Capítulo 1: Bienvenida a la cárcel

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Pov's Shopia

- Por favor mami, te prometo que me pórtate bien - le suplico a mi madre por décimo sexta vez

- Eso va en contra de tu religión - responde de mala gana

Hago un puchero y me cruzó de brazos en el asiento del copiloto.

- Eso es mentira, - me quejó - sabes que no es así

- Llegamos

Detalló el lugar un edificio grande que parece un castillo blanco gigante lleno de chicos y chicas con uniformes rojos.

- ¿Crees que haya una princesa ahí? - pregunta asombrada ante la estructura del lugar

- No, así que no intentes nada

Vuelvo a mi pose anterior con los brazos cruzados y un puchero, mi madre es muy injusta ella conoce las reglas. Número 14: Si conozco una princesa debo intentar robar su corona.

Mi madre detiene el auto en el parqueadero en donde nos encontramos con dos señoras una rubia con gafas y una castaña.

- ¿Este es su problema? - pregunta amargada la castaña, miro mal a mi madre

- ¿Soy un problema para ti? - pregunto de mala gana

- No cariño, - me sonríe - simplemente eres diferente. - sonrió complacida - Si es ella - habla con la señora castaña y la miro mal

- Que bien, no se preocupe aquí corregiremos a su hija

- Y la cuidaremos - agrega la rubia tímida

- Que bien. - mi madre me sonríe - Te veré en vacaciones - asiento

Mi madre baja mis maletas se sube a su asiento en el auto y me abandona aquí. Miro a las dos señoras frente a mi.

- ¿Y que esperas? - me pregunta la amargada

Bufo, tomó una de mis maletas mientras la rubia toma la otra. Empezamos a caminar detrás de la amargada señora. El lugar esta lleno de chicos y chicas de mi edad, solo que estos son delincuentes juveniles, nos es justo que yo este aquí.

- ¿Como te a parecido al lugar? - me pregunta la mujer de gafas mientras caminamos

Dejó escapar un pequeño grito y abro mi maleta. Mi ropa vuela por el pasillo mientras los demás me miran. Encuentro mi libreta buscó la página y luego se la paso a la rubia.

- Regla número tres, no habló con nadie que no conozca su nombre - la rubia me mira sin entender, ruedo los ojos

- ¿Porque dejaron de caminar? - pregunta la castaña de mala gana

La otra adulta le muestra mi libreta justo en el mismo lugar que yo le señale. La señora gruñe.

- Olvide lo que me dijo su madre; - dice mientras golpea su frente - soy Úrsula y esta es la señorita Amanda

- Es un placer señorita Amanda, - le sonrió a la mujer de gafas - por otros lado... - miro con asco a la castaña - a usted no - la escucho gruñir para luego darme la libreta

Recogó mis cosas lo más rápido que puedo y vuelvo a segir a las adultas.

- Esta es la parte de estudio, - me comunica la señorita Úrsula antes de tomar un pasillo a la derecha - esta es la parte de los dormitorios de las chicas, el de los chicos esta para el lado izquierdo, la zona de estudio los separa

- ¿Y ustedes? - pregunto mientras levantó mi mano

Número 64: Cuando haces una pregunta levantas la mano.

- Nosotras en el lado de las chicas, somos mujeres - bajo mi mano

Cuando llegamos al ascensor la señorita Amanda deja mi maleta en el suelo y se acomoda al lado de la señora Úrsula la cual me entrega una llave.

- Tu habitación esta en el décimo piso, es la número diez cinco, tus compañeras ya se encuentra allá. Suerte señorita Hobbs

Entró al ascensor y marco el número 10 ¿suerte? ¿A que se refirió con eso? Da igual, de todas maneras ¿que puede salir mal? Solo estoy en una escuela con un montón de criminales. Respiro profundo antes de introducir la llave en la puerta de la habitación.

- ¡Aaaaaa! ¡Maldita sea! ¡¿Como entraron?! - grito desesperada mientras me quito mis zapatos y se los lanzó a la abominación en el escritorio

- Calmate - me ordena una pelirroja frente a mi - ¿que te pasa?

Señalo la abominación asesina con temor, la chica los ve y luego me ve a mi.

- ¿Los hongos? - asiento

La pelirroja se separa de mi toma los hongos y los lanza por la ventana.

- ¡Oye! - se queja una rubia la cual tiene una pijama de short puesta

- Perdón esta chica entró en pánico - se defiende la pelirroja que acaba de salvar mi vida - hablando de eso ¿quien eres? - le pasó mi libreta

- ¡Oh! - dice la chica mientras leé la libreta y luego me sonríe - Mi nombre es Annabell, como la muñeca diabólica - dice acercándose demasiado a mi rostro con una sonrisa macabra

- Dejala en paz, - la regaña la rubia - yo soy Sakura pero puedes decirme sak - le sonrió a la chica de ojos azules con nombre japonés

- Mi nombre es Sophia Hobbs pueden llamarme so

- ¿Ahora si nos puedes decir quien eres? - pregunta Annabell de mala gana, que bipolar

- Ya dije que soy Sophia - respondo obvia

- Se refiere a ¿que haces aquí? - interviene Sakura de mala gana

- Lo hubieras dicho desde antes. - las chicas me miran mal y trago en seco - Soy su nueva compañera de cuarto - sonrió

- Esa es tu cama - señala una cama en el fondo de la habitación

- Okey - lanzó mis maletas sobre mi cama, me pongo mis zapatos y luego salgo de la habitación

Camino por el lugar tratando de recordar lo que me explicó la maestra amargada. Salgo del gran castillo que en realidad es una prisión. Lo rodeó y me encuentro con un edificio al lado de una pista de carreras. Entró al edificó que según me explicó la señorita Amanda es la parte recreativa.

El lugar es muy grande con todo tipo de salones, camino hasta que encuentro el gimasio. Entró y me acercó a la caminadora, me quito mis zapatos para quedarme en mi sudadera, mi camisa holgada y mis medias.

Enciendo la caminadora y me pongo a trabajar, no pasan ni diez minutos cuando escucho a un chico gritar. Me volteo, mala idea ya que pierdo el equilibrio y caigo sobre el chico.

Me levanto lo más rápido que puedo. Número 39: Nunca se toca a un hombre sin su permiso.

- ¿Estas bien? - pregunta el chico mientras se levanta - ¿Con que me tropece? - pregunta mientras se soba su cabeza, sus ojos verdes caen en mis zapatos - ¿Son tuyos? - pregunta incrédulo, no respondo - ¿No piensas hablar? - pregunta enojado mientras se acerca a mi, abro mi boca pero nada sale de ella - ¿Eres muda? - pregunta con una sonrisa de lado -Mejor, así no podrás gritar - dice divertido

Cuando su mano toca mi mejilla pego el mayor grito de mi vida, haciendo que todos los presentes en el gimnasio se acerquen a mi.

La religión de los raros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora