Set (3)
Querido lector los títulos son provisionales.
Todo estaba ordenado, tal como lo había dejado el día que salió por los víveres, incluso los audífonos estaban en la cama, su cuerpo estaba plasmado sobre el colchón, ahí donde aquella noche estaba recostado.
-Bueno como veras no hemos entrado a tu habitación-comento su hermano.
Algo en el tono de voz de su hermano no le gusto, no sabría decir que pero notaba algo distinto, seguía siendo su hermano, pero se preguntaba ¿Qué habría cambiado? Tal vez haber estado en el hospital de nublo el juicio. Así que solo asintió con la cabeza.
-Bueno creo que tienes mucho que arreglar- abrió la puerta de la habitación para salir- ah…si, Bryan vino ayer a casa cuando estabas en el hospital…está preocupado, deberías llamarlo-cerro la puerta tras sí.
Le habían hecho exámenes para darlo de alta. Los doctores estaban consternados de que no presentara alguna fractura o golpes internos, los daños se limitaron a unos raspones en los codos y antebrazos. Se sorprendió que no tuviera nada grave, recordó el dolor de cadera a causa del impacto, su cuerpo inmóvil, cada esfuerzo nulo que hacía para poder mover al menos un dedo…el terror de saber que estuvo a punto de morir, sacudió la cabeza no quería recordar nada de lo que había ocurrido, pero cada instante avivaba un recuerdo, no los podía borrar, formaban parte de el como un brazo al cuerpo. Recordó el pacto que hizo con aquellos dos sujetos de negro, y el significado que tenía para su manera de vivir. Estuvo a punto de gritar a todo pulmón. <<tenía razón-pensó-nada volverá a ser igual, ni ahora ni nunca>>
Se tumbó sobre la cama, respiro hondo. El cálido aroma de la calefacción impregno sus pulmones llenándolo de cierta gratitud que solo el entendía. Por primera vez en mucho tiempo estaba desesperado por volver a la escuela, su estómago revoloteaba con el simple hecho de pensar en que volvería a ver a todos sus compañeros, incluso aquellos con los que nunca había entablado una conversación formal. Era tiempo de arreglar todo, esta era su segunda oportunidad, pero aún se preguntaba ¿segunda oportunidad para qué?
Giro su cabeza hacia un lado de la cama, dirigió casi automáticamente su mirada hacia el escritorio que se encontraba a su derecha. Todo estaba revuelto, justo como estaba, los lápices regados ala azar, discos compactos fuera de su lugar, una fina película de polvo cubría la pantalla el monitor. Recordó entonces su injustificada costumbre de tener todo desordenado y poco aseado, esos detalles lo hicieron levantarse y buscar un paño para limpiar su habitación.
No recordaba cuanto hacia la última vez que se había encargado de asear su habitación, pareciera que fue hace una vida o quizás no recordaba nunca haberlo hecho, busco y limpio cada rincón de manera tan meticulosa que le provocaba cierto atisbo de triunfo. Se dirigió a su armario para ordenar las prendas, según su tipo, ya fueran chaquetas, camisas de botones, playeras, las separaba por grupos según su tipo.
Habito que aprendió de su madre, recordó como ordenaban la ropa de su padre, su madre le enseño a doblar cada prenda para ahorrar espacio. Era divertido y final de la tarea terminaban en una guerra irremediable de cosquillas que siempre iniciaba su madre y al terminar el día lo recompensaba con helado de vainilla. Aunque eso solo sucedía cuando no estaba su padre, lo cual muy poco ocurría, ¿pero cuando todo se había vuelto tan gris?, un halo de nostalgia impregno su mente, estuvo al borde de las lágrimas, por lo que se apresuró en la tarea para dejar de pensar en eso.
Por alguna razón no se sentía exhausto, creía que podría recoger otras diez veces la habitación y apenas cansarse. Puso su mano sobre el pecho, sentía su corazón acelerado latente, como cuando terminaba cualquier rutina de ejercicio. Estaba orgulloso de haber puesto en orden su habitación pero aun sentía vacío, era una victoria a medias, y por alguna razón no se sentía cómodo con lo que había logrado, una parte de su le exigía hacer más, ¿pero qué? , escruto en sus pensamientos en busca de alguna respuesta. Pero esta por alguna rara razón estaba lejos de él o quizás fuera un cofre del tesoro que tendría que encontrar.
Sin respuesta, tomo una chaqueta al azar del armario, esta era color rojo y salió ala fría noche a hurtadillas. Su madre se había vuelto paranoica desde el accidente y quizás pedir permiso significaría un rotundo no. Por lo general no salía mucho a la calle, era un ermitaño de su casa, estaba conforme con solo volver de clases y descansar de todos los profesores e incluso aquellos compañeros que eran molestos cuando tenían la oportunidad.
Las farolas de las calles iluminaban todo el vecindario, penetraba en el follaje de los árboles que llenaba la acera de oscuridad. El vecindario estaba lleno de sauces, pinos, robles, olivos y para rematar, cada casa tenía por lo menos un jardín ya fuera de solo rosas, orquídeas, girasoles, lilas o lo más habitual un pequeño huerto.
Caminaba observando cada casa con detenimiento, buscando algo que ni el mismo podría decir que es, resultaba redundante y hasta se sentía tonto por salir a la calle con un motivo como ese, pero comparado con estar en casa, era mil veces mejor. Camino hasta pasar por el pequeño parque del vecindario, veía a todos los niños enérgicos en el sube y baja, un niño trataba de subir la res baladilla de forma inversa, otro estaba en la cima de la res baladilla celebrando con gran orgullo haber conquistado el reto. Noto un aire de nostalgia que emano con solo verlos, en aquellos tiempos cuando era niño, solía jugar hasta tarde y en ocasiones su madre salía preocupada a buscarlo, al final le decía que no se preocupara, que estaría bien, que sus amigos lo defenderían si algo pasaba, pero esto provocaba que su mama se alterara.
<<no debes estar solo de noche ¿entiendes?-decía su madre-los niños corren peligro estando solo hasta tarde.
-pero mama no hay nadie alrededor, además sé que no debo hablar con extraños o aceptar cualquier cosa que me ofrezcan- no parecía convencerla con su argumento- además los padres de Toni nos estarán cuidando mientras jugamos y…
-No se siempre se van a presentar formalmente-contesto alterada- ellos buscaran hacerte daño –añadió-ellos no son humanos, no se tentaran el corazón con nadie y te harán daño cuando menos lo esperes… hijo por favor prométeme que no llegaras tarde a casa.
-Mama...pero…
-¡Prométemelo!
-está bien…puedo volver a jugar.
-Si- respondió resignada>>
Metió ambas manos en los bolsillos del pantalón, hacia frio, hacia su cuerpo titiritar. Quizás su madre exageraba en unas cosas, como cuando se ponía histeria cuando no salía con suéter o incluso cuando de pequeño volvía a casa solo después del colegio. ¿Pero qué mama no se preocupaba en estos tiempos? Su madre solo buscaba su seguridad y quizás ya habiendo madurado lo suficiente lo entendería.
A medida que caminaba, la oscuridad se volvía más densa, vislumbro la oscuridad ahí donde terminaba la manzana en una abrupta pared de piedra de 3 metros, marcando el límite del paseo. Opto por regresar a casa, antes de que se madre saliera buscarlo en la fría noche y quizás si tenía suerte llamaría a la policía para zanjar la búsqueda.
Comenzó a reírse, recordó la vez que su madre llamo a la policía a buscarlo en la noche. Ese día se quedó a dormir en la casa de Bryan, sugerencia de su madre, porque ya había caído la noche y sobre todo no era un secreto en el vecindario de que su madre armara un show para encontrar a su pequeño. Bryan le rogaba que se quedase a dormir en su casa para pasar la noche en vela, pero él conocía a su madre y sabía que esa no era una opción.
-Vamos solo será esta noche además, si llamamos a tu madre seguro se convencerá.
Al final se quedó con la condición de avisar a su madre que se quedaría en casa de Bryan, este se ofreció a llamarla para que su madre notara que su petición era verídica. Al final Bryan lo olvido y la gota que derramo el vaso fue que a set también se le olvido.
Al caer la noche se escuchó el bullicio de las sirenas pasar, a esto le siguió el timbre de la casa. La madre de Bryan entro a la habitación de Bryan donde ambos estaban jugando con las almohadas para llamar a set.
-Set puedes venir conmigo un momento-dijo al pie de la puerta- excepto tu Bryan.
Un miedo reverbero en todo su cuerpo al bajar las escaleras y ver al par de policías ante la puerta con una foto en mano de él. Lo subieron al coche de la patrulla. Estaba muy asustado como para llorar y muy aterrado para debatir, ese día se preguntó qué ¿crimen habría hecho?
-Fuiste un delincuente unos minutos-comento aquella vez -comento Bryan riéndose de la anécdota
-Cállate idiota estaba asustado- Bryan estallo de risa en esto último.
Lo cierto era que simplemente lo llevaron a casa y el par de policías, le explico la situación a su madre. Uno de ellos le froto la cabeza y le aconsejo tener más cuidado con asustar a su madre y se fueron.
Era un poco abrumador para Set pensar en ese tipo de cosas, le recordaba que quizás no tenía mucha libertad para su edad.
De camino a casa el camino fue más corto, hubo menos pausas y esta vez solo se concentró en caminar. De pronto freno en seco, paso por alto el hecho de cuánto tiempo llevaba en el hospital, aunque fuera algo de poca importancia, quería saber que había sucedido en la escuela todo el tiempo que estuvo en el hospital, giro ala izquierda y se dirigió a la casa de la persona que seguro le contaría con detalles todo lo ocurrido mientras estaba en el hospital.
Llamo dos veces a la puerta, sin respuesta alguna, solo el silencio. Se preguntó qué horas serian en este momento, quizás ya estuvieran dormidos y el solo el in intruso en su grato sueño. Llamo por tercera vez a la puerta y de nuevo nadie respondió. Resignado llamo por cuarta vez, entonces una ráfaga de viento azoto los arboles de alrededor. Creyó oportuno volver a casa y quizás en la mañana regresar, camino hasta la acera y se detuvo al oír la voz queda de Leonardo.
-Set…que haces aquí-se froto los ojos
-Disculpa ¿es un mal momento?
-No claro que no solo que en mi familia últimamente dormimos temprano por gracia de mis abuelos que están de visita-suspiro-creo que no tenemos más remedio.
A la luz de las farolas Leonardo parecía más adulto. Tenía unas grandes ojeras que no eran comunes en él, su cabello rubio era una maraña hirsuta de cabellos que pareciera tuvieron una pelea con el peine. Tenía puesta una pijama color azul celeste que hacia resaltar sus ojos azul claro, su piel era blanca y tersa que denotaba el cuidado que tenia de sí mismo. Pero esta vez algo era diferente, sus ojos estaban cargados de un sentimiento sombrío que jamás había visto en él, que otrora era el joven locuaz que lo habría invitado a pasar a su casa sin dudar y habría hablado por horas de cosas que serían sin importancia para oídos de cualquier persona, pero su manera de hablar hacia que el simple hecho de lavar los trastos fuera una pantomima interesante.
-Veo que acabas de salir del hospital, ¿qué tal las inyecciones?
-Por suerte no hubo ninguna- algunos vecinos habían recomendado a su madre algunas inyecciones con vitaminas para él. Por suerte alcanzo a persuadirla de que estaba bien.
-Mmm ¿vas a pasar? o te quedaras ahí como estatua.
-Eso depende de ti ¿no crees?
-Claro, pasa.
El interior de su casa se encontraba en una penumbra total. Por un momento creyó estar a punto de tropezar con algo, Leonardo le hizo un ademan de que lo siguiera. Lo siguió hasta el patio donde había un gran jardín compuesto por grandes rosales, orquídeas, girasoles y otras tantas que desconocía. La primera vez que vino le comento la mama de Leonardo, eran lo que daban vida a la casa. En las paredes del patio había grandes ramas colgantes que brillaban a la luz de la luna, cada vez crecían más y por algún momento imagino todas esas ramas rodeando la casa de Leonardo. En medio del patio había un pequeño estanque para aves, con la forma de una mujer con un cántaro en mano, del cual caía el agua. Cruzaron el jardín hasta llegar a las escaleras de caracol que llevaban a la habitación de Leonardo.
-siempre es entretenido ver tu jardín- comento Set
Leonardo solo lo miro de soslayo, parecía fastidiado. Saco unas llaves de su bolsa y abrió la puerta de su habitación.
Al entrar a su habitación una oleada de calidez recorrió su cuerpo. La habitación de Leonardo siempre estaba ordenada, pero esta vez todo estaba fuera de orden, vio varios libros regados en el suelo, al igual que varias prendas de vestir y otros tantos zapatos, definitivamente algo no estaba bien. Leonardo aparto varios platos con restos de comida de su cama, se sentó a la orilla. Paso sus manos por su cara, su vista estaba perdida y entonces por le dedico una leve sonrisa fugaz que se esfumo al instante. Set estuvo a punto de decir algo cuando Leonardo le gano la palabra.
-sé que vas a decir, esto es un desastre lo sé-se detuvo un instante-pero pronto recogeré.
-Si bueno…como decirlo, creo que no es normal en ti ser desordenado- desordenado, por un momento se sintió como su mama con esa última palabra, no estaba dispuesto a reprenderlo después de todo solo era su amigo y quizás solo fuera un día terrible el que paso, porque ¿Qué persona no tenía sus malos días?.
-sabes esto no debería estar así, no está bien, pero que puedo hacer.
-No te entiendo que tratas de decirme.
-Creo que aún no lo sabes, créeme no quieres saberlo.
-de que hablas, ¿te paso algo?
