Texto 2

2.4K 63 8
                                    

La vida, cosa curiosa, da mil y una vueltas, nos lleva de un lado al otro a su gusto y gana, nos hace dudar pero también nos da certeza.
Cuando somos niños la vida no es más que jugar, reírnos, correr y saltar de acá para allá con una sonrisa de oreja a oreja muchas veces, llorar ocasionalmente cuando caemos y correr a los brazos de nuestra madre para que esta nos saque el dolor con una sonrisa, un beso y una caricia diciendo "no fue nada, fue solo un raspón", después volvemos a jugar y a ser felices como si nada pasara.
Pero qué pasa cuando empezamos a crecer, cuando empezamos a ver que la vida no es como cuando éramos niños, que ya no todo es reír sino también llorar, que ya no podemos jugar de forma inocente sin que nada nos preocupe, que ya los raspones se vuelven profundas puñaladas en el alma, en el corazón, a veces la vida nos da esos golpes y nos arrebata la felicidad como si nunca hubiera sido nuestra, como si solo nos dejara jugar con ella por cinco minutos y después la tuviera que volver a guardar porque es una cosa frágil, que se puede romper u opacar en ante la más mínima desilusión, ante la más mínima caída.
Hay quiénes definen a la felicidad como pequeños chubascos que vienen de a ratos y nos arrebatan de alegría, nos llenan y nos llevan a lugares mágicos e inolvidables, pero qué pasa cuando ese chubasco para de golpe, nos devuelve abruptamente a una realidad en donde no todos son felices, donde no todos tienen lo que quieren o a quien quieren, donde muchas veces un hombre rico es el más pobre y viceversa.
A veces la vida es todo y nada, a veces la vida es amiga y enemiga, solo hay que saber reconocer cuando está de nuestro lado y cuando no.
                                         "El sentido de la vida"
                                                 Alejandro Díaz
                                                      11/01/18

Ser Donde viven las historias. Descúbrelo ahora