Nicotina. [TicciMask] [T.2.]

3

Toby no dejó de llorar desde el encuentro con Tim, pensó que sería feliz ahogándose en drogadicción. Fuera de todo el mundo exterior, cayendo a la nada. En ese momento creyó que debería sacarlo del hoyo donde fue arrojándose a sí mismo. —Espero que vivas lo suficiente, hasta que llegue con ayuda. —Susurró a la luna, estaba sentado en el techo de la casa. Ahí dormía, era su lugar para observar el perímetro, por si él regresaba así correría a abrazarlo y decirle que no lo esperaba. Tim regresó a perderse, lloraba como un niño pequeño meciéndose en la raíz de un árbol. Sentía un ardor en su pecho, que le decía que había hecho algo malo. En realidad lo hizo, y se castigaba por eso.
Volvió a abrir sus heridas casi cicatrizadas, se inflamaron al momento que la navaja hizo su función. Le dolía en el fondo, pero se había quedado sin lágrimas, sin agua dentro de su organismo. Se levantó con cansancio y caminó a la mansión, recordó que recorría con Hoodie esas partes del bosque, se echaban en un tronco y prendían una fogata, platicaban de sus formas de matar y como sería la vida si Slenderman no hubiera ido por ellos. Llegó a ver la casa desde lejos, suspiró al ver alguien sobre él techo temblando del frío, Tim desplomó su chaqueta echa mierda y la llevó entre sus manos con sangre seca y los nudillos sin piel.

Toby:

Mire a Tim de lejos, mi corazon palpito, me puse nervioso. El plan de decirle que no lo esperaba venir ya no funcionaba. Podía ver como aquellas bolsas en sus ojos eran moradas, como si alguien hubiera estampado su puño en su rostro o simplemente lleva más de un mes sin dormir. Sus pantalones estaban rasgados en la zona de su rodilla, miraba como su hueso saludaba y vivía al aire libre. Lanzó una piedra a mi cabeza haciéndome caer al pasto que hizo que mis glúteos rebotaran en la firme tierra sin regar. Viéndome sin piedad se lanzó sobre mí, controló mis brazos de los movimientos involuntarios de defensa propia y plantó un beso en mis boca, sentí una sensación de electricidad recorriendo mi garganta hasta mis pies. De mi corazón hasta mi columna vertebral, de mis manos hasta mi lóbulo frontal, su sabor no era distinto a lo que estaba acostumbrado, pero sé que en ese instante no podía dejar de mover mis labios contra los suyos.