Capítulo seis.

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Domingo. Al fin. El glorioso día de descanso. Y de fiestas, al parecer.

—¡A levantarse que hoy es día de chicos y alcohol! —exclamó Alma por todo el apartamento.

—¿YA ES VIERNES? —escuché gritar a Martina desde su habitación. ¿Es que estas no saben que hay personas durmiendo? ¿o al menos intentándolo?

—¡CLARO QUE NO! —gritó Alma soltando una carcajada— ¡Es domingo! Y lo único bueno, es que estamos las tres juntas. ¡Al fin!

En eso tenía razón la chica alarma. Llegábamos exahustas de nuestro trabajo todos los días y lo único que hacíamos era dormir.

Con los insistentes gritos, me levanté perezosa de la cama y en cuanto Al me vio caminar por la sala de estar, aulló. Exacto, ahora tengo una amiga lobo.

—¡Hasta que la bella durmiente despertó!

—Claro que sí. Pero si no dejas de gritar, ya no me volveré tan bella —dije amenazándola con ojos achinados. Ella solo me mostró su lengua y fue a la habitación de Ina.

—¡MI AMOOOR! ¡QUIEREN MATARMEE! —gritó la loca. Escuché un golpe en la habitación y fui corriendo a ver.

—¡Esta loca no sabe callarse! —exclamó Martina con una almohada en su mano y Alma en el suelo retorciéndose.

—Muy bien. Ya no tenemos que llamar a un sicario —dije y salí de la habitación a preparar el desayuno.

—¡Hey! No tienes derecho a escapar —proclamó Martina desde su cama. De puntitas guié mi humanidad a la libertad del afuera sin que las chicas se enteraran y salí del apartamento—. ¡ALMA! ¡LEVÁNTATE! ¡MELODY HA SALIDO! —sin duda las chicas tenían el don de gritar horriblemente fuerte.

Corrí lo más rápido que pude hacia el ascensor sin enfocarme en que seguía con mi pijama; aunque eso no importa, yo solo quiero estar viva.

—¡AHÍ ESTÁ! —gritó Alma al verme en el ascensor. Para mi suerte este cerró antes de que ellas llegaran a mí y suspiré aliviada.

—¿Mel? —ay no. Justo ahora. ¿Qué diablos hice ahora? Tierra tragame. Y escúpeme en París.

—Buenos días, Matt —saludé dándome la vuelta para verle el rostro.

—Buenos días... —dijo extrañado observando mi atuendo— ¿Qué te ha pasado?

—Es una larga historia.

—Okey... —el ascensor se detuvo hasta llegar al primer piso—. Bueno, debo irme. Espero verte luego, Mel —dijo con una sonrisa. Besó mi mejilla y salió del ascensor. Juro que casi me desmayé.

Volví al departamento casi volando. En cuanto entré las chicas estaban con almohadas en sus manos. Tenían todo preparado para lanzármelas hasta que vieron mi estado.

—Mel, ¿estás bien?

—¿Te drogaron?

—¿Puedes escucharnos?

Ambas se acercaron y sonreí.

—Creo que me gusta —dije en un estado de ensueño.

—¿Tú crees? —dijo Alma con sarcasmo.

—¡CUENTANOS! —exclamó Martina guiándome a mi habitación.

Les dije toda la historia. Sobre cómo lo conocí, de lo que hablamos anoche, del casi beso...

—¡¿SE BESARON?! —gritó Alma y cubrí mis oídos.

—¡Claro que no! Digo, quizás pero había un grupo de chicos molestando y él solo dijo "mejor vamos a casa" —dije esto último rodando los ojos.

—Qué aburrido es aquel chico.

—No, está bien. Es tierno —dije sonrojándome recordando cuando besó mi mejilla.

—¿Y te gusta? —preguntó Martina algo desconfiada.

—No lo sé, en verdad... No hemos salido mucho pero es muy guapo, divertido... simpático, atento, adorable...

Creo que me fui por las nubes porque ambas me miraban cómplices.

—¡Así que te gusta! —afirmó Ina.

—Mejor vayamos a ver una película —dije cambiando de tema sonrojada. Martina me miró como casi sin creerme de que quería ver una película.

—Está bien. ¡Vayamos a ver Maze Runner! —dijo Alma inocente. Todas concordamos en que veríamos a la belleza de Dylan y fuimos al cine. Como es obvio, nos perdimos por una hora hasta que llegamos al bendito lugar.

Para mí suerte, las chicas olvidaron todo el tema con Matt así que no preguntaron más por él en el resto del día.

Cuando llegamos a casa comenzó el infierno.

—¡¿CÓMO ES ESO QUE CASI SE BESARON?! —gritó Alma en cuanto llegamos.

Rodeé mis ojos por la insistencia de esta chica.

Les expliqué justamente lo que pasó. Sin más ni menos.

—¿Y no quisiste besarlo? —preguntó curiosa Martina.

—¡Claro que sí! Pero no sé... ¿Se imaginan acaba igual que con Luke? —sentencié triste mirando al suelo.

—Hey, está bien. No te preocupes. Te acompañaremos en esto —me apoyó Martina y sonreí.

—Es cierto. Si terminas con el corazón roto, todas terminaremos con el corazón roto y comeremos helado —afirmó Alma y reí.

—Gracias, chicas —dije al borde de las lágrimas y las abracé—. Gracias por venir conmigo.

—Es un placer, querida.

—El bendito placer de ver chicos —dijo Al toda babeada. Salió del entrance y se corrigió—. Digo, de estar contigo. Eso, te amamos, Mel.

Todas reímos y fuimos como un montón de espárragos amarrados al sofá. De ahí buscamos otra película hasta quedar todas dormidas. Incómodamente dormidas.

Un nuevo comienzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora