Planeando citas

59 13 6
                                    

Cada día se empezaron a llevar mejor. Y definitivamente, Travis se sentía feliz con su nueva mejor amiga Christina. Captaban tan bien sus burlas y chistes sarcásticos al punto de generarse cada vez más confianza el uno al otro.

Era 8 de febrero por la tarde y ambos amigos estaban aburridos, así que decidieron chatear.

—Hola, señorito.

—Hola, por fin ya llegó por quien llorabas.

—Uy sí, yo preferiría llorar por una pizza antes de llorar por tí. Es broma, te adoro.

—Y yo a ti. Hay que continuar con las preguntas, ¿te parece?

—No, yo empiezo. ¿Algún plan para San Valentín, Romeo?

—¡Sí!, ¡odiarlos a todos! Pero más ese día porque hay parejas felices.

—Wow, ¡igual que yo! Ok tu turno.

—¿Quisieras ser mi cita falsa y salir conmigo para burlarnos de las "parejitas felices"?.

—Ay monseiur Lanberg, ¡es usted un caballero! Acepto su sexy oferta.

—Perfecto, usted me hace el hombre más feliz de la Tierra al burlarse de los ingenuos conmigo. ¿Nos vemos a las 6 madamoiselle?

—No.

—Excelente. Su turno.

—¿En donde será esta gloriosamente romántica cita?

—En Starbucks. El lugar más mágico para una cita.

—Ohhh.

—Ya que no te pregunté. ¿Tú a que le temes?

—A las guerras, pero no a como la de Korea o de ese tipo. Me refiero a las que hay conmigo misma. Como intentar algo y no lograrlo, contener mis impulsos. No poder dejar de quejarme por todo. Cosas así.

—Te entiendo, vas.

—¿Extrañas sentarte con Kenny en francés?

—Claro pero a veces solo hacía comentarios fuera de lugar y eso me hartaba.

—¿Qué no es lo mismo que hago yo?

—Mas o menos, pero los tuyos dan más risa. ¿Prefieres sentarte con Georgina o conmigo?

—Contigo, Gina a veces llega a ser algo inmadura y prefiere hablar con Brown que conmigo. ¿Y tú con Kenny o conmigo?

—Contigo por mucho, antes las clases de francés para mí eran una tortura. Tú las haces aún mas tontas, pero así me gusta.

—Disculpa feo, pero me tengo ir porque tengo que ir a casa de mi abuela.

—Adiós, no te cuides y procura que te secuestren.

—Lo tendré en cuenta, nos vemos.

En su platica por WhatsApp aparecieron ahora los emojis de diablito y de la cara lanzando un beso, tenían más confianza que nunca. Pudieron haber seguido hablando por horas, de no haber sido por su abuela y su mamá, claro. Quién la presionó para ir más temprano.

El coche de Christina era un Jeep naranja, muy bonito, por cierto. Eran las siete de la noche. Ella y su mamá estaban en carretera.

—Oye mamá...

—¿Sí hija?

—El catorce de febrero Travis me invitó a Starbucks para burlarnos de las parejas felices, ¿me dejas ir con él?

—¿Burlarse?. ¿Qué culpa tienen las parejas de ser felices y de que tú seas una amargada?

—Ninguna, solo nos dan risa.

Last chanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora