Nicotina. [TicciMask] [T.2.]

7

“He empezado a morir sin tener que hacerlo.
Como si respirar raspara cada parte de mis pulmones hasta mi nariz, la limpieza y la simplicidad de estar roto a montones.
No lo sabremos en realidad, hasta que lleguemos al límite determinado por nuestros superiores.
La mente.”

Era una historia donde el final no estaba cerca y ni estará.
Solamente no existe, no es posible ser escrito, es complejo y de alguna forma alguien debería dejar su alma en descanso.
Me arrastré como un perro sin sus patas traseras, me sentía sucio e inhumano; Corregí lo que estaba fuera de mis piernas con un trozo de madera afilado, arranqué parte de mi suéter ensangrentado e hice un torniquete.
Si el hueso no se vuelve estable, prefiero desangrarme en el suelo que estar paralítico por la infinita no vida.

— ¡Tim! Masky. . . — Grité con la poca voz que salía de mi, estaba casi muerto y aún así me seguía preocupando por un idiota sin control.

“¿En verdad sé lo que quiero? Merezco soledad, él también la ha tenido.
Quizás estamos unidos por un hilo para morir solos, estando juntos.”

— Debes estar bromeando. . . — Logré ver a Tim al borde de un precipicio, acostado balanceando sus pies al aire. — ¡Tim! — Me deslizaba por el pasto como un gusano feo huyendo a velocidad de su cazador.

Suspiraba, debía hacerme la idea de que mis piernas eran funcionales aún.
Si me daba la media vuelta, mi espalda ardería como un infierno con tal dolor; Masoquismo o sumisión, podré ser ambas. . . Pero no me dejes, no hoy.

“Noche tras noche pensé, ¿Realmente soy bueno para ser querido? No soy un ser hermoso con un corazón hermoso. He matado esperanzas, aniquilado la felicidad de mi cuerpo. . . Soy yo, alguien que por mucho no ganaría ser odiado.
Es un sentimiento y no tengo por qué ser notado.”

— ¡Toby! El imbécil más grande. — Exclamó el rey de las mentiras sin levantarse de su lugar de confort, viéndome con una sonrisa psicótica. — Acercate, puedes caminar. . . Anteriormente te he dado por detrás muy duro, esas heridas no son nada. — Dijo antes de tirar la colilla de su cigarrillo por el vacío.

Me acerqué con valor, puse mi peso en mis brazos y levanté.

— Veamos quien es el imbécil aquí. — Le escupí en la cara, él sólo cerró los ojos y limpió.

— Tanto te odias, eh. — Se sentó en el mismo lugar tronando los dedos. — Lástima que no estoy para complacerte. Si muero yo, vienes conmigo. — Me jaló de las piernas, chille por lo brusco e inesperado que fue.

Ambos estábamos cayendo por un vacío no tan profundo, me tomó del cuello y gritó: “Eres mi nicotina, se mi cigarro y yo seré tu adicto.”
Lo tomé de la cara y me escupió.

Ambos estábamos cayendo por un vacío no tan profundo, lo abofeteé y grité: “Te he amado desde mis inicios, por favor. . . Deja todo por mi.”
Me tomó de la cara y lo besé.

Ambos estábamos cayendo por un vacío no tan profundo, mi cráneo golpeó algo duro.

Tim ya no estaba.
Se esfumó.
Me esfume.
Él no me ama.
Y yo si a él.