Me gustas...

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Derick llegó media hora después que se fue Diego. Estabamos sentados a la mesa hablando de cualquier cosa  después de comer

—Gracias por invitarme—nos dijo Derick—cocinas muy bien Eric

—Gracias. ¿Porqué ustedes dos no pasan a la sala mientras yo recojo todo esto?—nos dijo Eric mientras se levantaba—yo me uno a ustedes en un rato

Derick y yo nos fuimos a la sala

—Tu amigo cocina realmente bien.

—Así es—le sonreí.

Eric se nos unió un rato después pero nos abandonó cuando su teléfono sonó.

—¿Cómo te has sentido hoy?

—Más o menos—le dije acomodándome en el sofá—en la mañana me dio dolor de garganta 

—¿Y ya te sientes mejor? vi que casi no comiste.

—El dolor de garganta sigue ahí, pero estoy mejor.

Eric salió con las llaves de su carro dándole vueltas con el índice

—Chicos los dejo solos,necesito salir—me miró—Steven me llamó y me preguntó si podíamos vernos. Ustedes dos—nos señaló a uno primero y al otro después—portense bien. Te quiero nena—me lanzó un beso y se fue.

Derick se fue creca de las doce y aun Eric no llegaba, raro. Decidí leer un buen libro y esperarlo en mi cuarto. A punto de quedarme dormida, Eric abrió la puerta de mi cuarto todo sonriente .

—Que bueno que estás despierta—yo bostecé—casi—dijo riendose.

—Tú vienes salpicando felicidad—lo miré muy seria—te acostaste con Steven.

—Nena, que no soy de esos.—se rió—No, fuimos a tomar un trago, hablamos, caminamos.

—Que romántico.

—A la luz de la luna, en la playa—siguió como si nunca lo hubiera interrumpido.

—Romance en el aire.

Hablamos un poco más y luego se fue a dormir.

Dos semanas más tarde, Derick se presentó en mi casa de sorpresa, Eric lo había llamado para decirle que me encontraba enferma y que si me podia cuidar porque él había estado la noche anterior cuidando y tenía que trabaj y además no quería dejarme sola al otro día. Yo no sabía nada de esto por lo que solté un  grito cuando entró en mi cuarto.

—¿Estás desnuda?—preguntó Derick escocndiendose detrás de la puerta media abierta.

—No—la verdad era que estaba muy, muy tapada con un pantalon de de frio, una camisa de mangas largas y medias hasta las rodillas. Me había tapado hasta la barbilla con un edredón gordo. Sentí como entraba y cerraba la puerta, se sentó en la cama , silencio y de repente ¡Zas! me destapó —¿Qué haces? Esto hecha un desastre

—No deberías tener pena que te vea así, te ves hermosa ¿Porqué no me comentaste que estabas tan enferma??

—¿Para qué?

—Para no tener que enterarme por Eric, y para venir a cuidarte.

—Me vas a malcriar ¿Sabes?

No dijo nada, me dió una de esas sonrisas hermosas suyas. Me tocó la frente. Yo estaba temblando, sin duda tenía fiebre.

—¿No deberíamos ir a un hospital?

—Tal vez. Estoy esprando, Eric me dió algo para la fiebre. Si no baja entonces iré.

—Bien, por lo pronto entrarás en el baño y te ducharas con agua tibia.

Abrí la boca para protestar, pero me interrumpió.

—No me importa si luego no me hablas, pero si no haces lo que te digo, yo mismo te desnudaré y te meteré en el baño. Voy a estar en la sala, cuando termines déjame saber. Lo juro Jany , si en quince minutos entro y aun estás así vestida, yo mismo te bañaré.

Salió del cuarto sin decirme nada mása.. Hice lo que me dijo y veinte minutos después lo encontré en la sala jugando con su teléfono celular.

—Listo.

Derick me miró en mis pantalones cortos hasta las rodilas y mi blusa de pijama color lila, salí abrazandome los brazos y frotándomelos.

—Siento obligarte, pero es malo para el bebé—me dió una sonrisa tímida—tampoco quiero que dejes de hablarme.

Yo me reí y negué.

Estabamos en mi cama viendo una película cuando Derick volvió a tocar mi frente, confirmando que ya no tenía fiebre. 

—Creo que ya puedo irme—me dijo sentandose en la esquina.

—Es tarde ¿porqué no te quedas? Bueno, si es que no tienes algun compromiso para mañana

—No lo tengo y si no te importa, me quedo.

—No me importa, al fin y al cabo, viniste hasta aquí para cuidarme cuando no tienes porque.

—Me gustas Jany, no me importa cuidarte, siempre que me dejes.—me dijo mirandome a los ojos.

Yo me senté pegándo mi espalda a la cabecera de la cama y bajé la vista.

—Tú también me gustas.

—¿Porqué no me lo dices mirándome a los ojos?

—Que me gustas Derick, me gustas mucho.

Nos quedamos mirando por un largo rato. Derick se inclinó y me besó. 

Nunca es tarde...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora