Nunca creí estar tan lejos de casa como lo estoy ahora. Tuve que romper con mi novio porque él no quiso venir a Canadá conmigo, lo cual fue estúpido, pero él no creía en las relaciones a distancia. Debí mudarme por el maldito trabajo que tengo. Por suerte, espero, mis amigas me acompañaron.
Justo ahora estamos en el aeropuerto pensando en donde diablos debemos ir. Dentro de una hora tengo una reunión y no puedo perdérmela, pero las "graciosas" de mis amigas decidieron jugar un rato con el mapa, y ya ni siquiera sabemos a donde debemos ir.
De pronto siento el bolsillo trasero de mi pantalón vibrar. Era una llamada de mi amiga del trabajo, Kristine, quien me preguntaba en donde rayos estoy, no pude responderle ya que ni siquiera yo sé en donde estoy, y dudo que mis amigas sepan también, así que inventé algo rápido y corté.
—Mel —dijo Martina nerviosa—, creo que nos hemos perdido.
Le arrebaté el mapa de las manos y lo observé.
—Estúpida. Lo tienes al revés.
Ella me miró sonrojada y Alma se empezó a reír como desquiciada haciendo que muchos del aeropuerto se giraran a verla.
—Oye, cállate. Encontraremos la forma de salir de aquí, tengo la dirección del hotel así que solo detendremos un taxi, iremos al apartamento y yo iré a la maldita reunión —dije molesta.
Y sucede que nos sabemos hablar inglés, lo cual es estúpido porque veníamos a Canadá y debemos saber algo. Por suerte, Martina, la más inteligente de las tres, trajo un diccionario para poder comunicarnos con la gente.
Paramos un taxi, y ella intentó hablarle, de manera tropezada, al taxista a donde debemos ir. Él nos miro por el espejo retrovisor y empezó a reírse de nosotras.
—Son latinas, ¿cierto? —dijo él en español en lo que nosotras nos asombramos y nos sonrojamos.
—Sí —dijimos al unísono.
—¿Cuál es su destino, señoritas? —dijo él con un tono amable. La verdad es que no me había fijado en su aspecto de persona adulta-mayor hasta ahora. Parece un señor muy simpático. Le di la dirección del hotel y nos guió hasta allí.
—Gracias, señor —dije de forma educada, mientras las tres salíamos del taxi.
—No es por nada. Ten, llámame si necesitas algo —dicho esto me paso su tarjeta y se fue. Estaba algo asombrada por aquel acto, pero también estaba pensando en la reunión que tenía pronto así que entramos rápidamente al hotel, y le dijimos a la señora de la recepción que habíamos reservado un apartamento. Dimos los nombres, lo necesario, y fuimos corriendo a este. Nos quedamos muy impactadas al ver lo grande que éste era; Alma comentó rápidamente la cantidad de chicos guapos que deben haber por aquí; Martina exclamó de que si no había una biblioteca cerca se iría de este lugar; y yo solo escogí una habitación, y saque la ropa adecuada para una reunión. Me vestí rápidamente y en cuanto estaba apunto de salir les dije que volvería tarde y que se comporten bien mientras yo no estaba.
Mientras bajaba las escaleras apresuradamente (los ascensores estaban fuera de servicio) choqué de hombro con un chico que venía subiendo, le dije un "disculpa" apresurado, sin mirarle, y seguí mi camino.
Llegué cansadísima al apartamento, y decidí ir a tenderme en mi gigantesca cama. Alma veía la televisión, y Martina no se encontraba en el apartamento. Ni siquiera pregunté, porque ya sabía en donde estaba.
—¡Alma! —exclamé.
—¡¿Qué quieres?!
—¡Tráeme comida!
—¡Levanta tú el trasero! —rodeé los ojos, y me paré de forma muy perezosa a la cocina. Al pasar por la sala de estar, en donde ella estaba, levanté mi dedo corazón en su dirección y ella me lanzó un beso—. ¡Me adoras! —dijo en lo que yo entraba a la cocina y ambas reíamos.
Después de un rato, le pregunté a Alma si Martina ya había llegado a casa, me dijo que no, y decidí llamarla. Contestó el celular al segundo tono.
—¿Qué pasa? —dijo susurrando. Obviamente estaba en la biblioteca.
—¿No crees que es un poco tarde para estar en biblioteca a esta hora?
—No, no lo creo. Estoy muy intrigada por lo que va a pasar entre Ryan e Indiana —no tengo ni la menor idea de a quien se refería, pero decidí ignorarlo.
—Si no vienes, juro que nunca más te daré un libro para cumpleaños, o lo que sea.
—Estoy allá en cinco minutos —dijo y colgó. Reí para mis adentros por la obsesión de esta chica por los libros, pero aun así la amo.
En menos de 10 minutos mi mejor amiga ya estaba en casa sana y salva.
—¡He vuelto! Pueden dejar de extrañarme —dijo al entrar.
—Nadie te estaba extrañando —dijo Alma.
—Bueno, dile a ese tal "Nadie" que también lo extrañé.
Rodeé los ojos y reí por tal actitud.
—¿Cómo ha sido tu día? —dijo Martina cuando salí de la cocina. Sí, todo ese tiempo en la cocina, tenía hambre.
—Agotador.
—Es una pena... —dio una pausa como si estuviera pensando en algo—. ¿Qué tal si salimos mañana? Ya sabes, para conocer el lug...
—No iremos a ninguna biblioteca —dije interrumpiéndola. Ella puso cara de cachorro, y la ignoré. Caminé hacia mi habitación dando el tema por concluido—. ¡BUENAS NOCHES! ¡No se queden tan tarde despiertas!
—¡SÍ, MAMÁ! —gritaron al unísono. Y es cierto, a veces me siento como su mamá.

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Un nuevo comienzo.
Novela JuvenilMelody, Alma y Martina. Son las mejores amigas del mundo quienes emprenden un viaje a Canadá por trabajo de Melody. En este lugar se encuentran con nuevos amores, restaurantes extraños, nuevas amistades y un sinfín de momentos excepcionales. Todas e...