Naruto bajó las escaleras de su casa, esperando a encontrar a Konohamaru y a su madre, preparando la cena. Nunca había un genio con la cocina así que a pesar de que ella quiso hacer que se sintiera útil, todo intento de hacer algo de esa índole murió después de el accidente de los huevos fritos.
Y era un decir, porque en realidad quiso hacer huevos fritos sin aceite.
Kushina simplemente le prohibió acercarse a su cocina de nuevo. A cualquier otra cocina, si era posible.
Konohamaru estaba tomando un vaso de leche y una porción de pastel de manzana. El rubio frunció el entrecejo por eso ya que siempre de encasillar la cena como algo salado siempre, como hamburguesas, pollo frito o cosas así, pero no hizo comentarios o acotaciones.
--¡Hey, campeón! ¿Que tal tu cena? --preguntó Naruto. Su primo levantó el rostro y sus dientes se vieron por completo por la sonrisa que lanzó. El pelo marrón y sus ojos oscuros, junto a los pies colgando de la silla le hicieron sentir algo de vida. Su primo había perdido a sus padres, y Kushina se hizo cargo de él. Era... bastante bueno en realidad. La casa que antes estaba vacía de alguna forma, con la llegada de Konohamaru se llenó de actividad. Su madre se veía feliz, él se veía feliz y Naruto se sentía de igual manera.
Antes de que el joven pudiese responder, la mesa se levantó y un quejido se escuchó.
Naruto vio como su madre se sobaba la cabeza y un gesto de dolor apareció en su rostro.
--¿Mamá estás bien? --preguntó algo preocupado el ojiazul.
Los ojos violeta de ella le miraron, como si buscara tranquilizarlo.
--Si Naruto, solo se me cayó un arito. --le contestó rápidamente sacándole importancia al asunto. --Tu cena está en el horno.
Kushina se levantó y un vestido de noche muy elegante se dejó ver. Era azul oscuro, y el pelo rojo de ella contrastaba de manera chocante con la tela. Largo, sedoso y bello. Así siempre había pensado de ese pelo. Su madre era hermosa sin duda alguna. Piel clara, piernas largas y una figura que disimulaba muy bien sus casi cincuenta años. Parecía más una hermana mayor que una madre. Naruto casi se río al recordar cuántos hombres usaron esa frase para intentar conseguir una chance con ella. Su madre tomó el abrigo que estaba colgando en una de las sillas y le dio un beso fugaz en la mejilla.
--Buenas noches. --le dijo, con una sonrisa de oreja a oreja.
--¿A que hora volverás? --preguntó Naruto, algo curioso por saber.
--Si la cita va bien, a medianoche y si va mal a las 9 estaré acá intentando no saquear el tarro de helado que tengo en la heladera. --le respondió, con la ilusión a flor de piel.
--Ok, ve y diviértete. --Naruto sintió su boca llenarse de un gusto amargo por esas palabras y se corrigió de inmediato. --eso sonó horrible, mejor pásala medianamente bien. --sonrió al escuchar reír a su madre y ver cómo ponía sus ojos en blanco.
--Oh, recuerda, nada de películas de terror con Konohamaru. --le advirtió --Y no dejes que se suba al techo como tú haces y tampoco vendas sus órganos en el mercado negro.
--¡Pero hay mucha demanda por hígados de niños! --ella le sonrió solamente.
--Ok, me voy.
Naruto escuchó la puerta cerrarse y sólo pudo desear que ella no perdiera esa sonrisa en toda la noche.
--Entonces... ¿Hoy toca ver "La cosa" ?-- Preguntó Konohamaru ya sentado en el sofá y buscando el control remoto del televisor entre los almohadones.
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¿Solamente amigos? - Naruhina
RomanceTras su ruptura con Shion , Naruto, un joven que decidió abandonar sus estudios de medicina y que nunca ha tenido suerte en las relaciones, conoce a Hinata, una chica que vive con su novio Kiba. Enseguida Hinata y Naruto se convierten en muy buenos...