El Tiempo Se Termino

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—Ahora mismo quiero saber que sucedió— Calum gruñe, sus ojos brillan con intensidad logrando poner nervioso al castaño.

Liam abrió sus labios, intentando hablar pero no salió ni media vocal. Su mente estaba combatiendo en saber si Calum logró dejar inconsciente al hombre que seguía tirado en la banqueta.

Los demonios intercambiaron miradas, tampoco articulaban palabra alguna para explicar la situación.

—Gracias— la vocesilla del pequeño interrumpió el silencio.

Calum tragó saliva al escuchar esa voz tan actrativa, giro para mirarlo y devolverle las palabras pero se detuvo a observarlo mejor.

Se percato que el chico es más bajo que él, su cabello tenía un ligero color castaño, Calum podía ver algunos mechones rubios en su flequillo. La piel que poseía era totalmente blanca, hacía contrasté perfectamente con esos ojos esmeralda que brillaban a pesar de la poca iluminación que había, pero resaltaban en la oscuridad de la noche. Calum no tenía ningún afecto por el color rosa pero al poner su mirada en esos labios que le hizo agua en la boca, le hizo cambiar de opinión instantáneamente.

Los pasos de Liam moviéndose en el pavimento se escucharon, al momento en que Calum volvió tuvo tiempo de atrapar al castaño en sus brazos. Liam rodeó el cuello y sus dedos buscaron él cabello sedoso del morocho y no dudo en enredarlos en estos.

—¿Estás bien, pequeño?— preguntó, sintiendo como su protegido le estrechaba en sus brazos.

Calum asintió bajando un poco la cabeza para esconderse en el cuello del castaño, suficiente para relajarlo.

Liam se alejo de Calum y se aproximó al pequeñín quien tenía la mirada baja. Liam le alzó gentilmente el rostro y le sonrió tímido, no quería asustarlo. Liam quedó fascinado por los preciosos ojos verdes, eran bonitos llenos de inocencia, pero inundados de tristeza.

—¿Te encuentras bien?— la sonrisa de Liam tenía el mismo efecto que causaba en Calum en el chico.

—Estoy asustado—admitió avergonzado.

—¿Quieres que te llevemos a tu casa?— preguntó atreviéndose acunar el rostro pálido del menor en sus manos.

—No tengo a donde ir

—Oh, en ese caso irás a la mía— Liam lo atrapó en sus brazos, dandole un abrazo cálido, transmitiéndole seguridad.

Oyéndose un bufido por el demonio de piel bronceada, apretando los puños irritado.

—Los llevare— dijo Harry.

—No es necesario—contra dijo Liam.

—Te pude sentir cuando llegaste, tres calles atrás pretendiendo llegar corriendo— su ronca voz se distorsionó burlona. —oba væḍi hæki, Liyam, eya pæhædili san̆dahā velāva. [Ya no puedes esconder más, Liam, es momento de aclarar].

—Andando— ordenó Zayn.

Los demonios salieron del callejón, impidiéndole responder a Liam, quien resopló. Le hizo una seña a Calum de resignación y el pequeño se enredó al brazo del morocho, teniendo miedo del hombre inconsciente en el suelo.

Harry subió al auto ocupando su lugar de piloto mientras Zayn estaba a su lado viendo por el espejo retrovisor como Calum abría la puerta para Liam, recibiendo una sonrisa sonrojada por parte del castaño.

Zayn mordió su pulgar, le molestaba aún más sentirse celoso por ese chico, Liam trataba demasiado gentil a Calum y no únicamente a él, si no a todo aquel que le hablase.

Mándalas en la PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora