- Tomatelo como unas vacaciones sólo que sin celular - dice mi madre con una sonrisa
- Para eso no quiero vacaciones - hago un pequeño puchero
- El doctor dijo que debías estar en reposo una semana. Según tu versión a ti te atacaron ¿te parece mejor idea ir al internado? - pregunta mi hermano dejando por unos segundos la puerta
- No - me encojo en mi lugar
- Entonces todo arreglado - dice mi madre feliz
Momo logra abrir la puerta de la casa donde nos recibe unos cuantos ladridos.
- ¡Almohada! - grito emocionada para lanzarme a abrazar la pequeña bolita blanca en el suelo - No puedo creer que aún la tengan
- Si la regalabamos harías un berrinche. - dice simple mi hermano para entrar en la casa seguido de mi madre - Por cierto puedes ir a dejar las cosas en tu lado de la habitación, no a cambiado mucho - trago en seco
- Okay
Toma a mi pequeña perrita de pelos blancos y camino hasta mi habitación, bueno y la de momo. Me lanzó en mi cama junto con mi pequeña maleta. Observo al rededor y es verdad que nada a cambiado a excepción de la ausencia de cosas que me lleve.
- ¿Aún no has desempacado? - pregunta mi hermano apareciendo de la nada
- No me asustes así - le reprochó
- Esta también es mi habitación - se encoge de hombro para luego sentarse en su escritorio
Es verdad cuando momo dijo que el internado era caro, después de todo nuestra casa es pequeña, un solo piso y dos habitaciones, ni si quiera hay espacio para un perro, por eso Almohada es una taza de té ya que son muy pequeños.
- Creí que te lanzarías a mi cama recién llegarás - dice el chico sin quitar sus ojos de la computadora
- Eso no pasa hace mucho tiempo - digo desviando mi mirada
Momo no responde y para mi es lo mejor. Empiezo a desempacar las maletas intentado que mi mirada no choque con la verde de mi hermano, aunque eso es imposible ya que el no se toma el tiempo de mirarme.
Cuando llega la hora de cenar mi hermano y yo bajamos a la vez, en el mismo silencio de siempre. Tomo lugar en la mesa y es cuando noto a mi padre frente a mi, creo que empecé a sudar en frío.
- No pensaba verte aquí hasta vacaciones - dice con fastidio
- Bueno... tuve un pequeño problema...
- Lo sé - me interrumpe - más te vale que no estés desperdiciando el internado, te envíe allá para no tener que soportar estas cosas aquí pero aún así vuelves aquí con uno de tus estúpidos problemas...
- Amor...
Mi madre lo tomo de los hombros pero rápidamente es empujada lejos. Trago en seco. Miro al ojiverde a mi lado el cual sólo tiene la mirada baja.
- ¡Amor nada! ¡Quiero que termines la escuela en ese maldito internado! - se levanta de su silla para acercarse a mi - ¡Y luego irás a la universidad en alguna residencia porque no te quiero en mi casa! ¡¿Entendiste?! - bajo mi cabeza. Creo que si miro sus ojos verdes no podré resistir más el llanto - ¡¿No me vas a responder?!
¡Pum! Siento su mano estrellarse contra mi mejilla. Del impacto caigo al suelo, logró ver como mi padre me ve enojado mientras mi mamá me intenta ayudar a levantar.
- Déjala que se vaya a su habitación y así no se arruinara la cena - súplica mientras me ayuda a levantar
- La quiero fuera de mi vista ahora - dice serio
Sin dudarlo salgo de la sala para ir a mi habitación. Al llegar mi mirada cae en el peluche de pato en la cama de mi hermano; mis lágrimas empiezan a salir una tras otra porque ya no podré abrazar a ese tonto pato y tampoco tendré unos brazos en esa cama que me consuelen. No se cuento tiempo pasa hasta que la puerta se abre dejando ver a mi hermano con su pijama ya puesta.
- Te cambiaste afuera - suelto sin dejar de mirarlo
Me doy cuenta que trae mi vieja lonchera en su mano.
- Bueno ya no somos niños así que supuse que te incomodaria. - asiento - Toma
El ojiverde se acerca a mi y me entrega la lonchera para luego acostarse en su cama junto a un pato. Abro la lonchera donde se encuentra mi cena.
- Muchas gracias - digo secando las lágrimas que aún salen de mis ojos
- No me des las gracias, mamá me dijo que te lo trajera
- Ya veo - respondo cabizbaja
- Buenas noches
El chico apaga la luz de su lado del cuarto para luego abrir la cortina que separa los dos lados. Me quedo mirando la cortina la cual nunca fue necesaria entre los dos ya que la mayoría de la veces yo solía dormir en aquella cama o viceversa pero ahora debo entender que del otro lado está mi hermano mayor, que ahora hay una barrera y que ya nada será igual por mucho que yo lo quiera.
Los días pasan demasiado lento. Lo único que e hecho es hacer las comidas, todas. Momo me invitó a salir el domingo pero la verdad no acepte, se que lo hacía por lastima y me siento incomoda de por sí cuando estoy con él en casa no me lo imagino en cine aunque bueno ya es miércoles y la verdad las cosas siguen igual: cocino, recibo a momo y a mamá a la hora del almuerzo, comemos, cocino, recibo a padre, mamá y a momo a la hora de la cena, comemos, mi padre me golpea, duermo.
La verdad no es nada del otro mundo siempre fue así por lo que supongo que ya me acostumbré. Acaricio los pelos blancos de mi perrita mientras miro el techo con aburrimiento, hoy termine el almuerzo antes por lo que no tengo nada que hacer.
No e podido hablar con mis amigas para intentar arreglar las cosas aunque no creo que ellas quieran. El timbre de la casa suena cosa que se ma hace extraño, nadie suele venir aquí. Momo llega de la universidad a la 1:30 al igual que mamá que luego se va a trabajar el resto del día nadie viene a esta casa ¿será a que a mi padre se le olvido algo?
Salgo con temor de mi habitación. Respiro profundo antes de tomar la perilla de la puerta y abrirla.
- ¿Qué haces aquí?
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La religión de los raros
HumorMuchos dirán que soy rara ¿y les digo algo? Es completamente cierto, desde pequeña e tenido costumbres extrañas así que decidí escribir en una pequeña libreta esos delirios por los que me llaman rara. Mi madre lo leyó para tratar de entenderme ¿que...