Destiny

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Seúl, Corea del Sur. 6:00 a.m.

Seung Gil Lee sale a correr con su Huskie siberiano a los parques locales. Se mantiene motivado por haber superado una marca personal y haber llegado a la final del Grand Prix por debajo de Yuuri Katsuki, pero el hecho de haber llegado a una final le inspira lo suficiente. Hace semanas que llegó a su ciudad natal Seúl. Se mantiene un tanto aislado a propósito. Ha dejado perder varias llamadas de JJ LeRoy. No le encuentra ya sentido a responder, ya que a sus redes sociales llegan las notificaciones de fotografías donde se encuentra acompañado de Yuri Plisetsky en algún lugar de San Petersburgo. Si estuviera dispuesto a no querer saber más de JJ LeRoy habría cerrado todo portal de comunicación. Solo se mantiene al margen y ya no tan disponible. De vez en cuando, cuando siente que el agujero en su pecho se expande, inevitablemente lee algunos de los mensajes de texto. Es como abrir una nueva herida cada vez que abre el buzón.

"¿Por qué no respondes?" "Por favor contesta tan pronto recibas este mensaje". "OK, te extraño, ¿eso quieres saber? Deja de hacerte el difícil y admite que quieres verme..."

-AAAAAAGGHHHH!!! MIERDA!!!!

Estrelló su móvil en el suelo esa mañana. De nuevo comenzó a correr aumentando la velocidad. Su excelente condición física le permita trotar por horas, mas no le ayuda a despejar la tormenta en sus pensamientos. Una repentina lluvia le obliga a volver a su departamento antes de lo previsto. Su huskie corría a unos cuantos metros delante de él. Seung dio un silbido para llamar la atención de su perro para volver a casa y resguardase de la lluvia que arreciaba un poco más.

Una vez en casa fueron directo al garaje. Se dispuso a atender primero a su mascota antes de darse una ducha.

-Ven aquí, vamos a secarte.

Tratándose de su precioso Huskie, Seung es un amo bastante dedicado y amoroso. Mientras cubría a su perro con una enorme toalla y frotaba su pelaje para secarlo se le formaba una idea en la cabeza. Un viaje a Tailandia.

Sabe de antemano que se le acumulan sentimientos que no sabe a donde canalizarlos. Creyó que sería suficiente con ser un excelente amo y con el transcurrir de los días admitía su intolerancia a la soledad.

Por días enteros se replanteaba la idea. Se iba a la cama con toda la intención de llamar a Phichit. Cerraba sus ojos y la única imagen en su mente era JJ. Le hervía la sangre de rabia y frustración. Se maldecía a sí mismo, le duele reconocer que El Rey logró borrar todo rastro de Phichit en su cuerpo y memoria. No recordaba si quiera el aroma a playa que desprendía su piel, ni la calidez de sus manos. El recuerdo de Phichit estaba tan lejano como literalmente se encontraban en distancia y le duele. No lograba por lo menos soñar con él y poder disculparse en sueños por haberle tratado mal y haber permitido que las cosas entre ellos se dieran así. Solo silencio y obscuridad, como estar sepultado vivo. Sus sueños no eran sueños, eran una inmensa nada. Hasta que una voz se replicó dentro de él. Una voz que no era la suya, sino de alguien que indirectamente se veía involucrado. Yuri Plisetsky le repetía una y otra vez esas últimas palabras dichas esa noche durante la última fiesta en una propiedad de JJ LeRoy en Montreal Canadá, dentro de aquel auto deportivo que el mismo Yuri condujo desbocadamente y redujo a chatarra:

"Phichit te ama"

Bangkok, Tailandia. 6:00 pm

El desempeño e inspiración de Phichit Chulanont se habían deteriorado en el último año. Ahora no solo resentía el hecho de que Yuuri Katsuki no lo llamaba tan seguido, ahora es Seung Gil Lee quien le causa problemas de concentración, conflictos emocionales y existenciales. No logra siquiera una decente puntuación en la última temporada aunque ver que Seung había logrado superar su marca personal le provocaba una mínima alegría. Le habría gustado celebrar con él de no ser que por no calificar en el Grand Prix se sentía indigno de hacerle una llamada siquiera, lo hacía sentir inferior, que no era lo suficientemente valioso y talentoso. Su seguridad en sí mismo se redujo a grados alarmantes. No tenía riquezas palpables, solo en su interior era donde existía ese universo ahora en vías de ser tragado por un agujero negro. Así se sentía Phichit, a punto de ser devorado por un agujero negro al encontrarse desolado y abandonado. Su coach Celestino perdía cada vez más la paciencia y los estribos con él y lo veía más próximo a retirarse.

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