-No…bueno si, pero no a mí- sus palabras estaban cargadas de frustración.
-¿qué paso? Cuéntame.
Leonardo miro fijamente el suelo, con la mirada perdida, unas lágrimas se le escaparon y corrieron por sus mejillas. Set se sintió mal por haber preguntado, por lo que no hizo más preguntas y solo se mantuvo en silencio. <<Algunas veces el silencio ayuda más que las palabras>> le había dicho alguien pero no recordaba quien. Leonardo seguí callado mirando al suelo, quizás reviviendo lo que le había sucedido. El ambiente de la habitación denotaba un aura de melancolía que le recordaba a un funeral. No sabría decir con exactitud cuánto habría pasado de silencio, pero este se volvió eterno y en ocasiones estuvo a punto de romper el hielo con lo primero que se le vinera a la mente, pero por primera vez se abstuvo de decir algo que arruinara el momento. Fue entonces Leonardo alzo la vista y lo miro fijamente.
-Lo siento por eso…no me gusta que me vean llorar- comento Leonardo más recuperado.
-Está bien-contesto Set. Sopesando las palabras que fuera decir, como si fueran de vida o muerte- no debí haber preguntado en primer lugar…perdón.
-No…no te disculpes está bien, después de todo tu no ibas a saberlo- escuchar eso ultimo lo alivio, por un momento se sentía culpable por haber preguntado- sabes, sucedieron muchas cosas cuando tú estabas en el hospital, otras que no quiero recordar.-hizo una breve pausa- la verdad no es por dónde empezar- se pasó la mano por el cabello.
-Sabes, no tienes que molestarte en contar...
-No-lo interrumpió-tienes que saberlo- respiro hondo, sus hombros se elevaron ligeramente- Melina ha…- sacudió la cabeza- se ha…-sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente- desapareció.
Eso lo tomo por sorpresa. Melina era una chica de su clase, estaba en historia y filosofía con él. En ocasiones se quedaban hasta tarde para repasar los apuntes de historia, era una chica de lo más agradable, tan espontánea y afable. Pero no le daba crédito a lo que decía Leonardo, las desapariciones sucedían lejos de donde Vivian con miles de kilómetros de distancia, ¿porque alguien iba querer hacerle daño? Esto era una broma cruel. Si tenía que ser eso, a veces Leonardo le jugaba bromas, pero cuando fue la última vez que le había visto tan sombrío. Sin notarlo, Set se descubrió llorando, << ¿qué ha hecho ella para merecer esto?-Dijo para sus adentros, temiendo que Leonardo lo oyera- ¿porque este puto mundo es así?... siempre tan injusto, siempre tan doloroso, solo quiero despertar y ver que solo fue un sueño, una pesadilla cruel de su mente.
-¿Pero cómo?- dijo cuando hubo reunido la suficiente fuerza para hablar.
-No lo sé, simplemente dijeron que ella volvía de la escuela en la noche…y ya no volvió.
En ocasiones Melina, iba a la escuela por la noches para ayudar con los festivales en la escuela. No era una tarea que nadie quisiera aceptar, pero ella siempre se ofrecía de voluntaria, cosa ala que muchos se habían acostumbrado.
-Fue el día del festival de la caridad- la voz de Leonardo era trémula, cargada de dolor- recuerdo haberle insistido que se quedara para partir el pastel, pero ella dijo que…-sollozo- que tenía que volver pronto porque su abuela está sola en casa- prorrumpió en sollozos. Espero de nuevo a reponerse y continuo- sabía que no tenía que dejarla ir, yo…yo… tengo la culpa
Por primera vez Set se arrepintió de no haber regresado a casa, como había planeado en primera instancia, se culpó por haber estado en el hospital…de haberse tenido ese accidente que no trajo más que problemas, era cierto lo que decía Rafael, nada volvería a ser igual, pero nadie le dijo que sería para mal.
-Lo siento, es mi culpa-dijo Leonardo
-No… claro que no, no podías saberlo- se detuvo, estuvo a punto de echarse a llorar otra vez- ¿cuánto lleva que paso esto?
-Ocurrió hace dos semanas- limpio sus lágrimas con el dorso de la mano.
-Pero…mi accidente sucedió hace una semana.
Esto no era posible, esto sí que era una pesadilla, desde cuando había perdido la cordura.
-No estoy seguro que no-sorbió por la nariz- llevas un mes en el hospital.
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¿Yo soy?
RomanceSet un joven de preparatoria, tiene un accidente que lo lleva al borde la muerte. Tal accidente tiene repercusión en su vida, al enterarse de que no recuerda parte de su juventud. ¿Que sucedió todo este tiempo ? ... ¿Quien es Set en realidad?