10. Aparece la confianza y un poco de miedo regresa

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Umi.

Todo el lugar quedó en un profundo silencio.

Un sonido de asombro se escapaba del público en las gradas, la tribuna y el equipo contrario. Tan cerca. Tan cerca, maldita sea.

Mi flecha dio en el noveno espacio de la diana, tan cerca del centro.

—¡¿A caso eres un monstruo?! —Grito con un aire de odio e indignación una de las chicas del otro equipo. —Es imposible que le haya podido dar tan cerca...

Sí que estaba muy sorprendida, bueno, yo también, ¡todo el mundo estaba sorprendido! Es decir, contra todo pronóstico, desde esta distancia logre disparar lo más cerca que he podido del centro en toda mi vida. Era todo un logro. Por desgracia, no era un logro que podía celebrar.

Dirigí mi vista a la tribuna, donde los jueces discutían sobre qué escuela seria la ganadora. Quizá, había algo de esperanza...

Se escuchó un silbato y los jueces tomaron una decisión.

Sus palabras destrozaron el mínimo rastro de esperanza que tenía.

—¡Gana la preparatoria Azanishoka!

El equipo contrario se puso a celebrar, mientras que el nuestro se hundía en la depresión. Todo era mi culpa.

Me quedé estática en mi lugar y solo pude voltear a ver hacia las gradas. La cara de mi padre permanecía neutral, mi madre mostraba una leve sonrisa tratando de animarme, y Kotori... No me atrevía a ver a Kotori.

No puedo creer que haya roto otra promesa.

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.

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Kotori.

Desde que salimos del lugar, Umi-chan no me dirigió la mirada desde que salimos. A nadie en realidad.

Las demás se fueron antes y dijeron que sería mejor que me quedara con Umi-chan. Me dolía verla en ese estado. Sus ojos reflejaban una tristeza que atravesaban mi alma ¿Tanto le importaba esa competencia? Solo era una competencia... Pesé a lo que pudieran opinar los demás de ella, yo seguiría a su lado.

Nos dirigíamos a su casa. La espalda de su papá estaba frente a nosotras junto a la de su mamá, dos figuras recortadas en la luz dorada del sol. Fue una tensión horrible todo el camino. Nadie decía nada, era realmente incómodo. Como si en cualquier momento una bomba fuera a estallar.

Sin previo aviso, su papá hablo sin mirar atrás, mientras caminaba en frente de nosotras.

—Está bien. Lo intentaras de nuevo el próximo año —dijo con una voz serena, pero que resultaba difícil descifrar que otras intensiones guardaba detrás.

Imponente. Esa es la palabra que usaría para describir en este momento al papá de Umi-chan. Sus palabras resonaban como una orden, la cual no había forma alguna de rechazar. De alguna manera, esas palabras me hacían sentir insignificante. Como si fuera una hormiga al lado de un coloso. No podía imaginarme como habrán hecho sentir a Umi-chan tales palabras.

Y la bomba estalló.

Umi-chan, que estaba a mi costado, abrió los ojos y dejo de caminar, apretó los puños y parecía estar reprimiendo la oleada de sentimientos que sentía en el momento.

Sus papás voltearon al notar que dejamos de caminar y lo único que ella dijo fue:

—Que injusto eres, papá. —Y salió corriendo.

11 Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora