Capitulo 9: Un sueño aún más raro

43 5 24
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Capítulo 9


Un sueño aún más raro, un traidor frito y un kínder sorpresa malévolo


Jane estaba más pa haya que pa acá acostada en su cama, con los brazos y piernas lo más extendidas posibles, como si quisiera asegurarse de aparcar toda la cama, roncaba ruidosamente y sele caía la baba, mientras que en lo más recóndito de su sueño la cosa se ponía extraña.

"De nuevo era la doncella medieval, esta vez estaba en una clase de puerto hablando con un par de caballeros de armadura y cota de malla negra con una capa de lana teñida de dorado, unos debía rondar los 4º y tantos, con una barba algo canosa castaña y el otro debía tener menos de veinte rubio y lampiño, los tipos parecían relativamente interesados en lo que les estaba diciendo, por sus expresiones parecía que intentaba convencerlos de algo, aunque al parecer era mitad oír la historia mitad mirarle el escote, ella continuaba diciendo –entonces me nombraron capitán, yo intente explicarles que era la primera vez que subía a un barco, pero insistieron en que...- entonces su historia es interrumpida a la mitad por un grito desesperado, los tres voltean a ver hacia un acantilado conectado a un enorme castillo rojo a medio construir que resaltaba a varios kilómetros a la redonda, cayendo desde el acantilado se veía una mancha blanca, al aclarar un poco la imagen noto que era una mujer rubia con un vestido blanco que caía al agua, salvándose de las rocas del precipicio por pura casualidad, los tres estaban callados pero no de una forma asustada, más bien era por indiferencia, ella les pregunta -¿no deberían hacer algo?- a lo que ellos se encojen de hombros y uno dice –si saltamos con armadura nos hundimos- a lo que el otro agrega –además yo nadar no se- ella responde –a ustedes sí que lo entrenan ¿he?- acto seguido quita el cierre de su cinturón para abrirlo y se quita su vestido tipo kimono de algodón celeste, revelando debajo solo unos calzones y un corpiño medievales, se quita los zapatos y luego se ata el cabello largo en un comprimido moño utilizando el cierre del cinturón, les pasa a los caballeros sus cosas y dice –guárdenme esto, como me roben aunque sea una moneda los sigo a sus casa y los castro mientras duermen- para enseguida saltar al agua, nado hasta donde se encontraban las rocas y al no ver nada se sumergió más aun, debajo de la bahía no estaba demasiado profundo pero había cosas que dificultaban encontrar algo, principalmente barcos hundidos, al parecer este lugar había sido lugar de muchas batallas, ya que había una impresionante cantidad de barcos ahí, algunos se veían relativamente nuevos, a otros les habían crecido algas y coral encima y otros ya estaban derrumbados en montículos, buscar algo ahí sería difícil, pero por fortuna el vestido nieve con encaje escarlata y las lujosas joyas de oro y piedras preciosas saltaban a la vista y ubico relativamente rápido a la dama de noble cuna que se había quedado atrapada entre dos mástiles que formaban una X submarina, la tomo entre sus brazos y nado hacia arriba con sus piernas, a juzgar por la velocidad de ascensión y los movimientos ella se quedaba sin aire y la dama no era precisamente una pluma pero aun así con esfuerzo logro llegar hasta la superficie, justo a tiempo para dar una bocanada de aire grande y nadar llevando arrastrando a la desmayada hasta el muelle, donde encontró a los tipos de armadura, el viejo contando las monedas que llevaba en la bolsa de cuero de su cinturón y el joven oliendo su vestido justo en la parte pélvica, al parecer la cara que ella puso no era la más dulce del mundo ya que ambos soltaron sus cosas y dieron un paso atrás con rostro alarmado, ella dijo con voz fría –ayúdenme imbéciles...- ambos se acercan al borde y las sacan del agua, entonces uno de ellos dice –ahyyy carajo es la cuñada del rey- con voz asustada –larguémonos de aquí si descubren que no la salvamos...- mientras ella se levantó se acercó a sus cosas tiradas y saco su daga del cinturón, se acercó a la dama desmayada y con un rápido movimiento corto las cuerdas de su corset, de inmediato media bahía salió de sus pulmones por la boca y empezar a toser, el rubio dice –nunca se me hubiera ocurrido eso- a lo que ella agrega –sí, ya me suponía que no has tratado con demasiados corsets- mientras se ponía su vestido y se volvía a arrodillar para comprobar a la princesa consorte, y preguntarle -¿se encuentra bien mailaidi?- siguió tosiendo y se puso de cuclillas, ella se volteo a mirar a los tipos de armadura y le dijo a uno –tu capa- él la miraba sin comprender hasta que ella con voz dura pero fría le dice –ahora-, hasta entonces el entendió y se la quitó y paso, para que ella la envolviera sobre la casi ahogada, ella temblorosa dice –usted me salvo, muchas gracias muchacha, serás recompensada- ella era una mujer de cerca de 30, con un cuerpo tan delgado que era definitivo que no había tenido hijos, cabello rubio cenizo y ojos azul cielo, entonces oyen un ruido misterioso, como el grito de un tiranosaurio seguido por un fuerte viento, ella volteo hacia arriba y vio a un gran dragón blanco bajar del cielo y aterrizar frente a ellos, lo más extraño es que ninguno de ellos se inmuto al verlo, ni siquiera dieron un paso atrás, de la espalda de la criatura salto un hombre de cabello plateado, sin la corona y todas las joyas era difícil identificarlo pero sin duda era el rey, esto se confirmó cuando ella y los dos tipos se arrodillaron frente a él, ella agacho la cabeza todo lo que pudo y cerró los ojos, así que solo escucho como el tipo decía –Ceryse, ¿Qué ocurrió? Cuando supe de tu caída vine volando por si te encontraba- lady Ceryse al parecer respondió –su majestad, esta jovencita me salvó de morir ahogada y estos dos guardias la ayudaron- él dijo -de pie los tres- en un tono muy tranquilo y amable, ella se puso de pie aunque en una posición que indicaba sumisión, y abrió los ojos, él era un hombre de unos 25 años talvez, con los ojos de un lila amable y cabello rizado de oro y plata con barba y bigote recortados, su constitución delgada lo hacían parecer ligeramente enfermizo, aunque era un hombre apuesto, ya no iba tan enjoyado como en el torneo seguía llevando prendas ligeras muy llamativas y probablemente sumamente caras, él le dijo con tono sorprendido –no lo puedo creer, usted- entonces ella escucho cascos de caballo acercándose, era el hermano del rey con una docena de guardias, el dragón miro hacia los caballos con una expresión en sus ojos no demasiado tranquilizadora, pero el rey miro al dragón y le dijo en un tranquilo tono de regaño –no, no puedes, vuelve a casa- y por más extraño que parezca el dragón de hecho alzo el vuelo y voló hacia el castillo, cuando el príncipe tuvo el camino libre cabalgo hasta estar frente a ellos, se bajó de su caballo y pregunto con tono enojado -¿Qué está pasando aquí?- al verlo de cerca noto que había malinterpretado su edad, su rostro afeitado le quitaba años, pero debía estar alrededor de los 20, aunque su expresión le agregaría muchos más años, ella inclino la cabeza ante el pero no se arrodillo, lady Ceryse corrió hacia el a abrazarlo y lo beso, ella escucho al rey decir –hermano tranquilízate, Ceryse callo por el borde y fue valientemente rescatada por...- mientras la señalaba, pero fue interrumpido a la mitad de la frase por su hermano que responde –vaya salva dos vidas de la familia real en menos de una luna que "coincidencia"- a lo que ella responde en tono calmado pero severo –discúlpeme su excelencia, pero cuando el rey habla no debe ser interrumpido por nadie, ni siquiera por su hermano- el príncipe suelta a su esposa y camina hacia ella diciendo enojado –¿cómo te atreves? insolente...- y en la lejanía se oye un rugido como el del dragón blanco pero mucho más potente, pero el rey se coloca entre ambos y dice preocupado –hermano, por favor, ella no pretendía ofenderte- la expresión del príncipe se calma y se arrodilla para decir –aun así no le falta razón, le pido me disculpe su majestad, mi comportamiento fue imperdonable- el rey respondió a eso con una sonrisa y voz tranquila –tranquilo no pasa nada, ¿ya ven? todo solucionado, ahora Lady Ceryse, si pudiera explicarnos como callo todos nos quedaríamos más tranquilos y podríamos superar esto- a lo que ella temblorosa talvez por el frio talvez por miedo responde –no lo sé su majestad, creo que jengibre me empujo- a lo que el príncipe pregunta -¿tu perro? Eso es raro, el animal te adora- a lo que Lady Ceryse dice –no lo sé, debió estar jugando o algo así él es muy tranquilo- el rey dice alegre –que alegría, entonces todo se trató de un simple accidente, aun así sus acciones son dignas de una recompensa, díganos por favor como empezar a pagar sus favores a la casa real- entonces ella noto que al final del puerto un hombre bajito era arrastrado por dos guardias sujetándolo uno de cada brazo mientras él se retorcía y gritaba –les digo que no sabía que era un contrabandista, pensé que era un comerciante común que le gustaba vender en esa playa escondida- ella le responde al rey –pues podría evitar que ejecuten a mi tío-"

El legado del olimpo: hijos de GreciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora