Capítulo 7.

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Esa tarde después de la escuela llegamos a casa, Sebástian quería hacer unos panqueques para la cena, aunque era algo temprano para comer. Pero el estaba muy entusiasmado. Era como deseaba verlo así que le dije que yo me comería tres. Subí a mi habitación y puse algo de música, quería empezar a hacer mi tarea mientras esperaba mis panqueques.

Letch, Hannah, ¡Es hora de comer! - gritó Sebástian unos minutos más tarde

La cena estuvo demasiado rápido así que asumí que la abuela había tenido algo que ver ahí. Bajé de inmediato, sonriendo porque él no dejaba de llamarme por mi apellido.

- Lo siento, ya te quedaste con ese apodo, "Letch". Me dijo riendo mientras ponía el plato en la mesa

- Tranquilo, igual odio mi nombre así que me gusta más Letch. - sonreí divertida

El olor era increíble, olía delicioso. Quería devorar mi plato de una vez por todas, y así fue. Mis ojos se cerraron al probar esa delicia, los panqueques no eran mi plato favorito, pero esos... esos sabían a Gloria.

- ¿Y qué tal? - pregunta Sebástian con emoción

- ¿No te basta con mi reacción? Están deliciosos. - respondí con la mirada aún en mi plato

- La abuela debe sentir envidia. ¡Esto está exquisito!  - exclamó Hannah

Terminé de cenar y me dirigí a lavar mi plato. Hannah se quedó hablando con Sebástian de lo que le había pasado el día anterior con sus amigas en la piscina. Sebástian parecía divertirse mucho con Hannah. Y no lo culpo, mi hermana es muy alegre y ocurrente. Nunca habrá un momento aburrido si ella está presente. Es el alma de la fiesta, siempre. Aunque no dejo de sentir celos cada vez que ella lo hace reír, siempre noto como coquetean y ríen con picardía.

Hannah definitivamente es una competencia fuerte, es sensual y atrevida, sabe bien cómo provocar a un hombre. Es bastante seductora, y con Sebástian muchísimo más.

Caminé fingiendo no escuchar nada de lo que hablaban, y me recosté en el sofá a ver un poco de televisión. No es que quería ver algún programa pero tampoco me provocaba dejar a estos dos solos. Así que me planté en el sofá, tomé algunas gomitas que ponía papá en la mesa que estaba frente a la TV, y empecé a comerlas. Son las mejores gomitas azucaradas del mundo, y papá lo sabe.

No estuve muchos minutos ahí cuando de pronto...

Empiezo a sentir que tengo a alguien detrás de mi, yo me volteo lentamente, algo nerviosa. Era Sebástian que estaba observándome, con una sonrisa de lado. Se sentó a mi lado y empezó a ver la TV. Yo giré mi cabeza para mirar sus labios, y el de inmediato contestó a mi mirada. Volteó sus pupilas sin mover el cuello, y lanzó una sonrisa traviesa. Noté como de pronto giro su cabeza para mirarme fijamente, y clavó sus lindos ojos cafés en mis labios. Esa mirada me ponía mal, casi me estaba gritando que lo besara. Pero yo no podía creerlo, estaba sin palabras, no hice ningún gesto, no tenía expresión alguna. Nadie podía descifrar lo que estaba pensando en ese momento, porque estaba totalmente en blanco.

Se abalanzó contra mi, me tomó de la nuca llevando mi cabeza hasta quedar muy cerca de su boca, rozó mis labios dejándome saber que los suyos eran extremadamente suaves. Barrió mi mejilla hasta llegar a mi oído. Y me susurró

Te quiero besar, Letch. - yo no contesté, guarde silencio y al parecer el esperaba una respuesta, de pronto escuche de nuevo

- Letch. ¡Letch! Hey ¡Let....

Salté del susto. Abrí mis ojos y estaba él parado justo frente a mi

- Hey Letch, ya es hora de ir a la escuela. Si no te mueves ya, se hará muy tarde. Te dormiste anoche aquí. - Me dijo Sebástian con un tono muy bajo

¡Joder! Esto ha sido todo un sueño. No puede ser posible. ¿Como la vida puede jugar así con mis sentimientos? Esto es un maldito descaro de parte de la vida. Me levanté enfurecida y me fui a darme un baño. Hannah ya estaba casi lista y yo apenas iba a ducharme.

Me puse lo primero que encontré y salí corriendo de mi habitación mientras me ponía el suéter. Pues debajo del suéter solo llevaba una franelilla bastante desgastada. Qué más da.

Me monté en el auto de Sebástian y nos fuimos a la escuela.

En la escuela el fingía no conocerme, era justo como antes. No parecía ni un poco que vivíamos juntos. Pero yo lo prefería así. El siempre andaba con chicas extremadamente lindas, un montón por cierto.

De lejos pude notar que se dirigió hasta su casillero. Y leyó la carta que yo le había dejado días anteriores, me supuse que la estaba releyendo. Y me encantó ver su sonrisa mientras lo hacía.

Espero les haya gustado este capítulo. Deberían dejarme su opinión en los comentarios.

Besos ❤️

¿Quién es Alessia? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora