Por la tarde lo hice mío, formamos ese lazo, tomé su virginidad.
En la sala de luces rojas, ni él se lo esperaba, mi mente tampoco.
En un suspiro, las decenas de fotos cayeron al suelo y su cuerpo quedó sobre la mesa.
Sé que sonará lascivo, pero no me importa mostrártelo, porque si me arruino, tú también.
El cabello castaño le caía por la frente levemente húmedo por el sudor.
Sus ojos brillaban dilatados y su boca permanecía abierta dejando escapar suaves jadeos.
Sus piernas abiertas y su flor recibiendo naturalmente mi longitud.
Su miembro duro y goteando, sacudiéndose.
Su cuerpo entero estremeciéndose a mi toque, las lágrimas de placer saliendo desde sus ojos.
Nunca te olvidaré.
-JK.
