la única exigencia de mis padres o podrían fácilmente dejarme en encerrada en casa bajo la tutela de profesores particulares, lo cual me perjudicaría enormemente.

Para mayor sorpresa de mis padres, demostré que yo sola podía cambiarme de ropa aun estando en la silla de ruedas. Pero lo que ellos no sabían era que detrás de la puerta yo me ponía de pie para realizar esta labor.

Lo único que me mantenía preocupada, era la posible reacción negativa de los demás estudiantes al ver mi supuesta "condición", pero me aliviaba el tener carácter para enfrentar este tipo de cosas.

El chofer de la familia me llevo a mi nueva escuela en una limosina demasiado lujosa a mi parecer. Sin duda no escatimaban en gastos y hasta sobrepasaban mis límites imaginativos. ¿Hasta dónde podría llegar mi familia por el dinero?

El chofer me ayudo a acomodarme en la silla de ruedas y me despedí respetuosamente antes de emprender marcha hacia mi nuevo instituto. En las puertas de la entrada se encontraría esperándome el director o eso me dijeron mis padres, el cual me hizo sentir incomoda apenas estar a su lado, este no hizo más que despertar sospechas de mi parte. Aparentando amabilidad, le sonreí en respuesta y el procedió a enseñarme el establecimiento, pero sus miradas "discretas" hacia zonas intimas de mi cuerpo no me pasaron desapercibidas, lo cual me hizo estar alerta en todo momento y tomar nota mental de que tenía que cuidarme de el de ahora en adelante.

Cuando llegamos al frente de mi salón, le di a entender que yo podría seguir por mí misma sin ningún problema, logrando deshacerme temporalmente de aquel sujeto. Toque la puerta levemente para no parecerle alguien brusca a quien sería mi tutor de ahora en adelante. Sonreí dulcemente al sentir al profesor abriendo la puerta, haciendo una breve reverencia y presentándome educadamente.

-Es un placer conocerlo, soy Sakuragi Tn la nueva estudiante – le dije con una voz serena, consiguiendo caerle bien en cosa de segundos por el color que había adquirido su esencia. Este probablemente sonrió con amabilidad y se ofreció a ayudarme a presentarme ante la clase, pero lo rechace educadamente y procedí a entrar al salón para dejar en claro mi posición, ya que... yo no me dejaría doblegar por nadie.

La presentación no salió de los estandares normales, lo que si creó impacto fue mi presencia. A pesar de estar en silla de ruedas había algo que yo había adquirido desde el nacimiento, y eso era el aura de líder que emanaba de mi cuerpo.

Debido al uso de la silla de ruedas, solo tuve que acomodar una pequeña tabla para convertirla en un escritorio, quedando lista para escuchar la clase, ya que llegue a mitad del semestre y tenía que ponerme al día con todas las pruebas que habían hecho hasta ahora. Más tarde le preguntaría a alguien sobre los temas que estudiaron antes de llegar yo al establecimiento, ya que mi rendimiento aquí no bajaría por nada del mundo.

Pero una duda me hizo perder todo detalle de la clase, ¿yo podría jugar basquetbol? Y la respuesta llego en cosa de segundos.

No mientras sea una chica.

(...)

La clase acabo con una yo confusa por aquella extraña respuesta. Sin duda había sido obra de mi subconsciente, el cual solía tomar posesión de mis actos en momentos de crisis. Podría decirse que era como una segunda personalidad, pero al aceptarla no había confrontaciones, por lo que salir intacta era uno de los beneficios de dicha tregua.

El resto del día no tuvo mayores contratiempos y decidí dar un último paseo antes de irme a casa. El aire era tranquilo, lo cual me ayudaba a relajarme con mayor facilidad. Satisfecha con la paz obtenida, me fui a casa en auto con una sola cosa en mente.

Ya basta de ser dependiente

Esa misma tarde, les manifesté a mis padres mi decisión de irme a vivir sola, lo cual los hizo enfadarse un poco, pero al escuchar mis razones (mayormente falsas), me dejaron independizarme y logre obtener un departamento enorme para mi uso diario.

Debido a la mudanza, tuve que faltar unos días al instituto, lo cual podría crear rumores erróneos del por qué. Disfrutando de mi nueva libertad, me levante de la silla de ruedas y comencé a cambiar mi look para parecer hombre, aunque algo afeminado por mis rasgos femeninos. Me vende el pecho, amarre mi pelo ahora teñido por otro color y lo escondí bajo una gorra tomando uno de mis tantos balones de basquetbol y emprendiendo marcha hacia la cancha más cercana con ayuda de mi mayordomo.

Pero cuando llegué, pude ver entre la oscuridad como un grupo de destellos conversaba amenamente. Estos destacaban demasiado por sus colores. Y aprovechando que se encontraban conversando, camine por los alrededores de la cancha con ayuda de mi mayordomo memorizando las medidas de la cancha y sacando mis propias conjeturas para adaptarme al espacio de juego, pero no contaba con que a uno de estos mi presencia no pasara inadvertida.

- Disculpeme por la brusca intromisión, pero me dio curiosidad verlo con un balón de basquetbol cuando sostiene un bastón para no videntes con su otro brazo. ¿Es ciego? - dijo con una voz entre curiosa y demandante, a lo que respondí con el tono más tranquilo y masculino posible.

- Perdoneme, pero me esta faltando el respeto al preguntar tan deliberadamente estos datos sobre mi persona. Fácilmente podría estar indagando en hechos íntimos de mi vida, cosa que me molesta al habernos conocido hace apenas unos segundos - dije sin perder el toque de educación en mis palabras - respondiendo a lo otro, efectivamente sufro de ceguera, pero esta no me impide jugar al deporte que amo - dije extendiendo gentilmente el bastón para no videntes hacia mi mayordomo, el cual lo tomo a los segundos y me posicione en la zona en donde me resultaba más cómodo lanzar. Mi lanzamiento fue perfecto y logré encestar limpiamente. Ya que al rebotar la pelota en el suelo, su ubicación apareció por debajo de la canasta.

- Magnífico - dijo aquel chico de aura rojiza, al parecer había hecho una buena primera impresión.

- Soy  Otosaka Shunsuke, un placer - dije haciendo una pequeña reverencia en la dirección en la que sentía su aura.

- Akashi Seijirō, el placer es mio - dijo con una voz amable y cordial, sacándole una sonrisa por su buen uso de palabras. Creo que podríamos llevarnos muy bien.

- ¿En que instituto vas? - soltó interesado, a lo que internamente comencé a celebrar.

- Voy a Rakuzan, estoy en mi segundo año de preparatoria - le dije sonriendo levemente, a lo que vi una variación en su energía y sentí su satisfacción. Algo tenía en mente.

- Entonces, ¿que te parecería entrar al club de basquetbol? - dijo con un aura mucho más destellante que antes, a lo que sonrei y le respondí sin verme demasiado desesperada que si.

- Sera todo un placer, capitán - dije ocasionando que un aura de aceptación se creara entre nosotros, una de respeto mutuo.

Fue así, como comencé a formar parte del equipo de basquetbol de Rakuzan, siendo reconocida como el jugador múltiple de mi preparatoria.

Pero yo aún no conocía a la famosa generación de los milagros, aún no comenzaba la verdadera prueba de habilidad entre prodigios.

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Hola~ ¿como estan? Yo aquí en mis vacaciones actualizando xD

Espero que les este gustando esta historia y el rumbo en el que va 7u7

Nos leemos pronto :D

Cualquier sugerencia haganmela saber por favor. Nada esta fijo aún 7u7b

La jugadora arcoiris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora